"Bosquejo de alturas" es un cuento de Alicia Kozameh sobre la experiencia de 30 presas políticas en un sótano de una Prefectura de Policía en Rosario. El texto despertó el interés de la directora francesa Sylvie Mongin-Algan, quien decidió trabajar con él de una manera novedosa. En diferentes países, realiza talleres tomando como base los problemas dramatúrgicos, políticos y sociales del cuento. En algunos casos están dirigidos no solamente a actrices sino también a mujeres que no se dedican al arte. Cada residencia concluye con una presentación pública del trabajo realizado durante horas o días. La búsqueda es el “empoderamiento del proyecto”, para que surja una “forma artística” que no se apoye en el “pasado conmemorativo” sino que esté “anclada en el presente”, según se lee en el PDF que aporta detalles de la propuesta, titulada 30.Bosquejo de alturas.
El espectáculo ya se montó en Francia, Chile, México, Uruguay y Brasil, y hace unos días comenzaron los talleres en la Argentina. El resultado podrá verse el lunes y miércoles en el Centro Cultural Paco Urondo (a las 19, 25 de mayo 221). En Francia el estreno fue en 2012. El texto de la solidaridad diaria de 30 mujeres dentro de una prisión se combinó con la necesidad de dar visibilidad a las artistas francesas, preocupadas por la desigualdad de género en el campo de las artes escénicas. Ahora, en la víspera del estreno en el Paco Urondo, Mongin-Algan dice que se siente “en el corazón de la historia” por encontrarse a metros de la Plaza de Mayo. La directora estuvo presente en la 39° Marcha de la Resistencia.
30.Bosquejo de alturas narra un día en la vida de 30 presas políticas en el sótano de una Prefectura de Policía. Varias de estas mujeres fueron detenidas antes del golpe militar. Tal es el caso de la autora, que permaneció en ese sótano entre septiembre de 1975 y noviembre de 1976, y luego fue trasladada al penal de Devoto. La puesta, que es despojada, pone el acento en “la resistencia gracias a la memoria, la alegría, las carcajadas y la solidaridad”, cuenta Mongin-Algan. “Y la necesidad de organizar reglas de vida ante la opresión. La obra habla del temple, de la fuerza femenina para sobrevivir”, completa. Claudia Quiroga, directora argentina que impulsó la convocatoria para conformar el elenco y que ocupa el rol de productora, agrega: “Hay una intención de no revictimizar ni caer en lugares que uno imagina como horrorosos”. La pieza muestra diferentes acciones de las presas políticas para huirle al encierro, como la creación de una biblioteca, las charlas sobre novelas y películas, las clases que se daban entre ellas en torno a distintas materias.
Nacida en Rosario en 1953, Kozameh fue militante del Partido Revolucionario de los Trabajadores. Tras recuperar la libertad, se exilió en Los Angeles y luego en México. Regresó a Buenos Aires y en 1987 publicó su primera novela, Pasos bajo el agua, que trata sobre la experiencia carcelaria, como otros de sus escritos. Sus libros son publicados en diferentes lenguas; de hecho, Mongin-Algan la leyó primero en francés: de “casualidad” halló el material en una librería y enseguida entró en contacto con la editorial. Actualmente la autora vive en Los Angeles, donde enseña escritura creativa en la Universidad Chapman. “El texto de Alicia funciona como excusa para contar todos los tipos de encarcelamientos de las mujeres y su empoderamiento”, define Quiroga. En Brasil, por ejemplo, el trabajo se desarrolló con una compañía que trabaja para dar visibilidad a los afrodescendientes.
“Las alturas a las que me refiero en el título son las morales, las éticas, de las que estábamos justamente en una situación contraria: un sótano”, dice Kozameh a Página/12, por teléfono, desde Los Angeles. “La comunicación entre nosotras se convirtió en el gran mecanismo de defensa por el cual logramos sobrevivir. Eramos muy vitales, teníamos juventud, esperanzas, luchas e imaginación. Teníamos entre 22 y 25 años; había chicas de 15, 17”, recuerda. Vio el espectáculo en Francia junto a otras de las ex presas políticas. No quiso asistir sola a la función porque “emocionalmente” iba a sentirse atravesada de “manera feroz”. Sigue en contacto con las mujeres que estuvieron detenidas en el sótano y que están esparcidas por el mundo. El cuento en que se inspira el espectáculo fue publicado 25 años atrás, e integra también el libro Ofrenda de propia piel (Alción, 2004). “Estas mujeres que estuvimos en ese sótano somos una. Nos mantenemos siempre en contacto y tenemos una unidad enraizada dentro de nuestros cuerpos que no va a terminar nunca.”
En Buenos Aires las participantes del taller, que respondieron a una convocatoria abierta, tienen entre 18 y 70 años. Menos de la mitad son actrices. Hay militantes políticas, trabajadoras sociales, bailarinas, docentes. “Tienen edades y experiencias de vida muy diferentes. A cada una el texto le impactó mucho. Es importante encontrarse con cómo lo descubren, las cosas que nacen de su propia experiencia. Generalmente en mis otros trabajos dirijo a actores y actrices, pero éste es muy especial. Necesitaba de una experiencia de memoria, sentimientos, encuentros. Es hablar de una historia real. Y es una obra abierta, nunca acabada; cada una puede seguir apropiándosela”, remarca la directora, que cuenta con apoyo del Instituto Francés y el Departamento de Cultura de la Ciudad de Lyon. Quiroga dará continuidad al proyecto y planea un reestreno para marzo. Y dentro de dos años se desarrollará en Francia una “puesta en común” que recolectará todas las experiencias de los distintos países.