El título del nuevo libro de Alicia Genovese (Lomas de Zamora, 1953) está compuesto por tres adverbios: dos espaciales y uno temporal. En ese orden, Ahí lejos todavía acerca una clave de lectura desde el inicio: estamos ante las primeras memorias en prosa de la poeta reconocida en 2014 con el premio Sor Juana Inés de la Cruz por La contingencia. Pero el pasado también habita los lugares de la infancia y la adolescencia de la autora de El borde es un río y Anónima, por mencionar dos libros de poemas con los que este trabajo, en cierto modo, rima. Los lugares determinan instancias temporales y el presente delimita un espacio desde donde se escribe. Así es como la escritura vuelve contigua la lejanía. “Elegía siempre el mismo lugar al lado de las dalias con flores enormes y moradas, cerca del jazmín y de la rosa china roja que cubríamos con un plástico durante las heladas de invierno”, escribe Genovese. A falta de un cuarto propio (y de una biblioteca en la casa familiar), la niña que había decidido ser escritora a los diez años anotaba sus fabulaciones en libretas y cuadernos durante la “crisálida” de la hora de la siesta.

Ahí lejos todavía presenta el desarrollo de una percepción, la percepción del mundo que lleva a la escritura, a la vez que, en una especie de suave contrapunto, narra el vínculo entre la autora y su madre, que a medida que envejece empieza a perder la memoria de lo inmediato para recuperar aquello más remoto. Las visitas a su madre en un hogar para ancianos, los paseos y las conversaciones (con temas favoritos: plantas, sueños, anécdotas con mariposas) abren una dimensión inesperada: “Descubro que tengo una historia, casi desconocida para mí, como un calidoscopio que gira y se acomoda en la frágil memoria de mi madre”. Más adelante, la autora comprobará que el libro en el que avanza, que es el que leemos, fue escrito junto con su madre.

“Después de haber publicado en 2018 La línea del desierto, que reúne mis diez libros de poesía, darle forma, darle un acabado final a este trabajo que ya hacía años tenía en un boceto, implicó un nuevo aprendizaje, intentar muchas cosas hasta llegar a su escritura –dice Genovese-. Si bien cada nuevo libro plantea una búsqueda, aquí es muy notorio el cambio de registro. No es poesía en prosa, hay narración y despliegue narrativo, pero al mismo tiempo la poesía permanece cercana, es una presencia muy nítida en muchos momentos”. Destacadas poetas argentinas de la misma generación de Genovese, como Irene Gruss, María Negroni y María del Carmen Colombo, también exploraron en el pasado el origen de una voz propia.

En Ahí lejos todavía, el umbral de una casa en Llavallol, en el sur del conurbano, se recobra como “centro radial de todos los caminos”. No sólo de la literatura, sino además del deseo de viajar, de ampliar los límites del mundo, y de un feminismo que, paradójicamente, llega de la mano del padre de la escritora, que la alienta a aprender lo que (en un pasado no tan lejano) se consideraban actividades inapropiadas para una mujer. Entre ellas, manejar un auto. “La vecina lo dijo también como quien pasa letra, con esa voz que a veces impostan las mujeres recordando o haciendo saber que recuerdan lo que una mujer debe o no debe hacer”, se lee. El sentido común patriarcal se expresaba, y se expresa acá cerca todavía, a través de diferentes médiums.

Novela corta, anecdotario, diario de una pérdida, el primer libro de narrativa de Genovese es, sobre todo, el relato de un viaje. Además de narrar un viaje al pasado, y al léxico familiar de ese tiempo, reconstruye uno de los modos posibles que ofrece la literatura para tomar distancia y, en simultáneo, acercarse de manera misteriosa: “Los libros que por lo general me alejaban de mi casa, que me enrarecían cada vez más a los ojos de mis padres, alguna vez también me regresaron a ellos”.

Ahí lejos todavía

Alicia Genovese

Zindo & Gafuri