A Roberto Ferro

(1) Patricio Pron y antes, Gary Vila Ortiz, escribieron sobre el tema que nos ocupa. No pudieron resistir la tentación de citar un libro señero: Los orígenes trágicos de la erudición de Anthony Grafton, publicado por Fondo de Cultura Económica de México y en cuyo original, al pie de página en la portada, se lee: “Breve tratado sobre la nota al pie de página.” Por cierto, el libro de Grafton contiene abundantes notas al pie para desarrollar la temática.

(2) Un personaje de Herman Melville llamado Bartleby, oscuro oficinista que se complace en decir siempre que no, que preferiría no hacer tal o cual cosa que le solicitan, es el punto de partida de la novela Bartleby y Compañía de Enrique Vila-Matas.

“Escribiré notas a pie de página que comentarán un texto invisible, y no por eso inexistente, ya que bien podría ser que ese texto fantasma acabe quedando como en suspensión en la literatura del próximo milenio” dice el narrador vilamatiano.

(3) El premio del Fondo Nacional de las Artes del año 2018 en el rubro novela fue para un escritor de la ciudad de La Plata, Eric Schierloh. Su novela “M” es el intento de comprender un artículo de 19 líneas de Jay Leyda donde se plantea que Herman Melville fue un culto embaucador que se hizo pasar por el escritor encomillado y obtener así, el rédito de su obra.

(4) Se había puesto de moda afirmar— la cita proviene del filósofo inglés Alfred North Whitehead (1861-1947)— que toda la filosofía occidental consistiría en una serie de notas a pie de página de la filosofía platónica. Si es cierto que la filosofía se ocupa de un puñado de temas, ese catálogo lo inventó Platón a través de un personaje de ficción (Sócrates) y un discípulo replicante (Aristóteles).

(5) Luis Sagasti acaba de publicar Leyden Ltd. la historia de una cofradía secreta o una micronación bastante incomprobable. El libro intenta reconstruirla mediante múltiples notas al pie de los seis capítulos en los que se divide, capítulos en blanco, por el que desfilan: la música, la geografía planetaria, fragmentos de diarios y otras misceláneas que rondan el tema.

(6) Si como dice Grafton la nota al pie acredita la postulación del texto (“el texto convence, las notas prueban”) la expansión de estas notas en la escritura moderna sin un cuerpo principal, plantea una paradoja. ¿Acaso la justificación del libro sobre la nada que quería Flaubert?

También podrían cuestionar ese lugar común del horror ante la página en blanco, ya que todo texto vacío, todo intento frustrado, merecería la glosa en la forma de notas al pie.

(7) Citas que figuran en el artículo de Patricio Pron: “Trabajé duro en ellas y resultan impresionantes… Y además, de las fuentes que cito, casi todas existen” (Jeffrey L. Staley). “Piojos en el cabello de la literatura” (Alfred Lord Tennyson). “Tener que leer notas a pie de página se parece a tener que bajar las escaleras para responder a la puerta mientras se está haciendo el amor” (Noël Coward).

(8) La Redacción de la International Review off the Red Cross solicita a los autores que las notas al pie de página sean lo más reducidas posible, en cantidad y en longitud, y que las incluyan sólo cuando éstas faciliten la comprensión del texto, den cuenta de las fuentes utilizadas y tengan un interés bibliográfico considerable.

Luego, prescribe las instrucciones tipográficas de un verdadero arte de citar (https://www.icrc.org/es/document/normas-de-redaccion-notas-al-pie-citas-y-cuestiones-de-tipografia-en-la-international ).

(9) Umberto Eco en Cómo se hace una tesis, instruye sobre las diferencias entre cita, paráfrasis y plagio. Uno de los usos que detalla para la nota al pie, es el de “pagar deudas”. Casi contemporáneamente, George Perec auspicia que el camino del arte (la literatura) está en la cita, en saber apropiarse del pensamiento de los que nos precedieron.

(10) Como procedimiento literario en la Argentina, el crecimiento inesperado de una nota al pie, figura en el cuento del mismo nombre incluido en el libro Un Kilo de Oro de Rodolfo Walsh, en 1967. Piglia da cuenta del trabajo que se tomaba Walsh en medir cada pie de página, como si fuera la métrica de un poema, de manera tal que la ocupara progresivamente hasta sustituir al narrador de arriba.

(11) No hay que olvidar que todas las vanguardias recalan en lo clásico, ni que la auto-reflexión literaria ya figura en El Quijote y continúa en Kafka, en esa forma de alusión al “rodeo inicial que porta la escritura entre el olvido y la memoria y que hace que, escribiendo, nos entreguemos a la perpetua desviación.” (V. Maurice Blanchot, en De Kafka a Kafka).

(12) “…la verdad cuya madre es la historia, émula del tiempo…” ( ¿Borges? ¿Cervantes? ¿Menard?).

(13) La aplicación del concepto a otras artes, por ejemplo a la música, hace pensar en lo que ha dicho Charly García: “ahora solo hay ritmo pero falta la armonía y la melodía.” Hoy se escribirían ritmos como notas al pie de un pentagrama vacío. En tanto todas las artes aspiran a la música, en esa observación, encontramos un alerta contra el abuso del procedimiento.

(14) Según Pascal Quignard toda cita es una etopeya, en términos retóricos, hacer hablar al ausente. Pero también el rito por el cual se comía el cuerpo de los muertos o del dios para contener ese poder.

(15) El texto es una esceno-grafía una puesta en escena de las huellas, de las trazas, las estrías, de todas las modalidades posibles de una tipología del injerto… El origen ni siquiera ha desaparecido: nunca ha quedado constituido, dice Roberto Ferro enseñando a Derrida.

Parece como si estuviera oyéndole.