“Confié en la verdad y en la justicia y terminé en la cárcel”, dice a Página/12 desde la penal de mujeres de Bouwer, en Córdoba, Flavia Silvana Saganías, condenada a 23 años de prisión el 27 de noviembre, sin pruebas, por instigar a través de un posteo en Facebook el ataque que sufrió su expareja, a quien ella había denunciado, en 2017, como autor del abuso sexual de su hija, entonces de 7 años. La encontró culpable un jurado popular de 12 personas y el tribunal que integra la Cámara del Crimen de Cruz del Eje dictó la sentencia. Flavia acaba de recibir una buena noticia, entre tantas malas: según informó su defensa, la fiscal subrogante de la ciudad de Dean Funes, Fabiana Pochettino, avaló otorgarle prisión domiciliaria, para que pueda regresar a su casa con sus cinco hijes, los más pequeños, mellizos de 2 años y medio. Y aunque se deben cumplir todavía una serie de pasos previos –constatación de domicilio y un peritaje psicológico a ella-, espera que no se dilaten los trámites y poder pasar las fiestas en familia.

Nunca esperó un fallo condenatorio al punto que ese día, que se dictaría el veredicto, no llegó a despedirse de todos sus hijos. “Entrar a una cárcel de forma inesperada y abrupta aún no termino de asimilarlo. Yo salí de mi casa tranquila, me despedí de mi hijo mayor diciéndole que lo amaba y después del mediodía regresaba. No saludé a los más peques para que no se despierten. Ingenuamente creía que ese día se terminaba nuestra pesadilla, que mi inocencia fue demostrada”, relató la mujer. La entrevista con este diario se hizo a través de un intercambio epistolar desde la prisión. En ese texto, Flavia, de 41 años, analizó el fallo y el episodio que la llevó tras las rejas.

-¿Por qué cree que le dieron la condenaron y a tantos años? –le preguntó este diario. La carta con las respuestas está escrita de puño y letra, en birome verde, en hojas de cuaderno.

-Que intenten condenarme a 23 años en la cárcel, siendo inocente de todo lo que se me imputa, con pruebas que puedo desestimar una a una, ya que son todas falsas, aún al día de hoy, no puedo creerlo. Durante el juicio, en las audiencias que fueron transcurriendo, quedó en evidencia la postura del tribunal, ya que a mi abogado no le permitieron incorporar como prueba las pericias psicológicas de mi hija donde constan por dos profesionales, una estatal y la otra privada, que los abusos existieron. La señora fiscal y el abogado defensor del pedófilo se esmeraron en ponerme en el lugar de una mujer resentida, mentirosa y feminista, apoyada por grupos de mujeres que acosaban a la víctima. Remarcaron la peligrosidad de los escraches, sacaron el tema de Dios y el crimen del aborto, proyectaron imágenes donde mostraban capturas de pantalla de mi Facebook, publicaciones que yo compartí donde se pedía perpetua para los violadores o justicia para compañeras en situaciones de revictimización. El tribunal sí dio lugar a que ingresen eso como prueba. ¿Para probar qué? Mi postura ideológica ante hechos misóginos, ¿qué delito es ese? Irrelevante para lo que se juzgaba, ínfimo comparado a las pruebas del abuso sexual que cometía Gabriel Fernández a mi hija y no las aceptaron como prueba –escribió Flavia.

La mujer comparte la celda con su madre, Mónica Bonifacio, a quien condenaron en el mismo juicio oral junto al hermano de Flavia, Enrique Saganías. Los tres, a 23 años de cárcel. A la madre y al hermano por el ataque a la expareja de Flavia. Fernández terminó con heridas que lo dejaron 12 días hospitalizado y su casa incendiada: Los delitos son graves. Pero no hay pruebas de que Flavia haya participado del ataque ni que se haya comunicado con ellos para que lo agredan. En el fallo, el tribunal, apela en varias oportunidades “al sentido común” para sostener la acusación.


La cronología del caso

En 2014, separada de su primera pareja, Flavia conoce a Gabriel Fernández y comienzan una relación. Con él tiene a los mellizos. En 2017, después del nacimiento de los niños, su hija de entonces 7 años, comienza a evidenciar síntomas y signos de abuso sexual. Flavia lo denuncia el 8 de agosto y le otorgan una restricción perimetral de acercamiento por el término de 3 meses. A los tres días de realizada la denuncia, en estado de shock, en pleno puerperio y con desesperación, la mujer posteó en Facebook: “Este abusador de niños, denunciado en la fiscalía de Cosquín sigue suelto. Un violador más que sigue libre entre nuestros niños. Se llama Gabriel Fernández y vive en calle Pampa al fondo. Por favor difundir. Cuidémonos entre nosotros ya que la justicia no hace nada”. Ocho horas después, Facebook retiró el posteo, por denuncias a la red social de allegados al acusado.

De acuerdo a lo que surgió del juicio, el padre de la niña abusada, que vive en el exterior, enterado de la publicación, se comunicó con el hermano de Flavia y le pidió que averiguara que pasaba con la criatura. El hermano y la madre de Flavia, de quienes la mujer estaba distanciada, decidieron viajar a Córdoba, desde González Catán, provincia de Buenos Aires, donde vivían hasta quedar encarcelados. Según contó Flavia, llegaron a Capilla del Monte y sin haberla visto a ella, se dirigieron a la casa del sospechado de abuso. 

El hombre los recibió a punta de pistola. Hubo un enfrentamiento y el denunciado terminó con lesiones graves y su casa incendiada. Repuesto de las lesiones –estuvo 12 días internado-, querelló a Flavia, y a su hermano y madre (ambos detenidos desde ese entonces). En el juicio oral, intervinieron 12 jurados populares y 3 jueces profesionales. A Flavia se la acusó y condenó por haber “instigado” con su posteo, a cuatro delitos: tentativa de homicidio triplemente agravado (por el vínculo, por el concurso premeditado de dos o más personas y por haber sido cometido con ensañamiento); tentativa de abuso sexual con acceso carnal altamente ultrajante (porque su ex pareja resultó con lesiones cerca del ano); privación ilegítima de la libertad; incendio. A la madre y el hermano, se los condenó por esos delitos. Los tres recibieron la misma pena.


La causa por abuso

La causa que se abrió en 2017 por los abusos fue archivada por la justicia exactamente dos meses después de presentada la denuncia, el 10 de octubre de 2017.

Después de la condena a Flavia, el 22 de noviembre último, la fiscal Paula Kelm, de Cosquín, dispuso la apertura de una nueva investigación, luego de que se presentara nueva prueba, entre ella, un psicodiagnóstico y el informe de la terapia que viene siguiendo la niña desde abril, según informó a Página/12 el abogado Carlos González Quintana, al frente del equipo de la defensa de la mujer. Por ahora se tomó testimonio al hijo mayor de Flavia, de 19 años –el único mayor de edad a cargo de la niña--, para que releve a la psicóloga del secreto profesional.


Sobre el ataque, la opinión de Flavia

La cárcel de Bouwer está ubicada a unos 150 kilómetros de Capilla del Monte, los pagos de Flavia. Las amigas la están visitando todas las semanas. Esperan que pronto se dicte la prisión domiciliaria. Ya hubo un dictamen favorable de la fiscalía. Faltan algunos trámites.

Flavia no está sola: distintos colectivos de mujeres vienen reclamando por su libertad. Actrices Argentinas hizo una performance, en Buenos Aires, frente la casa de la provincia de Córdoba para denunciar la injusticia de su condena.

Una de sus amigas, Paula Rodríguez, es quien recibió la carta para este diario y mandó las fotos del texto.

-¿Qué opina del ataque de su madre y su hermano a su expareja? –le preguntó este diario a Flavia.

-El actuar de la abuela y del tío desencadenó una tragedia aún mayor. Mi hija potenció un sentimiento de culpa. Fue una reacción imprudente ir a la casa del pedófilo. La violencia nunca es la solución en ningún caso. Yo me manejé con la justicia, hice todo como correspondía pero las leyes con respecto a las denuncias de violencia sexual no están a la altura de las circunstancias. Yo me sentí en riesgo, desprotegida –escribió Flavia entre sus respuestas.

-Pensó que su expareja se vengaría.

-Mis hijos y yo estábamos en riesgo. Recurrí a hacer una publicación en Facebook donde hacía pública mi denuncia. No fui violenta ni incité a cometer ningún delito. Respondí a los comentarios que sugerían matarlo quemarlo, etcétera, que no podemos quitarle la vida a nadie, que cuidemos a nuestros hijos, que somos las herramientas que tenemos, justicia social.


El fallo

En el juicio no se probó nexo causal entre el posteo y el ataque a la expareja de Flavia. Se dio por probado a partir del “sentido común” y otras inconsistencias. Por ejemplo, para demostrar que Flavia habría estado en la casa de Fernández, en el fallo se toma en cuenta un perro, que vivía con el hombre pero que tiempo atrás había sido de ella y que según contó la expareja, tenía la costumbre de seguir a las personas conocidas. Como apareció en la casa de ella, según declararon un policía y Fernández, para los jueces, la mujer estuvo ahí.

Lo dicen así en el fallo:

“Esta particular costumbre del animal, permite inducir que se fue siguiendo a alguna persona conocida. Pero como no eran tales los coautores –por no residir en la provincia-, por haber aparecido en el lugar que lo hizo, porque Mónica Bonifacio y Enrique Saganías reconocieron que al llegar de Buenos Aires y previo a ir a la casa de la víctima pasaron por la vivienda de Flavia –que no estaba según sus versiones-, es que se puede deducir, desde la lógica y el sentido común, que el animal se fue siguiendo a su anterior dueña Flavia Saganías, quien probablemente se encontraba esperando en el vehículo en el cual se trasladaban los sujetos activos. Ello encastra claramente en su rol de instigadora, de querer aparecer alejada de la escena ejecutiva del delito, de haber guiado a los coautores al domicilio de la víctima y de haber luego recibido la fotografía porque no presenció lo sucedido”.