¿Qué la distrae?

–Vivo en el campo, paso la mayor parte del tiempo en casa, en mi casa en el campo, con amigos, paseo, veo a los albañiles, a los carpinteros… (Risas). Ya no me puedo ver en París. París se está volviendo infernal.

¿Y la música, ocupa un lugar importante en su vida?

–Es lo que más lamento en el mundo: no haber sido música.

¿Cuál es la época que más le gusta? No quiero decir lo que corresponde más a sus libros, a la atmósfera de sus libros, si no si tuviera que elegir. 

–¿Los músicos?

–Y… Bach. Para mí, Bach, Mozart, Beethoven, en fin, el gran trío.

Por supuesto. ¿Suelen encontrarse con escritores en París?

–No sé cómo sucede, pero finalmente los escritores no se juntan más que con escritores. Todos mis amigos escriben, o casi… pero puedo decir que todos.

¿Cuáles son los centros de interés? ¿Problemas de escritura? ¿Las críticas de otros libros escritos por otros autores?

–No, por lo menos en mi medio hablamos mucho de cosas y de otras personas, muchas de las noticias cotidianas… y no poco de política.

Es el gran tema de moda

–Y tenemos conversaciones filosófico-morales, por decirlo así. Hablamos de literatura, por supuesto, pero en realidad no es el tema predominante.

Me atrevo a preguntarle cuáles son los escritores por quienes le gusta verse rodeada.

–Uno de mis mejores amigos es Louis-René des Forêts, a quien considero un gran talento. Conocí muy bien a Georges Bataille y conozco muy bien a Maurice Blanchot, a quien juzgo el primer escritor francés.

Bonito elogio, pero merecido, creo…¿Y tiene usted el coraje -pues creo que ya no hay más coraje en París- de decirles a sus amigos, o tienen ellos el coraje de decirle a usted lo que piensan de sus obras, y usted lo que piensa de las de ellos?

–Sí, lo hacemos. Siempre.

¿Hay amistad, franqueza, camaradería? ¿Cree usted que existe todavía la amistad?

–No, el problema no está allí precisamente. Lo que pasa es que desde el momento en que las personas se juntan, es porque hay una suerte de equivalencia entre los talentos, las inteligencias ¿me entiende? Si, por ejemplo (tomemos a Blanchot), si él escribiera un libro muy malo, yo no podría pensarlo, o bien, si él pensara que yo escribo libros muy malos, no se habría establecido naturalmente la amistad. Nosotros nos decimos la verdad, pero esa verdad no va en contra… no atenta contra nuestra profesión.

Sí, entiendo, porque es una amistad que ha nacido del mismo sentido estético, de alguna manera, porque en el plano del oficio los dos están en la misma longitud de onda.

–Yo creo que sí, ¿sabe usted? Creo que lo que uno escribe tiene tanto alcance como lo que uno hace o uno dice. Esto tal vez pueda parecerle insoportable, pero si uno de mis amigos escribiera un libro odioso, mis sentimientos por él se modificarían. Eso es realmente así. ¿Considera que soy demasiado severa?

No…

–No considero que se trate de dos tiempos o dos movimientos totalmente distintos.

¿Quiere decir que no puede considerarse como Marguerite Duras si no escribiera?

–Yo misma no sé, pero mis amigos, puede ser. Yo, por ejemplo, no los puedo considerar a ellos separados de lo que escriben. Creo que el ser humano es diverso ¿no? Un ser está en sus libros tanto como en sus actos, en sus palabras, en su conducta, en su comportamiento cotidiano.

Antoine Livio, Visiteur d’un soir

Radio Televisión Suisse, Archivos RTS,  13 de octubre, 1964.