Recuerdo que en la contratapa de una edición de Minotauro de Farenheit 451 Ray Bradbury decía sorprendido que se cruzaba a menudo con personas abstraídas de la realidad.

En buena medida era lo que él relataba en su célebre novela, una distopía en la que la lectura y los lectores eran perseguidos.

El universo multimediático invadiéndolo todo, principalmente la intimidad de las personas, moldeando la subjetividad, generando una falsa idea de participación.

Una ilusión de comunidad ficticia, con contactos físicos de diverso tipo limitados, mediados por artefactos.

En el presente, no es infrecuente encontrarse con seres que sonríen frente a un teléfono celular o alienados por sonidos lejanos, poco propensos de responder a otro ser humano. La alienación social en aumento.

La soledad en la multitud. Las palabras ausentes. La escucha indiferente.

El futuro llegó y no es literatura.

De pronto, como en Chile o en Francia, el hartazgo aparece y todo comienza a ponerse en cuestión.

Lo establecido también puede crujir.

 

Carlos A. Solero