“No queremos generar temor al género masculino, pero si al agresor: queremos que tenga suficiente miedo para que no nos agreda” FARRUKAS (Feministas Autónomas Revolucionarias y Ruidosas Unidas Kontra las Agresiones Sexistas)

“El barrio para mí era como una jungla, siempre tratando de sobrevivir, a Lomas de Mariló fui a vivir a los 21 años, le cuidaba la casa a la Tati, mi hermana. Siempre nos molestaban, era una tortura. Cuando estaba con una novia en la parada esperando el colectivo me tiraban piedras, me decían ‘andate de acá lesbiana de mierda, ya te dijimos que te vayas, qué haces acá’. A mi hermana siempre le robaban la bicicleta, eran muchos y yo temía por ella. Cuando era chiquita no me podía sacar a mi padrastro de encima, se subía arriba mío y me abusaba. Después de todo lo que viví de peque, de grande cuando tuve fuerzas me prometí a mí misma que nunca más nadie me iba a tocar. Desde que tengo noción fui abusada por mi padrastro, no lo pude contar nunca hasta el año pasado, cómo le iba a decir a mis hermanitas que cada vez que ellas nacían su padre me abusaba, es muy fuerte eso”, recuerda Analía Eva de Jesús, conocida como Higui.

En la lógica patriarcal, los machos se sienten re zarpados, cuando una lesbiana desafía su masculinidad. Para ellos es una amenaza, quieren corregirla, “arreglarla”, darle una lección y que sirva para el resto. “Higui se defendió de una agresión y de un intento de violación correctiva por eso vamos a pedir la absolución. Si ella no se defendía podría haber sido una Pepa Gaitán -asesinadx en 2010 en Córdoba-, o una Nicole Saavedra de Chile, hay un odio a las lesbianas que no eligen a los machos. Estamos a merced de estos psicópatas”, asegura Gabriela Conder, abogada integrante de la Asociación Gremial de Abogadas y Abogados y que -junto a Eduardo Soarez- asumió la defensa de Higui.

“Yo siempre fui muy pegada a mis hermanas, una de ellas, Mariana tiene 7 hijos y para mí son como mis hijos. Ese día que me atacaron era el día de la madre y no quería estar sola, soy muy sensible y familiera, venía mal de toda la mierda que me venía pasando. Cuando esos tipos me atacaron me defendí porque sentía que cada vez eran más fuertes los golpes y dije acá me matan. Sentí mucho miedo, quería sobrevivir y reaccioné. Estoy acostumbrada a reaccionar a las acciones violentas contra mí o mis seres queridos. Desde los 9 años cuando la defendí a mi mamá de un tipo, ese día dije nunca más voy a dejar que me lastimen a mí, a mi familia o a mis amigues. Siempre voy a estar en contra de la violencia, pero si me atacan me voy a defender. Pase muchas situaciones feas, venían a pegarme por ser diferente, porque yo no era normal para ellos.”

“La causa tiene irregularidades que tienen que ver con que no se investigó la ropa rota y los golpes que recibió Higui. Ella contó lo que vivió ese día, pero el fiscal no investigó su descargo. De todo lo que ella contó no se investigó nada, el fiscal no cumplió con su obligación de hacer lo que se llama 'evacuación de la cita', la voz de Higui nunca se tuvo en cuenta. Solo hay un examen médico en el que se constatan algunas escoriaciones que tenía y nada más”, dice Conder y describe cómo para el fiscal, desde el primer momento, ella estaba sentenciada.

“Estoy segura de que si la muerta hubiera sido yo iba a quedar todo en la nada, pero como murió un tipo es distinto. Nosotras también tenemos derecho a defendernos, ellos nos prenden fuego, nos violan, nos torturan y tenemos derecho a defendernos.” Defenderse o ser violada, esas eran las alternativas que tenía Higui. Optó por la primera, sobrevivió al ataque y terminó presa. La justicia la castigó por sobrevivir.

Después de pasar siete meses en la cárcel, en junio de 2017 la Cámara de Apelaciones de San Martín, le concedió a Higui la excarcelación extraordinaria. Ahora espera en libertad el juicio oral que será del 18 al 21 de febrero. “Aprendí a defenderme por todas las cosas horribles que viví. En el barrio decían ‘esta lesbiana está re loca’, decían eso porque yo reaccionaba. Nunca pude estar tranquila en mi barrio porque siempre venía algún tipo a pudrirla. Debe ser por todas las cosas feas que pasé que aprendí a defenderme y no voy a dejar que nadie se sobrepase conmigo."

LEGÍTIMA AUTODEFENSA FEMINISTA

Autodefensa: Defensa propia, individual o colectiva según la Real (-mente patriarcal) Academia Española. Higui protegió su cuerpo porque su vida corría peligro, se defendió por todas esas veces que la atacaron, su defensa es legítima. No era uno, eran muchos, todos contra una. “Cuando nosotros tomamos la causa no había nada, solamente había declaraciones de familiares y de amigos de Cristian Espósito que estuvieron en ese momento. El fiscal quería cerrar la causa y conseguimos sumar testimonios de personas que eran del barrio, que sabían lo que había pasado y sabían del constante hostigamiento que sufría Higui. Esas personas cuentan las cosas que pasó ella y que tienen que ver con la discriminación por ser chonga, torta, la distinta del barrio, la varonera. Y también declara Tati, la hermana de Higui, cuenta cuando le quemaron la casa, cuando le dieron puntazos en la espalda.”

El 25 de abril de 2019, Tribunal Oral Criminal Nº3 de San Martín dijo que Lino Villar, el médico que mató de cuatro balazos a un joven que intentó robarle, no era culpable de homicidio porque actuó en “legítima defensa”. “El Estado defiende el gatillo fácil por legítima defensa, entonces para los poderosos, para los tipos que portan armas, para los médicos, o carniceros o los policías, para ellos hay legítima defensa, pero para nosotras las mujeres, las lesbianas no hay legítima defensa y para las mujeres y las lesbianas pobres menos. No solo tenemos una justicia patriarcal, sino que también es clasista, misógina y que no tiene en cuenta un intento de violación correctiva. Hay un montón de lesbianas que sufrieron violaciones correctivas, de las cuales casi ninguna pudo denunciar, porque no se animan y porque saben que la justicia está a favor del violador", asegura Conder.

La filósofa y feminista francesa, Elsa Dorlin en su libro Defenderse, una filosofía de la violencia se pregunta: “¿En el día a día qué le hace la violencia a nuestras vidas, a nuestros cuerpos y a nuestros músculos? Y ellos, a su vez, ¿Qué pueden hacer y no hacer dentro de y a través de la violencia?” Y agrega: “No es solamente cuestión de potencia de actuar: lo que está en juego es también la interpelación -una calificación moral y política-, el reconocimiento de “sujetos de derecho” o más bien de sujetxs en derecho a defenderse o no”. Dorlin reflexiona en ese pasaje sobre el linchamiento de Rodney King por policías de Los Ángeles, el joven afroamericano de 26 años, chofer de taxi que es detenido por exceso de velocidad y por ello golpeado por los oficiales hasta dejarlo inconsciente, con cráneo y mandíbula fracturados. A pesar de que todo el episodio fue grabado por cámaras de seguridad, los policías fueron sobreseídos porque al pasar el video cuadro a cuadro los gestos asustados de Rodney fueron leídos como amenazantes por el jurado.

¿En el día a día que le hizo la violencia a Higui, a su cuerpo, a sus músculos? “Yo fui maltratada, torturada, pero por eso no voy a andar pegando, violando, ni faltando el respeto a la gente, no estoy a favor de la violencia. Hay que tener mucho aguante para soportar todo lo que me hicieron a mí. El año pasado me quise sacar los pechos porque me hacía acordar a mi padrastro cuando me abusaba. Antes lloraba cuando contaba esto, pero ahora estoy más fuerte. Inconscientemente, sin saber ni qué era, yo luché contra el patriarcado protegiéndome a mí, a mis hermanas, a mi mamá. Desde que tengo noción de todo lo que pasé me di cuenta de que me acostumbré a que me traten mal, para mí era algo normal. No sabía nada del feminismo y de todas las herramientas, y eso está buenísimo, pero le pido a las pibas que vayan más a los barrios. Yo siempre estaba metida en el barrio y decía si acá me hacen esto entonces cuando salga al mundo me van a matar por eso tenía miedo de salir. Pero después me di cuenta de que estaba pasando cosas peores en mi barrio. Hay pibitos en el barrio que se terminan ahorcando porque los propios padres los violan o agarran el camino de la droga o salen a robar, pero hacen eso porque la pasaron muy mal, y no pueden decirlo, no pueden estudiar por eso los pibitos del barrio son así. Ahora entiendo todo eso porque desperté, yo estaba dormida. Me voy a morir despierta.”

Histórica y culturalmente a los varones se les enseña a defenderse y a las feminidades a ser sumisas. Nos hicieron creer que no teníamos capacidad de defendernos y nos convencieron de que la violencia nunca podía ser una opción, ni si quiera como autodefensa. Nos enseñaron a tener miedo, a no salir a determinada hora, a no circular por ciertos lugares, a guardarnos, porque mejor en casa que en la calle. Como resultado tenemos “una verdadera disciplina de los cuerpos para mantenerlos sin defensa” en palabras de Dorlin.

Ahora hay cosas que Higui sabe con certeza: “Yo no quiero ser más víctima, y quiero entrar en el círculo de lo que ellos dicen que es normal, pero me pregunto ¿Qué es ser normal para ellos? Para mi ser normal es tener corazón y sentimientos, tener un estudio, un trabajo, tener un sueño y poder cumplirlo, normal es estar abajo de un árbol, tomar una birra, jugar a la pelota, estar abrazada con una chica, con una travesti, con un chico trans y poder besarte tranquila.”

Conder asegura: “Para la justicia no te podés defender porque te van a imputar ya sea tentativa de homicidio o lo que fuere. Nosotras damos charlas en la gremial y les decimos 'chicas si un hombre te dice te voy a matar - y más si es tu pareja- vos creéle y defendete, después nosotros te defendemos, pero tu vida no la podés perder y vos no podés actuar como quiere el Estado que actúes, vos te tenes que defender'. Monzón mata con la mano, no estamos en igualdad de condiciones, las mujeres, las lesbianas necesitamos algo para defendernos, Higui necesitaba algo para defenderse frente a cualquier agresión, en ese momento llevaba un cuchillo porque ella hacía jardines y menos mal porque si no la hubiesen matado.”

La autodefensa feminista tiene sus orígenes en las sufragistas anarquistas inglesas, como técnica de defensa frente a situaciones en las que se encontraban solas con su agresor y que luego se adaptaron también a la lucha política para defenderse de la violencia policial. Posteriormente surgieron experiencias como la autodefensa organizada de Lxs Black Panthers haciendo alianzas con la lucha obrera y grupos antiimperialistas en los 60 y que luego inspiró a iniciativas de autodefensa LGBT llamadas Pink Panther Movement para enfrentar a grupos neonazis homolesbotransfóbicos.

Josefina es instructora de autodefensa para mujeres y personas trans, hace 4 años da clases en Córdoba: “El proyecto comenzó por la gran demanda de apropiarnos de nuestrxs cuerpos. Aprender a defenderse es una respuesta política a la violencia que las personas autopercibidas como mujeres, tortas, travas, trans y no binaries sufrimos constantemente en esta sociedad racista y machista homolesbotransodiante. Comencé a dar clases porque me di cuenta de que con 20 años de práctica de kung fu tenía que poder transmitir ese conocimiento a otres”.

Así define Josefina la práctica de la autodefensa feminista: “Es una forma de vivir, es la herramienta fundamental para el cuidado colectivo e individual. Como Higui, que se defendió, y pese a que la Justicia y los medios quisieron encarcelarla, hoy la tenemos entre nosotres, viva. Y luchando por su absolución. Es necesario aclarar que defensa no es violencia. Creo que con urgencia más mujeres, lesbianas y personas trans deben apropiarse de los espacios donde estas disciplinas se enseñan. El cuerpo tiene que ser nuestra arma y para eso hay que entrenarlo. No para atacar sino para responder.”

Desde que el caso de Higui salió a la luz, se convirtió en un emblema de lucha en las calles. Durante las movilizaciones del Ni Una Menos, en los paros del 8 de marzo, en las marchas del orgullo, cada 7 de marzo en el Día de la visibilidad lésbica se gritó: “Yo también me defendería como Higui”. Se organizaron asambleas y campañas para exigir su libertad en todo el país. Que hoy Higui pueda esperar el juicio en libertad es también gracias a la organización colectiva de grupos feministas, el movimiento lgbtinbq+, organizaciones sociales, partidos políticos y organismos de derechos humanos que la acompañarán a partir del 17 de febrero cuando comience el juicio. Esta es otra forma de autodefensa colectiva.

“Tengo muchos proyectos. Cuando salga de todo esto lo primero que quiero hacer es poner un merendero en mi casa para los chicos y también ayudar a las pibas de las cárceles y a las travestis que la están pasando re mal”, dice Higui de sus planes para después del juicio

val flores dice: "Lesbiana es la poética corporal que cada una tiene que reinventarse para sí como un modo de sobrevivir en este capitalismo hetero-racializado patriarcal neoliberal globalizado". Higui se enfrentó a ese sistema, sola, con su cuerpo y su fuerza y sobrevivió, la justicia machista la criminalizó porque hizo uso de la legítima defensa, algo que para las pibas, lesbianas, pobres está vetado. Ahora pelea por su absolución acompañada por un montón de pibas.