“Monólogos seleccionados, de distintos espectáculos anteriores y diferentes épocas, más otros nuevos. Hay archivos de radio, televisión, de mi breve paso por el cine. La entrada cuesta 100 pesos y hay aire acondicionado. Creo que es una propuesta a la que uno no le puede decir que no”, sintetiza Luis Rubio acerca de Luis Rubio 3 Décadas, uno de los espectáculos que renueva la programación de Un Verano Fresquito, el ciclo que organiza la Secretaría de Cultura y Educación en Teatro La Comedia (Mitre 958) y en los auditorios de los distritos (ver recuadro). A partir de hoy a las 21 en La Comedia, y durante todos los viernes del mes, Luis Rubio buceará en sus tres décadas de humor compartido, a la par de toda una experiencia que hace 30 años tuvo su participación primera en el programa Propuesta Joven.

Personajes emblemáticos –Eber Ludueña, Evaristo Hurtado, Ramiro Agujis- y una trayectoria mediática que lo ha llevado por programas televisivos y radiales, en donde su predilección por el absurdo le ha ganado una simpatía indeleble. “A mí me ha gustado siempre escribir en base a errores, detectar cosas que andan mal, las fallas. Algo falla en el equipo técnico y te transforma el relato; si algo falla se modifica el discurso del periodista. Cuando algo se confunde o se traspapela, genera humor”, le dice Rubio a Rosario/12.

--En tu tarea hay una lectura de la realidad tan válida como la de cualquier periodista.

--El humor comunica y el chiste busca la risa. El humorista busca contar una idea a través de un vehículo siempre bien recibido por la gente que es el humor. Y sí, creo que uno da cuenta de la realidad. Decía Rudy en algún curso de humor que hice en Buenos Aires, que uno se entera de lo que no sabía por los periodistas y se entera de lo que ya sabía por los humoristas (risas). Es una hermosa frase, porque quiere decir que el humorista te viene a contar una cosa que vio, conceptualizó, observó, que vos ya sabías pero no habías visto o pensado. No en vano los diarios tienen su sección de humor. En los conductores y la gente de la tele hay preocupación porque no existan fallas. Pero el humor está ahí, en la falla. Decía Tomas Sanz que el humor es poner algo donde no va (risas). Otra hermosa definición. O Fontanarrosa, cuando decía que el humor es sobre lo que sale mal, lo que no funciona. Yo no sé con qué hacen humor en Suiza, donde el tren llega a horario, el piso está limpio, la gente cobra; no hay grandes humoristas suizos, seguramente (risas).

--Muchas veces convivís con periodistas que tratan de evitar esas fallas, justamente.

--Me ha favorecido más que el otro sea el más normal. Con (Néstor) Ibarra funcionábamos bien porque nosotros llevábamos cosas poco convencionales. Cuando el periodista es el “deber ser”, a mí me favorece. Cuando pasé a laburar con Lalo Mir era mucho más difícil, porque él te redoblaba la apuesta y quería siempre devolvértela. Ibarra decía “no, eso es una enormidad, no puede ser” (risas). Para que uno sea el Jerry Lewis está bueno que haya un Dean Martin, que es un rol difícil. (Alejandro) Fantino lo hacía genial, porque es un tipo divertido, que inventa cosas, es delirante, pero con mi personaje era lo contrario, se volvía el periodista, y eso a mí me ayuda. Yo vengo de laburar de la época de Macaya Márquez, de Mariano Grondona, que eran tipos más convencionales, y hacer una parodia llamaba más la atención. Hoy la tele ya es paródica en sí, es una farsa. Ves los panelistas que se pelean y no son tipos tan en serio. Sería como imitar al imitador, y es más complicado.

--Está la respuesta del público, que siempre te acompañó.

--Es sustancial, clave, para que uno se pueda dedicar a esto. Lo más lindo es que es inmanejable, no depende de mí, es medio mágica. Hago lo que me gusta y logro que le guste a cierta cantidad de gente, pero no a todos, claramente. Esto es como la democracia, no te tienen que votar todos, sino un número suficiente que te permita ser el gobernador o presidente. La terapia me enseñó eso. Si le querés gustar a todos vas directo al fracaso. Eso lo vuelve más picante, más incierto, más adrenalínico. Yo tuve la suerte de que las cosas que he intentado, y me han divertido, coincidieran con el gusto de la gente. Siento que me han ido acompañando en distintas etapas, y eso es una bendición. Yo disfruto lo que hago y si puedo vivir de eso, mejor. Es lo que sé hacer.