Susana Mirassou es la primera mujer que ocupa la presidencia del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), dependiente del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca. Sanjuanina, hija de una maestra rural y un padre ferroviario, Mirassou se recibió de ingeniera agrónoma en la UBA en 1987. Luego, en la misma facultad, hizo la maestría en Economía Agraria, y se doctoró en Flacso con una tesis vinculada a la Gestión Integral de los Recursos Hídricos. En diálogo con Página/12 contó cómo encontró el INTA, adelantó las políticas de género que implementará, la importancia de priorizar la agricultura familiar pero también la tecnología de punta y la necesidad de pensar en el desarrollo sustentable. 

"La política del gobierno anterior fue la de debilitar y achicar el organismo. Encontramos un INTA muy frágil y hay mucho por hacer", dijo la flamante presidenta. "Hay actores que están faltando en los consejos de decisión y creemos que la agricultura familiar tiene que participar con voz y voto en las decisiones", advirtió.

-¿Cómo fue su trayectoria hasta llegar a ser la primera presidenta mujer del INTA?

-Empecé como becaria en el Instituto a fines de los '80 para realizar una maestría en economía agraria e investigué sobre los temas de evaluación económica y de erosión de los suelos. En esa época también fui docente en la facultad de agronomía de la UBA y después comencé a trabajar en el INTA, en el Instituto de Economía y Sociología Rural. Siempre con el enfoque puesto en la economía de recursos naturales. En la década de los '90, por cuestiones de ajuste, me fui a trabajar al Conicet en áreas de evaluación. Al INTA volví años más tarde. El año pasado, por el achicamiento que se dio en la estructura, la dirección que estaba a mi cargo se quedó sin funciones.

-¿En qué estado se encuentra el INTA después del gobierno de Cambiemos?

-Hubo un fuerte embate para que se reduzca la planta y, si bien se logró que no haya despidos masivos como en otros lugares del Estado, la política del gobierno anterior fue la de debilitar y achicar el organismo. Encontramos un INTA muy frágil y hay mucho por hacer. Se ve deteriorado en cuanto a su infraestructura, en su equipamiento de investigación. Hay vacancias importantes en áreas temáticas, en el personal de campo, laboratorio y administrativo. Hay 800 personas menos que se fueron por retiro voluntario, renuncias o jubilaciones y no se pudieron reponer. Con la cobertura territorial que tiene el INTA a lo largo del país, tenemos mucho por construir. 

-¿Qué importancia le va a dar su gestión a las políticas de género?

-Será un tema prioritario. En el INTA hay un 60% de empleados hombres y un 40% mujeres, pero cuando mirás los puestos de conducción, el porcentaje de mujeres baja. Vamos a trabajar en una política de género que permita la igualdad de oportunidades y su traducción en medidas concretas. Hay que ayudar a las mamás que trabajan pensando en regímenes de horarios distintos para que puedan atender las demandas de sus niños y a su vez crecer en la institución. Trabajaremos en un conjunto de medidas alineados con el Ministerio de las Mujeres, Género y Diversidad y con los distintos organismos y ministerios. INTA tiene algunas cosas en marcha como por ejemplo una línea telefónica para acompañar situaciones de violencia de género, hay que fortalecer lo que existe y avanzar con nuevas ideas. 

-¿Qué diferencia hay en su visión del "campo" de la de la gestión anterior?

-Para nosotros hay un rol fundamental que es el que debe cumplir la agricultura familiar y su participación en los distintos ámbitos de conducción. Hay actores que están faltando en los consejos de decisión y creemos que la agricultura familiar tiene que participar con voz y voto en las decisiones. Tenemos una estructura donde están las entidades representativas históricas del agro, pero no una en la que estén ellos. Las entidades históricas tienen que seguir estando, pero los actores de la agricultura familiar también. Las prioridades que hoy tiene el país son con los más vulnerables.

-¿El Estado puede ocuparse de la agricultura familiar y a su vez de la tecnología de punta?

-Tenemos un objetivo estratégico que es el de aportar a la competitividad. Es clave que el país pueda crecer y fortalecer su perfil exportador agregando valor a los bienes y productos agroindustriales. El rol del INTA es clave para el crecimiento y mejora de las principales cadenas de producción que sostienen nuestro mercado de exportación y, en ese sentido, vamos a seguir trabajando con todos los actores, entidades y cámaras que están en esto. INTA tiene un rol muy importante con las tecnologías de punta, con el aporte a distintos procesos, productos y organizaciones. Vamos a contribuir desde lo que sabemos hacer qué es investigar y obtener buenos resultados para mejorar las cadenas y la rentabilidad de los productores.

-¿Va a tener prioridad el desarrollo sustentable y el cuidado del medio ambiente en su gestión?

-Cuando hablamos de desarrollo estamos hablando de desarrollo sostenible, inclusivo y equitativo en el sector. Esto nos demanda aportar modelos de producción alternativos desde la agroecología, el manejo de bosque con ganadería integrado. Eso no quiere decir que el INTA va a dejar de mirar las producciones extensivas. Las va a seguir mirando, pero la agenda ambiental y la demanda de sistemas que requieren de menor uso de insumos es clave, está instalada en la sociedad. Tenemos que apostar a eso también.

Entrevista: Melisa Molina.