El papa Francisco cerró por el momento la posibilidad de ordenar como sacerdotes a hombres casados, dejando en suspenso la expectativa creada sobre el tema a partir de la recomendación hecha por los obispos católicos durante el reciente Sínodo Panamozónico. El documento post sinodal, publicado el miércoles en el Vaticano y titulado "Querida Amazonia", tampoco contempla la alternativa de ordenar diaconisas a las mujeres, otra de la sugerencias sinodales, lo cual habría abierto el camino de las mujeres al ministerio ordenado.

En el texto, que el Papa centra en el "cuidado de la casa comùn" a través de cuatro "sueños" (ecológico, cultural, social y eclesial), Francisco ni siquiera menciona en forma expresa los pedidos que ahora aparecen denegados, pero reconoce que la Iglesia necesita dar respuestas valientes en la materia. Afirma que “el modo de configurar la vida y el ejercicio del ministerio de los sacerdotes no es monolítico, y adquiere diversos matices en distintos lugares de la tierra”, pero entiende que no ha llegado el momento de introducir cambios sustanciales. Queda abierto no obstante el interrogante acerca de si Jorge Bergoglio ha clausurado de esta manera el debate sobre el tema, o bien aguarda una nueva oportunidad para replantear la cuestión.

El asunto de la posible ordenación sacerdotal de hombres casados, de "vida proba" y reconocidos por su comunidad, adquirió vuelo durante el sínodo amazónico celebrado en octubre pasado, motivado por la falta de vocaciones sacerdotales para atender a la feligresía en esa parte del mundo. En el documento final que tuvo al apoyo de los dos tercios de los obispos participantes, se propuso “ordenar sacerdotes a hombres idóneos y reconocidos de la comunidad que tengan un diaconado fecundo y reciban una formación adecuada para el presbiterado, pudiendo tener familia legítimamente constituida y estable”. La propuesta fue elevada al Papa quien finalmente no la tomó en cuenta y ni siquiera incluyó la mención en su texto post sinodal. Según Francisco la solución consiste en promover las vocaciones sacerdotales con el estatuto actual e insistir en que haya más diáconos permanentes en la Amazonía.

El documento, de 25 páginas y dividido en cuatro partes, exhorta a que las mujeres tengan mayores funciones en la Iglesia de la región, pero cierra la posibilidad a la creación de diaconisas. Al respecto el Papa afirma que sería reduccionista pensar que “se otorgaría a las mujeres un estatus y una participación mayor en la Iglesia sólo si se les diera acceso al orden sagrado”. Y agrega que "esta mirada en realidad limitaría las perspectivas, nos orientaría a clericalizar a las mujeres, disminuiría el gran valor de lo que ellas ya han dado y provocaría sutilmente un empobrecimiento de su aporte indispensable”.

El director editorial de la Santa Sede, Andrea Tornielli adelantó la posición de Francisco en un artículo en el que señaló que “después de haber orado y meditado, (el Papa) ha decidido responder no previendo cambios o nuevas posibilidades de excepciones a las ya previstas por la disciplina eclesiástica vigente, sino pidiendo volver a empezar desde lo esencial”.

Para los sectores más progresistas del catolicismo una decisión en la línea de ordenar sacerdotes a varones casados habría significado un paso adelante también en cuanto a dejar de lado la exigencia del celibato para el ejercicio del ministerio sacerdotal. Pero este mismo hecho fue el que desató severas críticas y resistencias de los grupos más conservadores de la propia Iglesia Católica.

Los obispos de Estados Unidos estuvieron entre quienes se opusieron a cualquier cambio en las reglas de juego que rigen para los sacerdotes. En una reunión celebrada días pasados entre Francisco y obispos norteamericanos, el pontífice había adelantado que quienes esperaran un giro histórico sobre el tema del celibato quedarían “decepcionados”.

La cuestión de la ordenación de hombres casados tiene una larga historia de debate en la Iglesia y seguramente el tema no quedará clausurado aquí. Porque, como recuerdan quienes estudian el asunto, el propio Concilio Vaticano II (1962-65) sostuvo que “la perfecta y perpetua continencia” (el celibato) no es “ciertamente exigida por la naturaleza misma del sacerdocio”.

Entre las explicaciones que dan los analistas vaticanos para dejar de lado ahora el asunto de la ordenación sacerdotal de varones casados, se señala que el Papa pretendió poner el foco de atención sobre otras cuestiones al referirse a la Amozonia. En el documento "Querida Amazonia" Francisco comparte “cuatro grandes sueños”: que la Amazonia “luche por los derechos de los más pobres”, “preserve la riqueza cultural”, “custodie celosamente la abrumadora hermosura natural” y, por último, que las comunidades cristianas sean “capaces de entregarse y encarnarse en la Amazonia”.

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