El 14 de febrero es -y cada vez más por estas tierras en los últimos años- San Valentín. Una festividad que, además de marketinera e importada, le sube el precio al estar emparejadx (cuanto más monógama, heterosexual y pegote sea la yunta, mejor). Mientras los vendedores de bombones esperan a San Valentín como un destello al final de la crisis, se devalúa el andar sueltx. La misma depreciación que le cabe a quienes andan solxs golpea a los placeres solitarios. Sí, aun hoy cuando parece que ya no queda recoveco de la vida íntima y política por liberar, deconstruir y visibilizar, las palabras masturbación o autoerotismo pueden provocar risas nerviosas y caras de póker.

“Es notable cómo entre grupos de mujeres, el feminismo nos habilitó hablar de muchas cosas como violencias, pero todavía nos cuesta hablar de nuestro placer. Algunas se han permitido hablar más de sexo con otres, pero no de masturbación”, apunta la periodista santafesina, usuaria (casi coleccionista) de juguetes sexuales Morena Pardo (26). “Una de las cosas que más me llama la atención con este tema es que no existe un término genéricamente específico para nosotras. Masturbarse es demasiado clínico, ‘hacerse la paja’ hace referencia al movimiento ascendente y descendente de un falo. Lo que no se nombra no existe. Ese es un buen lugar para empezar. Hace un par de años en Suecia inventaron una palabra para ese fin”, cuenta Estefanía Enzenhofer (30), fundadora del sitio Vaga Fiebre. 

Es que la masturbación se ve hoy envuelta en una paradoja: o bien permanece todavía como tabú o se habla de ella hasta por los codos pero para esquivar el bulto. Esta verborragia desmedida está aludida en “Sex Education”. La serie de Netflix muestra cómo un adolescente, Otis, hijo de una sexóloga, se convierte en el consultor sexual de su escuela aunque él mismo no logre masturbarse. 

Esta encerrona que refleja el argumento de la primera temporada es algo que también intriga a Paola Kullock, hermana de la actriz y asesora de juegos eróticos (pkescueladesexo.com.ar): el problema “no es sólo que se habla poco sobre masturbación, sino que cuando se habla se habla mal porque se exagera. ¡Nos mentimos mucho entre nosotras! Todas decimos que cuando estamos solas somos multiorgásmicas. Si nos preguntan cómo estuvo ese encuentro cercano con una misma, contestamos '¡estalló el mundo!'. Pero, no, no es la bomba atómica”, se queja.

 “Exageramos muchísimo. También me matan las que vienen a la consulta y me dicen que no saben si tuvieron o no un orgasmo. Es como que me digas que no sabés si estornudaste”, dice Kullock mientras extiende una invitación a sus talleres de masturbación para mujeres y feminidades: “Charlamos entre todas, contamos cómo lo hacemos, mostramos, compartimos trucos, herramientas, posiciones, tips, experiencias”.

 Una constante que Kullock observa en esos encuentros es que “aún falta entender que se puede fantasear con cualquier cosa. ¡Calma, muchacha! Aquello con lo que fantaseás no es necesariamente lo que querés. A veces no alcanza con la imaginación, necesitás un disparador, un libro, una película”. Es por eso que el año del boom de ventas en Argentina de “Cincuenta sombras” fue un momento “en que las mujeres mejor nos llevamos con la masturbación”.

Betty Dodson: el placer es nuestro

“El placer es nuestro” es uno de los capítulos de la escandalosa “The goop lab”, serie por la que la actriz Gwyneth Paltrow, su conductora, estuvo en boca de muchxs acusada de hacer un mal uso de la ciencia y de engañar al público (en especial por el episodio que explora el papel de los hongos alucinógenos y el LSD en terapias para tratar estrés postraumático, entre otros trastornos). En “El placer es nuestro” se aborda el trabajo de la leyenda viviente del feminismo prosexo y activista bisexual Betty Dodson, educadora y artista, autora de una decena de libros que van desde el clásico hippie “Libetaring masturbation” (1974) hasta el expeditivo “Learn to orgasm in four acts” (2013), pasando por su autobiografía “Sex by desing” (2010). 

Con noventa años Dodson sigue dando talleres grupales de masturbación y autoconocimiento en su departamento en Manhattan. El homenaje que le hace “The goop lab” es pedagógico y divertido: se explica un glosario sencillo, como la diferencia entre vulva y vagina. Se la ve a la veterana Dodson guiando a su coequiper para tener un orgasmo real en pantalla y se explican los secretos del método que la hizo famosa, en el que se puede profundizar a partir de los videos y poscats en su web (dodsonandross.com).

CAM4: ¡Mirame!

Una embarazada le muestra las tetas a la cámara hace minutos. De fondo suena la alarma de un despertador. La mujer desaparece de la pantalla unos segundos y reaparece ya sin ruidos de fondo. No hace demasiado, como si juntara fuerzas para empezar o usara la webcam de espejo para acomodarse el pelo. A un costado de la pequeña ventana que la muestra desnuda y en vivo, se listan sus señas particulares: medidas, deseos, preferencias y el pedido de que ¡no le insistan más para que se saque leche en vivo! También apunta que no está en pareja, ni busca citas

Sólo está ahí para ser observada. Lentamente empieza a tocarse los pechos y un grupo de aplaudidorxs la alienta desde las ventanitas de chat que se multiplican mientras ella se ve cada vez más concentrada en su quehacer. Así es un instante cualquiera en CAM4, una red de live streaming donde cualquiera puede mostrarse al mundo, o más específicamente a un conjunto de espectadores más o menos pasivos. 

Desde hace más de una década el webcaming revoluciona la industria del porno amateur al tiempo que pone en cuestión la histórica asociación entre masturbación y soledad. Cam4 es una más entre muchas otras opciones de páginas que monetizan (cuenta con un sistema de propinas) el encanto de la trasmisión en vivo y brinda a lxs usuarixs la posibilidad de chatear, mirar sin ser visto o espiarse mutuamente.

Best sellers para San Valentín: dildos y succionadores

El dildo o vibrador funciona en la vida de las lesbianas y de todas las mujeres como herramienta del goce más allá de lo que instaura la ley heterosexual. Para San Valentín dos de los juguetes más populares y novedosos son el vibrante a control remoto y el succionador de clítoris. Del primero hay dos tipos, según describe una usuaria encantada con el producto: “uno que funciona con hasta diez metros de distancia, al que podés usar con tu vecina, y otro que funciona a través del teléfono celular, o sea que no importa la distancia, vos podés estar acá y tu partenaire en Japón”. 

El otro best seller tanto en España como en Argentina es el succionador, que al contrario de lo que su nombre indica, no succiona. Así lo explica después del testeo de calidad Beatriz Távara, coach y fundadora del tuppersex La sonrisa de Afrodita (lasonrisadeafrodita.com): “Se le tendría que haber llamado ‘pulsador’, pero supongo que ese nombre no tiene tanto gancho. Funciona a través de pulsaciones u ondas expansivas. No es un aspirador. Creo que se convirtió en el producto del año son las pulsaciones que emite, que son tan intensas, que estimulan muy, muy bien y muy velozmente, las ocho mil terminaciones nerviosas que tenemos en el clítoris. Tan rápido es que en España ya se está hablando de un boom del llamado ‘fastsex’”.

El consejo fundamental a la hora de comprar y regalarse para este 14 de febrero lo aporta Paola Kullock: “¡No gasten fortunas en juguetes! Primero tenés que averiguar si la vibración es lo tuyo. Ningún humano vibra como un aparato así que no sabés si te agrada hasta que no lo probás. El succionador, tan de moda, en Argentina sale nueve mil pesos. Si sos principiante, arrancaría por algo más sencillo y después vas complejizando. Empecemos por el zapato negro”.