Podía vestirse de mujer y usar provocativamente la tanga de su novia, pero no hubo en la historia ningún rock star más alejado de cualquier idea actual de deconstrucción masculina. Es difícil conjeturar cómo habría envejecido Bon Scott si la vida le hubiese concedido semejante tortura, pero está claro que su modelo de comportamiento arriba y abajo del escenario estaba en las antípodas de los protocolos del siglo XXI en términos de urbanidad y aggiornamiento de género. El cantante de AC/DC fue un héroe de su tiempo y se consumió en su propio fuego. 

Scott se murió en la madrugada del 19 de febrero de 1980. La causa certificada de su muerte fue "intoxicación etílica y muerte accidental, por broncoaspiración" (lo que en la jerga se traduce como "se ahogó en su propio vómito"), pero no hay leyenda que pueda erigirse como tal sin que distintas hipótesis impugnen la versión oficial. El mejor biógrafo de la banda australiana, ​Jesse Fink, abona aún hoy la hipótesis de que el cantante "falleció de una sobredosis de heroína. He reconstruido la noche del 18 de febrero de 1980 hablando con la gente que estuvo con él y esa es la realidad”. También dice que el amigo que lo acompañaba en su última noche, Alistair Kinnear, era en realidad su dealer, que, extrañamente (o no), desapareció y nunca más se lo vio. Los hechos inmediatamente posteriores sí están comprobados: AC/DC, esto es, los hermanos Angus y Malcolm Young, anunciaron al poco tiempo que la banda estaba destrozada por la muerte de Scott y que el nuevo cantante iba a ser Brian Johnson. La celeridad en la decisión activó la grabación de Back in Black, el "disco homenaje" más exitoso de todos los tiempos. Un álbum extraordinario, claro, que incluyó esbozos de letras escritas por Bon, aunque su autoría no figuró en los créditos. 

La expresión "cantante nuevo" acompaña desde entonces a Johnson como si fuera un karma. Porque ya pasaron 40 años y para muchos fans "El" cantante de AC/DC sigue siendo Bon Scott, que solo estuvo seis años en la banda. Semejante asimetría valorativa le debe mucho seguramente a la proverbial necrofilia que aqueja a rockeros de todo tiempo y estilo. Pero también se asienta en un hecho evidente con solo escuchar un par de discos (If You Want Blood You've Got It y Highway to Hell alcanzan y sobran para trazar el diagnóstico inapelable): Scott era un frontman que se adueñaba del escenario y además cantaba (y cómo...); Johnson es un esforzado vocalista de cuya obediencia y medianía se nutrió Angus Young para transformarse rápidamente --con indudables méritos propios, claro-- en el foco de todas las miradas. Para los Young, la muerte de Scott fue pura ganancia. 

Bon era "rock and roll" en la mejor y en la peor de las interpretaciones que esa pertenencia habilita. Su risa perversa, su poesía venérea y su fama de macho que asolaba camarines y habitaciones de hotel completaban al cantante que había decidido añadirle al blues su descomposición final. En "Rock and Roll Singer" escribió y cantaba: "Tengo al demonio en la sangre /diciéndome lo que tengo que hacer (y soy todo oídos)/ seré cantante de rock and roll/seré una estrella de rock and roll". En la encrucijada donde se deciden las vidas de la gente, Bon eligió su camino y lo siguió hasta el final.  El hombre que había trabajado como mecánico, pescador de cangrejos, cartero, mozo de granja y repartidor de correo; el tipo que arrasaba con todos los bares que se interponían en su viaje al infierno; el cantante bajito, flaquísimo y desdentado que despertaba quién sabe qué fantasías sexuales en las groupies, tramitó como pudo su condición de estrella de rock. 

Scott era escocés y eso, en la Australia de los años 60, no se arreglaba así nomás. En Fremantle (ciudad portuaria, cercana a Perth), se sobreadaptó desde muy chico a las burlas por su acento y por esa aspereza orgullosa que decidió acentuar. De adolescente pasó por prisiones y reformatorios. Más tarde lo echaron del ejército por "inadaptado social". Cantó en un par de bandas de segunda línea, se hizo famoso con AC/DC y se murió. Ese fue su corto e intenso recorrido de 33 años. Quien sabe si está viendo, con su sonrisa envuelta en llamas, lo que le esperaba después de muerto: la National Trust of Australia incluyó su tumba en la lista de lugares clasificados como "Patrimonio de Australia". Turistas de todo el mundo viajan a Fremantle para llevarle flores y petaquitas de whisky. También pasan por el bar favorito de Bon, "Little Creatures" y visitan la cárcel donde había ido a parar a los 16 por robar bidones de gasolina. Por último se sacan una foto al lado de la estatua montada por las autoridades para homenajearlo. El Bon Scott de carne y hueso ya se había despegado de todos cuando tomó velocidad en su último himno, "Highway to hell":  "Ey Satán, pagué mis deudas/tocando en una banda de rock /Ey mama, mirame/voy camino a la tierra prometida/estoy en la autopista al infierno".