Unos minutos antes de posicionarse en el carril que le corresponde para empezar su carrera, empiezan los murmullos. Con miradas feroces siguiéndola de principio a fin de su prueba, con palabras lanzadas al aire como piedras, con voces que hablan de “justicia”, la velocista trans Andraya Yearwood pone su cuerpo en acción y consigue llegar a la meta. Lo mismo le sucede a Terry Miller, la otra joven atleta trans que brilla en el estado de Connecticut. Se han hecho amigas en la lucha: prácticamente desde que empezaron a competir por su secundaria, han debido enfrentar reclamos y pedidos de exclusión por parte de sus rivales. Son mujeres trans. Son negras. Y ganan. Esta vez, sin embargo, la queja fue más allá, directo contra sus derechos: tres de sus habituales rivales, representadas por sus madres, presentaron una demanda contra el ente que rige las competencias estudiantiles en Connecticut para que les prohíba competir.

Las cuentas de Andraya y Terry en Instagram son similares a las de cualquiera. La diferencia es que, en medio de las poses seductoras y las sonrisas de felicidad, siempre se cuela algún comentario ofensivo. A veces ni siquiera hace falta: son ellas mismas las que salen a descargarse. Entre una foto y otra, Andraya y Terry tienen que salir a defender su existencia. “Merezco correr en el equipo de mujeres como cualquier otra mujer. Sólo espero que más gente pueda abrir su mente a los tantos problemas que la comunidad transgénero enfrenta día a día”, contó en un post Andraya, en junio del año pasado, cuando se creó una petición para alejarlas de las competiciones.

Su amiga Terry también decidió hablar en 2019, ante los intentos de alejarlas del deporte, de su pasión y de parte de su vida. “He enfrentado discriminación en cada aspecto de mi vida y ya no quiero quedarme más callada -dijo entonces-. Soy una chica y soy una corredora. Participo en el atletismo para sobresalir, encontrar comunidad y significado en mi vida. Es a la vez injusto y doloroso que mis victorias tengan que ser atacadas y mi esfuerzo ignorado. Cuanto más nos digan que no pertenecemos y que deberíamos avergonzarnos de quiénes somos, menos oportunidades tendremos de participar en los deportes. Y ser un atleta puede ayudarnos a sobrevivir. En cambio, se nos dice que estemos calladas, que nos vayamos a casa, que dejemos de ser quienes somos. Yo continuaré luchando para que todas las personas trans compitan y participen de acuerdo con lo que son. Hay una larga historia de exclusión de las chicas negras del deporte y de vigilancia de nuestros cuerpos. Soy una corredora y seguiré corriendo y luchando por mi existencia, mi comunidad y mis derechos”.

La demanda, presentada el pasado 12 de febrero, recuerda que, entre Terry y Andraya, se adjudicaron 15 campeonatos desde 2017, entre ediciones indoor y outdoor. Aquel año, Andraya comenzó a competir con el equipo de atletismo de su escuela (Cromwell) y ganó las pruebas de 100 y 200 metros, logros que repitió en 2018. En febrero de 2019, se convirtió en la primera atleta trans que se clasificó y compitió en los New Balance Nationals Indoor. Terry (Bloomfield), por su parte, resultó campeona en 200 metros los últimos dos años y también se ha destacado en 300. Desde las últimas dos temporadas, ambas se lucen en la prueba de 55 metros, donde prácticamente se repartieron el 1-2 en casi todos los encuentros que disputaron en Connecticut.

Andraya recopila títulos periodísticos y comentarios en las redes sociales y los publica en un posteo de Instagram. El último comentario, agrandado por un zoom que da cuenta del tamaño de la herida, dice “cheaters”. Significa “tramposxs”. Aún así, aún después de empatizar ante su publicación, será siempre imposible intentar percibir el odio sobre el que deben moverse sus pies. Según el informe de Human Rights Campaign, la organización de derechos civiles de personas LGBTQ más grande de Estados Unidos, en 2019 fueron asesinadas violentamente 22 personas trans: 21 de ellas eran mujeres negras. “Era aterrador estar en una posición en la que alguien podía dañarme en cualquier momento. Siempre que quisieran. ¿Quiero seguir haciendo esto? ¿Vale la pena? No quiero ponerme en peligro”, reveló la joven atleta en una entrevista al portal Bleacher Report.

Luego de haber presentado el año pasado una queja ante el Departamento de Educación, este año Selina Soule (escuela Glastonbury), Chelsea Mitchell (Canton) y Alanna Smith (Danbury) dieron un paso más concreto, al presentar -representadas por sus madres- esta demanda. En su acción judicial, están siendo representadas por la Alliance Defending Freedom (ADF, Alianza para la Defensa de la Libertad), organización que el New York Times denominó “la mayor fuerza legal de la derecha religiosa” y que es conocida por financiar causas anti-LGBTQ+.

“Vi que ella (Andraya) era muy rápida, que estaba muy por delante de todas las demás y pensé que algo no estaba bien. Luego me enteré que esa atleta era una mujer trans”, contó Soule, una de las que lleva adelante la demanda. Lo cierto es que, por más que Terry y Andraya sueñan con ser las más rápidas, aún no lo son. En la prueba donde más se destacan, la de distancia corta de 55 metros, Terry es la dueña de la marca más veloz entre las secundarias de Connecticut, con un tiempo de 6.91 que consiguió en enero del año pasado. Pero ese registro, su mejor marca personal, pasa a ubicarse séptimo en el ránking nacional. Y, por su parte, los 7.01 segundos que su amiga luce como su tiempo más veloz tienen delante 19 mejores marcas repartidas por todo el país.

La demanda apunta contra la CIAC (Connecticut Interscholastic Athletic Conference), el ente que regula la competencia deportiva entre escuelas secundarias del estado, justamente uno de los territorios que garantizan la inclusión de las personas trans sin restricciones: según la web transathlete .com , que rastrea las políticas deportivas en todo el país, Connecticut es uno de los 17 estados que garantiza la participación de atletas trans (en sus equipos de la secundaria) sin exigencias de hormonización ni cirugías.


“¿Qué somos? ¿No somos humanos como el resto? ¿Cómo piensan que nos sentimos nosotras, que atravesamos esto cada día y somos lo suficientemente valientes para seguir?”, le preguntó Terry, hace unos meses, a una sociedad que parece no haberla oído. La paradoja también salió en las noticias: en medio de su acción judicial, una de las demandantes, Chelsea Mitchell, venció en dos oportunidades a Terry en la prueba de 55 metros, la última hace dos días.

Pero en esta historia todavía hay algo más increíble. Página/12 se intentó comunicar con Terry y Andraya y logró contactar a la segunda, que prefirió no dar declaraciones públicas recomendada por su representante. En el saludo inicial de la charla, el autocorrector del teclado corrigió las palabras en inglés de esta cronista y las escribió en español, el idioma habitual del teléfono. Desde entonces, Andraya siempre respondió en español, y el diálogo se volvió un simpático intercambio teñido por las dos lenguas. La atleta ya lo había hecho en su Instagram frente al comentario de un varón que le decía que no debería correr contra chicas. Ella vio que él hablaba en portugués y le respondió en ese idioma. Andraya estudia esa lengua y también otras, entre ellas español. Se ve que, a diferencia del mundo que la rodea, a ella sí le gusta comprender a lxs demás.