Rosario produjo ayer una expresión popular rotunda en defensa de los derechos de la mujer y contra la cultura patriarcal y la violencia de género. Alrededor de 50 mil personas –abrumadora mayoría de mujeres– marcharon entre la plaza Montenegro y el Monumento a la Bandera, y desbordaron el patio cívico y las adyacencias en una demostración elocuente del cambio cultural que se está gestando desde el campo popular, hace algunos años, y del cual esta ciudad es uno de sus mejores escenarios. Ayer hubo mujeres que marcharon contenidas por tal o cual organización civil, partido político, estudiantil o de índole diversa (un grupo se embanderó con la Secretaría de Género de Rosario Central), pero también hubo mucho de convocatoria espontánea, individual. Un solo factor común, general a todas en esa marea humana: el verde y el violeta en pañuelos, en carteles, el glitter, las banderas.

Al pie del Monumento, La Colectiva de Músicas calentó la espera por el arribo de la marcha con canciones y coplas alusivas a la convocatoria. Imperaba un clima de orgullo compartido, de entusiasmo retroalimentado por semejante demostración de fuerza. "¡Volvimos a tomar el Monumento", exclamaron desde el micrófono quienes luego leyeron la proclama "8M Rosario 2020".

La calle se pobló de consignas que interpelan al machismo, al patriarcado. Una llamaba a "dejar de criar princesas indefensas y machitos violentos". "Mi forma de vestir no es una invitación a tu mirada", "Nunca más tendrás la comodidad de nuestro silencio", "De camino a casa quiero ser libre, no valiente", "Aborto legal en el hospital", "Niñas, NO madres", eran algunas de las leyendas entre el gentío. Y también un cartel con una docena de nombres, todos de víctimas de femicidio en la ciudad: "Por todas las que ya no están".

La aparición del cuerpo de Fátima Acevedo este fin de semana en Paraná marcó el femicidio n° 71 en lo que va del año en el país. Argumento de refuerzo para el clamor que atronó en la explanada y que el viento fresco que soplaba desde el río llevó hacia el centro. "Estamos hartas, no nos callamos más, basta de femicidios, de transfobia y homofobia", se escuchó.

El movimiento que ayer reapareció en la calle mostró su transversalidad, no solo porque alineó a diferentes partidos políticos detrás de sus consignas, sino también porque su convocatoria trascendió el interés de sectores medios, universitarios e integrados, como supondría el prejuicio. En la cabecera del acto se dejó ver la bandera del Movimiento de Mujeres Indígenas del Abya Yala Rosario, y un buen número de manifestantes llegó a la marcha bajo una gran pancarta de Barrios de Pueblos Originarios. De este grupo, Norma Pintos expuso las razones que la llevaron a marchar junto con sus compañeras y compañeros de la comunidad Qom. "La violencia de género la vivimos con nuestros propios hermanos. La mayoría de los que no vinieron hoy faltaron porque son machistas. Acá vinieron varones de nuestros barrios pero porque saben de qué se trata. No es salir solo por el pañuelo verde, por las mujeres. Es para nosotros un sentido más profundo, más grande, es luchar contra la discriminación de todos los días", dijo a Rosario/12.

La movilización culminó con la lectura de la proclama, previo pedido a los varones presentes de retirarse un poco hacia atrás. El documento fundamenta los motivos del paro del 8M. "Contra el patriarcado que nos oprime; el capitalismo que nos explota; las iglesias que nos esclavizan; y las derechas que nos asesinan", introduce.

Rechaza el pago al FMI y exige "la urgente separación de las iglesias del Estado: basta de subsidiarlas. ¡Estado laico ya!".

La proclama denuncia 3000 partos anuales de niñas menores de 14 años, por lo que reitera el pedido de aprobación de la ley por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito, y el cumplimiento del Protocolo ILE. "No a la objeción de conciencia", remarca.

"Exigimos la implementación de la educación sexual integral, no biologicista, no binaria y laica en todos los niveles educativos y la aprobación de la ley de ESI provincial", agrega el pronunciamiento feminista. 

El planteo también reclama el fin de la desigualdad en cuestiones de salario entre varones y mujeres. "Exigimos salario igual a la canasta familiar, sí a la cláusula gatillo", acotaron.  Expone que "el trabajo doméstico, reproductivo y de cuidado no es amor, es trabajo no pago". Entonces exigen "la creación de espacios de cuidado infantil integral en escuelas nocturnas", y brega por el fin de la persecución a "cartoneres y todes les trabajadores de la economía popular. Dejen de criminalizarnos". 

El cupo laboral y los derechos de la población trans integran la proclama, como también la defensa del trabajo sexual. 

El texto es extenso porque abarca y señala numerosas situaciones de discriminación de género y violencias del patriarcado. Lo que sigue es la proclama completa: