Las restricciones públicas y la precaución colectiva que impone la pandemia de coronavirus, sumadas a la lluvia que dominó la jornada hicieron que ayer Rosario bajara un cambio y transcurriera a media marcha. Y acaso eso evitó que el paro de trabajadores municipales desatara el previsible pandemonium en el centro, con embotellamientos de tránsito, proliferación de la venta ambulante y el hormiguero habitual de un martes a mitad de mes. Al conjunto de medidas preventivas implementadas hasta aquí, ayer se sumó la decisión de los comerciantes del centro de reducir el horario de atención para concentrarlo en un solo turno de ocho horas.

La calle cobró una fisonomía distinta, que la tormenta de ayer acentuó. Colectivos con pocos pasajeros, horarios pico notoriamente menguados en aglomeraciones, y las peatonales casi desiertas, con muy esporádicos caminantes, policías incluidos. Se vieron un par de barbijos, pero solo eso. El accesorio no termina de prender en el uso rosarino, sobre todo desde que las autoridades sanitarias lo desaconsejan como modo de prevenir el contagio del Covid-19.

El paro de municipales se notó en cierta laxitud del tránsito para estacionar en el centro, pero no en la afluencia de manteros que suelen tapizar las peatonales cada vez que los inspectores y la GUM se retiran. La falta de gente y la lluvia desalentaron a los vendedores ambulantes, y ni siquiera abundaron los paragüeros ocasionales que brotan en el microcentro ante cada tormenta.

En el ingreso al edificio de la Bolsa de Comercio, en Paraguay al 700, el portero -con barbijo y gafas de seguridad- esgrimía un termómetro digital ante cada persona que llegaba y le tomaba la temperatura. Una vocación de control que no tuvo la entidad para con socios que han defaulteado en el último tiempo.

Una actitud distinta se tomó en Tribunales. Como la Corte rehusó implementar una feria extraordinaria, el Sindicato de Trabajadores Judiciales dispuso un "paro sanitario". Se hizo con la concurrencia del personal a las oficinas, pero sin abrir las mesas de entrada de cada repartición en el palacio de Balcarce y Pellegrini. La atención quedó limitada a los "asuntos urgentes", sobre todo en lo que respecta a la actividad de las defensorías públicas. El Colegio de Abogados también cuestionó la decisión de la Corte de pretender continuar con la actividad habitual del Poder Judicial y se alineó con el criterio del gremio. Ayer emitió un comunicado para pedir hasta el 31 de marzo "la prestación mínima del servicio de justicia, limitándose a la atención de los asuntos de urgente despacho o que por naturaleza no admitan postergación". Y que concurra a cada juzgado el mínimo personal indispensable. 

Por lo demás, la actividad que arrancó liviana decayó todavía más a medida que avanzó la tarde y cada local se veía vacío de clientes. Ni siquiera las tiendas más concurridas del centro lucieron su frenesí habitual, ni en la popular de San Luis y Corrientes, ni tampoco en la tradicional de Sarmiento y Córdoba. La fauna raleada que ayer por la tarde caminaba el microcentro era más la de quienes fueron a trabajar que la de quienes hubieran ido de compras. No fue ese el plan de ayer, como tampoco el de hacer tiempo en los bares. 

El panorama desolado en la mayoría de los negocios, tanto en el corredor San Luis como en el Paseo del Siglo contribuyó a que las entidades empresarias que los representan tomaran la decisión de modificar la atención y reducir los horarios de apertura y cierre, informó la Asociación Empresaria.

La Asociación Peatonal Córdoba decidió concentrar la atención comercial en ese paseo entre las 10 y las 18. "Eso permitirá que los trabajadores concurran en un solo turno de trabajo y, a la vez, minimizar la circulación", se explicó. Idéntica actitud asumieron los comerciantes de Paseo San Luis. "Aquí ya se comenzó con tiempo reducido, pero notodos con los mismos horarios, ya que depende de las diferentes dinámicas que impone la compra-venta mayorista o minorista", aclararon.

Ayer por la tarde los comerciantes de Paseo del Siglo estaban de acuerdo con la decisión de hacer algo en esta coyuntura, pero debatían entre unificar los horarios -como sus colegas de peatonal Córdoba- o adoptar el criterio de calle San Luis.

Hacia la tarde, empleados de comercio reclamaron el cierre preventivo de la atención al público en los shoppings Alto Rosario y El Portal que, por otra parte, ayer lucieron desiertos de público.

La postal que ofreció la mayoría de los bancos fue menos concurrida que en jornadas anteriores. Sí, en cambio, se mantuvo firme la cola típica de jubilados en la vereda de Zeballos al 1600, en procura de cobrar haberes y realizar trámites. De a ratos algunos recordaban guardar alguna distancia con sus próximos, pero luego se olvidaban. Y hasta se suscitó alguna discusión por los criterios disímiles entre unos y otros. Toda una paradoja esa hilera en la puerta del banco al tratarse de personas que con más razón deberían permanecer en sus hogares por integrar uno de los grupos de riesgo.