El cielo del atardecer del jueves 2 de marzo pasado amenazaba con tormenta. Sucedió de madrugada, luego que todo hubo terminado en la nave del Centro de Expresiones Contemporáneas, adonde recalamos antes por un sólo propósito: el teatro. El propósito del teatro es una discusión siempre en presente, pero, a la vez, ausente y un poco sinsentido teniendo en cuenta que, como dijo uno una vez, el teatro opera con su propia inteligencia y, cuando no puede hacerlo, se cuela donde puede.

Entre amigos y compañeros, Gustavo Rody Bertol, factotum del grupo teatral Rosario Imagina, fue distinguido, sendamente, como "Director y drmaturgo distinguido de la ciudad", y "Grupo destacado de la ciudad" por el Concejo de deliberantes de la ciudad de Rosario, con la concejal Norma López a la cabeza de esta idea hecha carne en la tratectoria de Gustavo Rody Bertol, el referente teatral más fecundo creativo de toda la provincia de Santa Fe. Aunque inmensa y eternamente militante, a Rody no le gustan los festivales ni los recorridos coyunturales del teatro. Su teatro está basado en lo que todos queremos: la autenticidad de uno mismo frente a la concepción real de lo que uno hace. Hay algo del orden de lo genuino que el mismo Rody expone hasta en sus charlas, y sobre el cual activa su producción. Director de teatro, por sobre todas las cosas, Rody escribió y escribe ficción, teatro y ensayo. Rody Bertol es el fundador del Centro experimental Rosario Imagina, grupo teatral que sigue vigente desde hace más de treinta años ininterrumpidos. No es poca cosa, y aquí es donde Rody traslada su yo y lo transforma en nosotros.

Mantener activo y creativo a un grupo de teatro a través de los años es una tarea tan placentera como degradante, a veces. Como cuando estamos en pareja, como cuando estamos solos, a merced de las noches y los días. Todo esto mientras alguien nos mira. Todo esto mientras se lo contamos a un especialista diciéndole que mire ahí donde uno creyó mirar lo que no estaba viendo. Bertol, además de hombre de teatro es psicólogo, peronista de juventud, tiene una esposa que baila genial, publicó ficción y ensayo, escribe, fuma y fue el amigo rosarino de Alberto Ure. Pero, lo concreto es que Rody viene interpelando e interpelándose desde casi sus orígenes teatrales sobre la relación que se establece, literalmente, entre un espectador y un actor dentro del hecho teatral, o sea, durante y mientras sucede la obra de teatro misma. Empezó más directamente con estos planteos reales en 2003, con Lo mismo que el café, para luego ser Lo mismo que el café 2.0, Artifico casamiento y llega hasta hoy con Enter Dylan, La comedia peronista, y El arbolito rojo.

Lo genuino es la propia visión del mundo bertolino. En un libro suyo escribió: "El pasado no se cambia, pero la direccionalidad de su sentido varía constantemente. Por eso creo que el pasado es la única cosa real en el arte. Creo que el presente es demasiado fluido, y que en el arte manipulamos el pasado como algo que nos interesa transformar".