La lectura es una forma de abrazar con las voces. “Latinoamérica #LeeEnCasa” es una invitación de escritoras y escritores para permanecer leyendo este jueves 2 a partir de las 18.30 hora argentina a través de Instagram. El juego lo abrirá el peruano Renato Cisneros (@recisneros) desde Madrid, donde vive; luego seguirán la uruguaya Fernanda Trías (@triasfernanda) en Montevideo, el argentino Enzo Maqueira (@enzomaqueira) desde Buenos Aires, la ecuatoriana María Fernanda Ampuero (@maria_fernanda_ampuero) en Quito, el uruguayo Ramiro Sanchiz (@rasanchiz) también desde Montevideo, el colombiano Andrés Ospina (@elgrafomano) en Bogotá y la chilena Andrea Jeftanovic (@ajefta) desde Santiago de Chile. Cada uno leerá fragmentos de sus obras o de otros y enviarán mensajes con la consigna que se volvió masiva en sus países: la importancia de quedarse en casa.

Cisneros (Lima, 1976) cuenta que va a leer un fragmento de su novela La distancia que nos separa, cuyo personaje central está inspirado en su padre: Luis Federico Cisneros Vizquerra, un militar peruano, nacido y criado en Argentina, una figura clave en los años más duros del terrorismo en Perú, “muy amigo de las dictaduras regionales de los 70 y 80”, recuerda el escritor peruano. “Hoy las cosas están sucediéndose a un ritmo demasiado vertiginoso como para, además, pretender comprenderlas del todo. Por eso la lectura juega un rol fundamental: primero para tomar cierta distancia de ese vértigo y entender que la especie ya pasó por esto antes (no es casual el súbito éxito de ventas de todo el subgénero «pandemias»); y segundo, para asumir una verdad inapelable: el mundo cambió, nada volverá a ser normal. La buena literatura te entrena en esa certeza”, explica Cisneros a Página/12.

Jeftanovic (Santiago de Chile, 1970) compartirá un texto inédito de un proyecto que todavía no sabe si es un cuento o una novela. La autora de las novelas Escenario de guerra y Geografía de la lengua, está escribiendo sobre “una mujer encerrada con su hijo y de un umbral que desea atravesar y que es mucho más que cruzar la puerta de la casa”. “Tiene algo de homólogo entre la cuarentena post parto con la cuarentena sanitaria; hay algo en ese hablar hacia adentro, de pequeños actos cotidianos pero que implican una pequeña gran revolución íntima, biológica y cultural –advierte la escritora chilena-. Se ha escrito más del embarazo y su plenitud corporal, pero me falta esa zona tabú, que reitero, no es solo de la maternidad en sí misma, sino de la situación de estar cuarenta días fuera de circulación y luego los meses siguientes en los que las hormonas y las emociones te hacen navegar por un océano desconocido”.

¿Se escribe y lee más en tiempos de cuarentena? “La verdad que un escritor, de algún modo, siempre está en cuarentena, pasas mucho tiempo sentado frente a la computadora y leyendo. Parece que no hicieras mucho, pero son tiempos altamente productivos”, precisa Jeftanovic. “Soy una persona muy viajera, tengo enorme curiosidad geográfica y cultural. De hecho mi último libro, Destinos errantes, contiene relatos de viaje sobre caminar por zonas muy remotas, y esa posibilidad ahora es tan lejana”, dice la autora del libro de cuentos No aceptes caramelos de extraños. “En cuanto al tiempo, pasadas las semanas de ajustes y aprendizajes con el telestudio, tengo dos chicos en escuela a distancia, y del teletrabajo (aprender a hacer reuniones y clases vía zoom) y organización tareas familiares, ya entré en la fase fértil”, confiesa Jeftanovic. “Soy una autora que no vive de la escritura sino del trabajo académico, que me encanta, pero implica salir de casa todos los días, reuniones, oficina compartida. Ahora sigo trabajando pero administro mejor mi tiempo, mi intimidad y mi silencio, condiciones vitales para escribir. Pienso en Mandela y el libro que escribió en la cárcel, de pronto en el encierro se fragua un cambio de paradigmas. Hay algo que me salva: todas las tardes leo en la hamaca del patio y el paseo de treinta minutos con los perros”.

Desde Madrid Cisneros cuenta que hay varias razones que le impiden abocarse a la lectura y a la escritura. “Vivo en la segunda ciudad del mundo con más muertos por coronavirus; es difícil entrar en contacto con noticias así de deprimentes, constatar el ambiente fúnebre que se respira por todos lados, ver paralizada una ciudad usualmente tan viva y luego sentarte a evadir la realidad a través de la ficción. No me da la cabeza –reconoce el escritor peruano-. Es complicado, además, si tu esposa es una doctora que trabaja en urgencias y regresa todas las tardes con noticias tristísimas del hospital, y si tu hija, como la mía, tiene dos años y reclama con toda justicia tu atención e interés. Para colmo, soy periodista, hago un noticiero de radio todas las noches, así que me da un poco de culpa desatender las informaciones para, no sé, releer Moby Dick”.