Cuerpo y alma

Eduardo Mateo

1984

O cómo volverse creyente de deidades innominadas a través de la música. Los temas en general no tienen una intro y un final, más bien llegan desde un lugar inédito, pasan tres minutos por acá y siguen su rumbo.
Incluye Licenciaturas en Harvard del candombe (“Nombre de bienes ”, con la guitarra de Mateo, el bajo de Urbano y las tumbadoras de Nego Haedo en una grabación mítica); ritmos y cánticos de islas desconocidas (“Lo dedo negro ”) y un arranque y un final (“Cuerpo y alma ” y “El airero ”) definitivamente del lado del bien. Es como lavar tus pecados al amanecer en un río misterioso. Y trae una de mis tapas preferidas de la música uruguaya, Mateo entre las esferas de poder que rodean nuestro obelisco .
Un disco de adoración politeísta.

Magic time

Opa

1977

Un clásico del candombe funk jazz galáctico, que influenció a miríadas de tocadores, en Uruguay y en el mundo. De Rada podría elegir varios discos, pero esta conjunción con los hermanos Fattoruso es indestructible.
Montevideo ” debería ser el himno de la selección uruguaya de futbol: si jugadores e hinchas se pusieran a tararear esa melodía/riff desenfrenado previo a un partido, seguro se generaría un vórtice de imbatibilidad. También trae “Malísimo ”, una de las canciones más gloriosas de la música uruguaya .
Y no me extrañaría para nada que la cura para el coronavirus sea simplemente escuchar la marimba tecno pútrida que toca Hugo en “La cumbia de Andrés ”. Si eso no te saca la mala vibra, lamento ser el que te lo comunique pero estás muerto.

La tambora

Jorginho Gularte

1984

Los otros dos son eminentemente canónicos, así que sumo esta otra joya a la lista, un poco más fuera del mapa, aunque no deja de ser un clásico candombero de negros y lubolos. Jorginho era cultor de una veta del candombe más playera: psicodelia, armonías movedizas, toque devastador pero etéreo al mismo tiempo.
Es una corriente que abrió Mateo y en la que veo como exponentes a Pippo Spera, a Mandrake Wolf, a El Príncipe. Místicos con barrio y groove. No tocando con cara de malos, sino más bien con una mueca.
Abre con “Tambor, tambora ”, como si Stevie Wonder hubiese sido criado en el conventillo Medio Mundo. En “Moreno ” canta Mateo y Osvaldo Fattoruso toca una batería gloriosa. Tiene candombe-rocanrol en “Underground ”, con unas líneas aciduladas dedicadas a Páez Vilaró.
El cierre es con “Fermina ”, uno de los mejores candombes y canciones compuestas por acá, dedicada a su madre, mítica vedette de comparsa en el carnaval.