Frente a la fiebre derechista que calificó de “espías” y “comisarios” políticos a los médicos ofrecidos solidariamente por Cuba, lo absurdo es que ni siquiera está confirmada su llegada. El ministro de Salud bonaerense, Daniel Gollan, y el gobernador Axel Kicillof explicaron que se necesita incorporar “500 médicos para trabajar en las zonas críticas” del conurbano bonaerense y algunos sectores rurales.

El problema es que “de los argentinos que se inscribieron, el 70 por ciento planteó su oposición a trabajar en zonas críticas”, como La Matanza, por ejemplo. El ofrecimiento del gobierno es el pago de 65.000 pesos mensuales por “36 horas de trabajo semanales”, es decir guardias de un día y medio.

Kicillof dijo que si no pueden contratar argentinos, ampliarán la oferta a profesionales latinoamericanos que ya trabajan en el país y eventualmente, recurrirán a los 200 cubanos.

Kicillof aclaró que no entrará en “discusiones ideológicas” respecto de la ayuda cubana, mientras que el ministro de Salud de la Nación, Ginés González García, señaló que “en circunstancias en las que hay enormes dificultades no veo por qué discriminarlos (a los médicos cubanos) por el lugar de procedencia”.

Tal vez influenciada por viejas historias de la Guerra Fría, la ex titular de la Oficina Anticorrupción, Laura Alonso, fue la que habló de “espías” y “comisarios” políticos, como si tratara de reproducir las humoradas del Súper Agente 86 “temible operario del recontraespionaje”.