Anotaba recientemente el escritor y director español David Trueba que “la dureza contra los refugiados no solo no se castiga sino que es premiada por los votantes”, destacando lo harto conocido: que el mentado apoyo da vigorosos aires al inquietante ascenso del fascismo, la xenofobia, el rencor. Caldo de cultivo que explicaría cómo el socialista François Hollande podría ser prontamente sucedido por la ultraderechista Marine Le Pen, favorita en las venideras presidenciales de Francia, cuya campaña ha llamado al “patriotismo económico”, a cortar amarras con la UE, a limitar brutalmente la inmigración. Defensora –como es– del discriminador e ilegal veto inmigratorio de Trump, a la intolerante dama corresponden frases del tipo: “Se acabó la escolarización de los clandestinos” o “Si querían vivir como en su país, se hubieran quedado en casa”. 

Pues, en tan alarmante contexto, es digno de vitoreo el último esfuerzo del diario galo Libération, que imprimió el pasado 7 de marzo una celebrada edición especial, amén de recordar al mundo que los refugiados también tienen una voz, y lejos de ser meras estadísticas, son personas con sensibilidad, personal punto de vista. Lo especialísimo de la edición es fueron ellos (más de 20 hombres y mujeres en sus 20s, 30s, 40s, que debieron escapar de sus natales Siria, Irán, Sudán, Colombia, Rusia, Afganistán, Libia, Kazakstán, Ruanda, por conflictos bélicos o persecuciones políticas) quienes escribieron de cabo a rabo el número. Cubriendo desde actualidad francesa, elecciones, política internacional, hasta explotación agrícola, arte, deporte. 

“Desde la reaparición de Charlie Hebdo después del atentado, ningún diario fue tan comprado como este número de Libé”, señala Etienne Renaux, director creativo de la Agencia Fred & Farid, involucrado en la iniciativa, que fue preparada durante más de dos meses, arrasó en puestos de diarios franceses, e incluyó una interviú con Hollande, gustoso de contestar preguntas a los novatos periodistas. “La idea era asegurar que los refugiados no solo fueran un tópico o receptáculos de prejuicios, sino que devinieran sujetos influyentes”, declaró Laurent Joffrin, editor de Libération. Los resultados saltan a la vista.