La crisis del coronavirus no sólo transforma la economía mundial sino la forma en que se piensa la política económica. En Estados Unidos empiezan a ganar protagonismo los académicos que aseguran que las tasas de interés cercanas al cero por ciento no son suficientes. Sus propuestas no son reforzar las políticas fiscales sino que indican que la solución son las tasas negativas.

Piden que la Reserva Federal convalide rendimientos nominales del menos 3 por ciento para los activos financieros. Puesto en palabras simples: la intención es hacer que el que invierte 100 dólares en bonos reciba 97 dólares al momento de cobrar los títulos (valor al que además debe descontarse el efecto de la inflación).

El objetivo es concreto: conseguir que existan mayores incentivos a utilizar el dinero en actividades productivas que ofrecen una rentabilidad por encima de cero. También es un mecanismo para refinanciar el endeudamiento de los últimos meses de Gobiernos, municipios y empresas intentando evitar una ola de impagos en los próximos años.

La intuición hace que sea complejo pensar en este experimento monetario. Para cualquier economista que se interesó por la trampa de la liquidez resulta chocante imaginar que los inversores deberán empezar a pagar para colocar su plata en países como Estados Unidos. Pero los que proponen esta alternativa no son un grupo de heterodoxos de alguna universidad de Nueva York sino el establishment de la macro norteamericana.

Entre los economistas que pretenden instalar la política de tasas nominales negativas para el mundo desarrollado figura el profesor de Harvard Kenneth Rogoff. Fue economista del Fondo y realizó su tesis doctoral supervisado por Rudi Dornbusch. Se encuentra entre los autores de más influencia de Estados Unidos en temas financieros.

Para aquellos que vieron las tasas negativas como algo lejano para los bancos centrales llegó el momento de pensarlo nuevamente. La Reserva Federal podría impulsar la mayoría de las tasas de interés a corto plazo por debajo del cero por ciento. Supongamos una tasa del -3 por ciento o menos”. Estas fueron las palabras del investigador en su último artículo de Project Syndicate, uno de los portales de opinión más importantes del mundo.

Rogoff asegura que implementar esta política no sólo beneficiará en términos de actividad, de empleo y de coordinación para recuperar el equilibrio de deudas en los países desarrollados. Menciona que puede ser clave en el alivio de la crisis económica de los países emergentes, que en los últimos meses registraron una fuerte salida de capitales y ahora atraviesan dificultades por el menor precio de materias primas.

Las declaraciones del economista de Harvard lejos de pensarse como un experimento monetario extravagante son una nueva pista de la situación a la que se enfrenta el mundo y en la que la Argentina se encuentra renegociando su deuda.

El país le ofrece a los fondos de inversión pagarle casi todo el capital con tasas de interés de entre 2 y 4 por ciento. Lo hace en el mismo mundo en que los economistas de la elite norteamericana piden tasas negativas del -3 por ciento para las inversiones financieras.