En Argentina la Copa Davis siempre fue una cuestión de Estado. Nada importaba más que ganarla. Y aquella dolorosa deuda, más allá de los grandes equipos con los que contó el país desde que se convirtiera en potencia, recién pudo ser saldada en 2016, en la recordada final ante Croacia en Zagreb.

Hasta ese momento, la Argentina había perdido cuatro series definitorias en el torneo por equipos más importante del tenis. Y había protagonizado, además, todo tipo de sucesos controversiales. Disputas entre jugadores, problemas dirigenciales, intereses políticos, todos acontecimientos polémicos que no hicieron más que postergar el primer título mundial.

Desde mediados de los ’70, cuando Guillermo Vilas le acercó el tenis a la gente y lo volvió un deporte popular, cada vez que la Argentina actuaba por la ensaladera se paralizaba el país. Y la presión era tan grande que José Luis Clerc, quien surgiera poco después como la otra figura del equipo, tuvo que pasar un mal momento en 1982, en plena dictadura militar y durante el mandato de Leopoldo Galtieri.

En aquellos tiempos predominaba el nacionalismo excesivo porque el gobierno de facto, ya en la curva descendente de su ciclo, pretendía opacar las atrocidades con éxitos deportivos. La Argentina de Vilas y Clerc venía de perder en la final mundial de 1981, en Cincinnati, ante los Estados Unidos de John McEnroe, Peter Fleming y Roscoe Tanner. Distanciados desde la escandalosa serie de cuartos de final contra Rumania en Timisoara, donde explotaron las diferencias entre ambos, los dos jugadores más relevantes rozaron la proeza pero cayeron 11-9 en el quinto set del doble clave frente a McEnroe y Fleming, la mejor dupla del planeta.

Por la primera ronda de la edición '82, el equipo dirigido por Carlos Junquet recibiría a Francia en el Buenos Aires Lawn Tennis Club, del 5 al 7 de marzo. Una eventual derrota ponía en riesgo el lugar de la Argentina en el Grupo Mundial, aunque con Vilas y Clerc no se vislumbraban inconvenientes. Los problemas, sin embargo, surgieron cuando Batata comunicó que no jugaría para privilegiar el calendario. Por entonces número cinco del mundo, atravesaba el mejor momento de su carrera y soñaba con un logro especial: pelear por el número uno. Su entrenador, el chileno Patricio Rodríguez, lo imaginaba factible: sabía que Björn Borg, multicampeón el año anterior, jugaría poco debido a un cambio reglamentario de la ATP que lo perjudicaba. No parecía una quimera ganar Roma y Roland Garros, además de llegar a instancias finales en los otros Grand Slams.

“Venía con muchos partidos, no había tenido descanso después de una temporada dura y pensaba tomarme vacaciones antes de la pretemporada. No tenía otra manera de frenar. Mi ausencia no tuvo nada que ver con Vilas, como tantas veces se dijo”, contó Clerc, décadas después, en una columna publicada en la Tetralogía Historia del Tenis en la Argentina, de Roberto Andersen y Eduardo Puppo. Algunas publicaciones de aquella época, no obstante, sostenían que había declinado su participación porque “la Davis lo ponía tenso, le quitaba tiempo de descanso y lo acercaba a su ‘enemigo’ Vilas”.

Lo cierto es que se mantuvo firme y no jugó a pesar de haber sufrido un apriete por parte de la dictadura. La orden de la Junta Militar fue simple y concisa: Clerc debe jugar. Y la presión fue tan fuerte que Batata, quien vivía en Chile, recibió una visita inesperada días antes de la serie. Así lo contó el propio jugador: “Estaba en Cachagua, un balneario cerca de Santiago, y me vino a buscar el capitán Junquet. Estuvo mal porque en vez de presentarme a un dirigente de la Asociación Argentina de Tenis, me presentó a un general o algo así. Ese general me dijo: ‘Usted debe representar al país’. Y le dije: “Discúlpeme, señor, pero no pienso jugar porque no tendré descanso”. Aquel hombre que acompañó a Junquet era el comodoro Federico Maurs, puesto por la dictadura en la comisión directiva como parte de la intervención de la AAT.

El propio Junquet, antes del choque con Francia, disparó contra Clerc y explicó por qué viajó a verlo: “Como capitán creí que mi misión era buscarlo. Me pareció lógico que los mismos de la final volvieran a jugar este año. La Asociación pensó que había que agotar todas las instancias. De dos grandes figuras nos queda una sola. Respeto las opiniones pero también pienso que hay responsabilidades que uno no puede eludir”. Además, como si fuera poco, el día previo a la serie fue el escribano Juan José Vázquez, presidente de la AAT, quien salió a arrojar leña al fuego y hasta le recordó a Batata los gastos que ocasionó en sus tiempos de juvenil: “Me dolió esta decisión porque uno lo vio de chico y siente que ha intervenido en su éxito; sin Clerc la serie está pareja y me preocupa que la Argentina pierda la ubicación en la Davis. Si decidiera volver a jugar este año se verá…”.

Varias décadas más tarde, Junquet contó el detrás de escena de aquella intimidación: “Por orden de la Junta Militar le teníamos que exigir a Clerc que jugara. Me parecía ridículo, porque estaba en Chile y no lo podíamos obligar. Nos reunimos en la AAT para ver qué hacíamos y el Secretario Roberto Meyer propuso ir a buscar a Batata de cualquier manera. Por presión de los militares tuve que ir con Maurs. En la reunión lo presionó para que jugara, pero Batata mantuvo su postura. Maurs llegó a contar que había otras maneras de apretarlo”.

Los días posteriores se supo a qué se refería el comodoro. Los detalles, de la boca de Clerc: “En doce años sólo falté a una Copa Davis: contra Francia en 1982. Pero aquella situación no me movió para nada. Ese militar, que estuvo varios años en la AAT, me mandó la DGI (NdR: actual AFIP) a mi casa para investigarme. Y, como siempre pagué los impuestos, no me encontraron nada”.

Aquel partido con los franceses, sin Clerc, terminó en derrota de la Argentina. Vilas venció en un partido épico a Yannick Noah, que al año siguiente ganaría Roland Garros; Ricardo Cano cayó sin atenuantes ante Therry Tulasne; Vilas perdió el doble junto con Alejandro Ganzábal y luego igualó la serie tras aplastar a Tulasne; pero Cano no pudo con Noah en el quinto punto.

Los medios del momento resaltaron la sólida postura de Clerc: “No voy a explicar nada”. También, la justificación de Vilas: “Con Clerc hubiésemos ganado”. Pero, sobre todo, sostuvieron que en Argentina siempre había problemas si de la Copa Davis se trataba: todos dispararon contra Clerc, en aquel momento el villano de la película.

De todos modos, más allá del mal trago y de las amenazas, Batata volvería al equipo en octubre de ese mismo año y, junto con Vilas, sería protagonista del triunfo ante Alemania Federal en la reclasificación para mantener la categoría.

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