Nicolás y Romina, abogado y diseñadora de indumentaria de 34 y 37 años, se conocieron en el 2017 haciendo teatro. El 6 de marzo de 2020, tras dos años de convivencia, dieron el sí en un registro civil porteño frente a sus familiares y amigos más cercanos. Según lo planeado, una semana después pondrían cierre al ritual con una pequeña fiesta en el jardín de un pariente que les había prestado la casa para la ocasión. La llegada del coronavirus al país, sin embargo, no solo dejó en suspenso la celebración sino que también terminó torciendo los planes de su luna de miel: ante el rumor del posible cierre de fronteras, la pareja postergó el viaje a Brasil y se fue a pasar dos semanas a unas sierras en Córdoba, donde los sorprendió la cuarentena.

“La semana anterior a la fiesta se me empezaron a dar de baja varios invitados. Sobre todo amigos que fueron padres y no querían exponerse al contagio. A través de las noticias, se veía venir algo extraño que a la gente la asustaba”, recordó Nicolás a Página/12, desde el departamento de Villa Urquiza que alquila junto a su compañera. “A eso se sumó que el pronóstico del tiempo era malísimo. Así que hicimos 2x1: por lluvia y por los riesgos desconocidos de una pandemia, decidimos pasar la fiesta para noviembre”, explicó.

La decisión, sin embargo, “fue bastante difícil para los dos. Habíamos hecho todo muy a pulmón, con mucho esfuerzo y anticipación. Pero creo que actuamos bien. Los indicadores nos estaban jugando en contra”, evaluó Nicolás.

Según el plan original, durante la madrugada del 15 de marzo los recién casados tomarían un avión rumbo a Caraíva, Brasil, para festejar su luna de miel. “El sábado 14, el día en que se iba a hacer la fiesta, subimos al auto en medio del diluvio y nos fuimos hasta Aeroparque para reprogramar el pasaje”, relató el joven abogado. 

“Teníamos amigos que estaban viajando por Latinoamérica y estaban empezando a tener problemas para trasladarse”, agregó Nicolás sobre la decisión de no abandonar el país. Y menos rumbo a Brasil: “Después nos enteramos de que el pueblito al que íbamos, por el coronavirus, cerró. O sea que hubiera sido una pesadilla, no una luna de miel. Más con un gobierno como el que tiene Brasil”.

Para aprovechar los quince días que ya habían pedido en sus trabajos, ese mismo domingo decidieron emprender un viaje hacia San Marcos Sierras, Córdoba. La pandemia, nuevamente, inundaría de incertidumbre el plan: “Nos íbamos a quedar del 16 al 30 pero el 19 Alberto dictó la cuarentena con 3 horas de antelación, con lo cual no me dio tiempo de volver a Buenos Aires. Recién pudimos regresar el 19 de abril, cuando el gobierno autorizó el traslado de los varados internos”.

Pese al estrés de tener que afrontar un gasto que no estaba contemplado, la pareja coincidió en que pasar allí la cuarentena “fue un paraíso. Caímos en las cabañas de Sergio Pautassi, un personaje al que le dicen ‘el gaucho’ que parece sacado de un libro. Estábamos en medio de la naturaleza. Si bien había restricciones, no es lo mismo quedarte encerrado en un departamento céntrico que en una cabaña con espacio al aire libre, donde hasta nos pusieron a disposición una pulpería para cocinar”, celebró Nicolás. Además, agradeció, “Pautassi se portó de diez. Cuando vio que no nos íbamos a poder volver, nos hizo una rebaja del 60%".

Ahora, ya en Buenos Aires, Nicolás y Romina se encuentran a la expectativa de poder celebrar a fin de año.