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En estos días diferentes, sucedieron cosas…

Por ejemplo en todos los frentes de guerra --Libia, Siria, Yemen, Afganistán, Gaza, etc.--, los combates se han suspendido. ¿Es un milagro?

La peste, con sesgos de apocalíptica, lo ha impuesto y es nada menos que Ignacio Ramonet quien lo escribe en su nota Las pandemias y el sistema mundo, en Pagina/12, el 29 de abril de este año.

También asombra a los estudiosos la reducción del agujero de ozono, efecto secundario bienvenido y sorprendente.

Se puede ver la cima del Kilimanjaro en Tanzania después de años.

Los canales de Venecia se llenaron de agua limpia, delfines y cisnes.

Después de decenios, en Acapulco, los fenómenos de bioluminiscencia maravillan por las noches.

Dragones azules (glaucas atlánticas) sobrevuelan las aguas en la isla Padre National Seashore en la costa de Texas.

Las abejas encuentran flores en múltiples lugares…

Hasta el árido desierto de Atacama hoy es un vergel.

Muchos animales de distintas especies se acercan a las ciudades y pasean pacíficamente por sus calles. Pingûinos en Miramar, carpinchos en Necochea, ciervos en el Delta,  lobos marinos en Mar del Plata.

Una especie felina, que se creía extinta, aparece merodeando en Salta para sorpresa de biólogos y naturalistas.

El loro choroy se deja ver en Iluminé, Neuquén.

Y hasta en nuestro Mangrullo rosarino aparecieron cantidad de peces en gozosa algarabía.

¿Todas estas cuestiones nos estarán diciendo algo?

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Lo más fácil parece el cinismo pero… tal vez ese cinismo es el que lleva a los escépticos a burlarse de las leyendas que acompañaban los envíos de China. "Somos olas de un mismo mar, hojas de un mismo árbol, flores de un mismo jardín". ¿Será tiempo de pensarlo?

Desde distintos espacios se ha señalado la fuerza depredadora de la globalización financiera y sus efectos. El Papa Francisco ha reclamado “la reconsideración de la deuda que pesa en los presupuestos de aquellos países más pobres". Una economía basada en el cuidado y la reparación parece indispensable, ineludible e impostergable.

Esta tragedia de la covid-19 debiera llevar a un planteo hacia un nuevo orden económico mundial. Y a una sincera interrogación sobre el sentido mismo de la civilización humana. Tiene esto que nos sucede dar lugar a una transformación que no es opcional sino necesaria.

Uno de las frases que más han circulado durante la cuarentena : "No queremos volver a la normalidad, porque la normalidad es el problema". La "normalidad" nos trajo la pandemia.

Si esta experiencia sirve, será para avanzar a una mayor solidaridad y un desarrollo de la capacidad de cuidado del prójimo, sea próximo o no.

¿Desglobalizar? plantea Ignacio Ramonet, pues "crear una sociedad auténticamente humana significa oponerse a toda costa a ese darwinismo social". 

¿Sabremos escucharlo?