Un señor se sienta en la mesa de un bar al aire libre. El mozo se acerca a metro y medio y empieza a lanzarle pocillos llenos de café, uno tras otro. El enchastre provoca risa. La llamada nueva normalidad ya tiene sus propios chistes que indagan sobre los intentos más o menos exitosos de vivir algo parecido a lo que se era antes de la pandemia. Ya son varios los países que se abrieron a este raro paisaje nuevo. Aquí algunas experiencias.

Habrá que habituarse a las máscaras o tapabocas permanentes, a la distancia y al alcohol en gel. Esos son los puntos básicos en los que las medidas tomadas por los países que empiezan a abrirse, luego de cuarentenas de un promedio de dos meses, concuerdan. Luego, según cada gobierno, las pautas son distintas.

China lleva la delantera en la gestión de la pandemia. Según señalan medios extranjeros, la nueva normalidad se parece bastante a la anterior. Si el país ya era poco habituado a las demostraciones de afecto públicas, el coronavirus acentuó la tendencia. En Pekín, los cambios que llegaron para quedarse fueron: uso de máscara, código QR en el celular que controla la salud (verde es sano; naranja o rojo, sospechoso, y hay que guardar cuarentena), toma de temperatura en lugares públicos, líneas marcadas en el suelo para guardar distancia. Ya no se comparten platos, costumbre que era bastante habitual allá. De momento los viajes transoceánicos serán excepcionales. Todo al menos hasta que se generalicen los test rápidos o llegue la vacuna.

En Europa desde hace un par de semanas algunos países fueron “desescalando” (otra palabra extraña que trae la pandemia) a la nueva normalidad. España, por ejemplo, con la apertura de paseos de niños y niñas. En Barcelona y otras ciudades se peatonalizaron calles para garantizar la distancia entre las personas. Se habla de “pacificación” del tránsito, bajando velocidades máximas, dándole prioridad al peatón y fomentando el uso de bicicletas con el aumento de ciclovías. También hay lenta apertura de actividades culturales: cines, museos, etc; con reducción de la capacidad y distancia entre personas.

Desde el lunes pasado en Italia retornaron a la vida social, después de dos meses y una semana de confinamiento. Cafés, bares y restaurantes volvieron a recibir a sus clientes, esta vez con una distancia de al menos un metro entre las mesas. Algunos instalaron vidrios de protección entre cada grupo de comensales. Las peluquerías reabrieron agiornadas: deben funcionar sólo con cita previa y tanto clientes como peluqueros/as deben llevar protección. En los negocios de ropa hay gel desinfectante para los clientes en la entrada y una especie de plancha de vapor con la que desinfectarán la ropa cada vez que alguien se la pruebe. Las playas también abrieron la semana pasada, pero es obligatorio el metro de distancia entre los asistentes. Todavía están prohibidos los juegos y deportes en equipo.

Esta semana la Ciudad de México también anunció la entrada en la nueva normalidad. Hicieron uso de los colores de los semáforos para graficar las distintas etapas. El semáforo estará en rojo hasta el 15 de junio: en esta etapa retornarán las actividades esenciales establecidas por el gobierno local y federal. A partir del 1 de junio abrirán algunos parques para desarrollar actividades físicas con distancia. Probablemente, del 15 al 30 de junio podrá cambiar el semáforo a naranja. En esta etapa abrirían cines, teatros, restaurantes y hoteles, con capacidad reducida al 30 o 50 por ciento. En los cines y teatros se trabajará con puertas abiertas, se venderá la mitad de los tickets vía electrónica, además se deberá mantener distancia reglamentaria. Se evalúa también poner distintos horarios de llegada al lugar para que no haya colas ni aglomeraciones. Por otro lado, también volvieron algunos autocinema. Los eventos deportivos transcurrirán sin público. Finalmente, en agosto y septiembre será el semáforo verde, con el que abren las actividades educativas presenciales.

En cada etapa establecerán además aperturas escalonadas por cantidad de días y horas de trabajo, etc, de manera de graduar la circulación de las personas.

Todo se irá ajustando según el avance de la pandemia. Habrá, además, un “semáforo epidemiológico” diario, como el índice de calidad del aire, según la ocupación hospitalaria, para saber en qué etapa se está en la ciudad.