Recientemente, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) dio a conocer un informe sobre el impacto del COVID-19 en el mercado laboral, alertando sobre sus efectos devastadores y desproporcionados para las juventudes.

A nivel mundial, más del 60 por ciento de las y los jóvenes está desempleado y entre quienes tienen trabajo casi el 77 por ciento lo hace en el sector informal. Además, alrededor de una quinta parte de las y los jóvenes no estudian ni trabajan, entre las mujeres este sector supera el 31 por ciento frente al 13,9 por ciento en el caso de los varones.

Estas cifras ponen una vez más de manifiesto las dificultades que viven las juventudes para acceder al empleo, la informalidad y precariedad que padecen cuando consiguen un trabajo y la amplitud de las inequidades de género frente a otros sectores. Problemáticas, que como registra el análisis de la OIT, se agudizan con la pandemia y que, lamentablemente, ya son casi una característica diferencial de las y los jóvenes en todo el mundo y una marca de su vulnerabilidad.

En la Argentina, según los datos del INDEC correspondientes al último trimestre de 2019, la tasa de desocupación es de 8,9 por ciento, pero cuando miramos qué pasa con las personas de 14 a 29 años el porcentaje se duplica: en el caso de las mujeres asciende al 18,9 por ciento, mientras que en los varones alcanza el 16,9 por ciento. Otra vez el desempleo asociado a las juventudes y afectando asimétricamente a las mujeres.

Estoy convencida que las juventudes somos parte de las nuevas soluciones para el mundo que viene y no del problema. Las cuarentenas que millones de jóvenes están viviendo a lo largo y ancho del planeta en sus distintas versiones, pueden ser oportunidades para desarrollar otras maneras de ver las cosas, para dejar de naturalizar inequidades tan enquistadas en el orden anterior a la pandemia y para repensar cómo queremos vivir y de qué manera vamos a relacionarnos con la naturaleza.

Es vital que las y los escuchemos. Por eso propuse crear en el Senado de la Nación la Comisión de las Juventudes, para generar un espacio que sientan propio, en el que se puedan expresar y que se transforme en un verdadero puente entre los colectivos juveniles, el ámbito institucional legislativo y las leyes que de allí emanan.

No podemos desconocer las desastrosas consecuencias sociales, económicas y afectivas que dejará tras de sí la pandemia, pero sí podemos empezar a construir otro modelo de sociedad en el que las y los jóvenes sean protagonistas y puedan desarrollar sus proyectos de vida sin estigmas ni discriminaciones.


* Senadora nacional por San Luis.