PáginaI12 En Francia

Desde París

La campaña electoral francesa parece condenada a no sacar más la cabeza de los escándalos de corrupción en los que están envueltos candidatos y ministros. Apenas un día después de que, al fin, se llevara a cabo el primer debate entre 5 candidatos a la presidencia (10 millones de personas lo vieron por televisión) en una campaña fagocitada por la inculpación del representante de la derecha, François Fillon, la justicia volvió a interceptar la exposición política. François Fillon y un ahora ex ministro del presidente François Hollande son los actores de este nuevo capítulo. El primero ya estaba inculpado por los empleos ficticios que su esposa e hijos habrían realizado en la Asamblea Nacional a cambio de un jugoso salario. El segundo, Bruno Le Roux, hasta ayer Ministro de Interior, dimitió cuando se descubrió que había contratado a sus hijas en la Asamblea Nacional. El contraste no puede ser más severo:el ministro en ejercicio renuncia mientras que el candidato de Los Republicanos, François Fillon, sigue al frente de sus tropas dando latigazos contra la jueces y los “medios mentirosos”. Pero ayer, la justicia llegó aún más lejos y amplió los cargos contra Fillon, ya acusado de “desvío de fondos públicos” y “abuso de bienes sociales”, entre otros detalles. Según adelanta el vespertino Le Monde, una de las investigaciones que se llevaron a cabo en la Asamblea Nacional, encontró indicios que prueban que los esposos Fillon falsificaron documentos afin de justificar los salarios de la esposa del candidato conservador, Penelope Fillon. La Fiscalía Nacional Financiera agregó nuevos cargos a la ya extensa lista que Fillon tiene con los jueces:la Fiscalia amplió las investigaciones por “estafa agravada” y “falsificación y uso de documentos falsos”. La semana pasada había incluido la figura de “trafico de influencia” por los costosos trajes que un abogado le regalaba con frecuencia a Fillon (en total se gastó 50 mil dólares)

Hay que reconocerle a Fillon sus dotes de actor atrevido por cómo interpretó a la perfección el papel del ecónomo padre de familia, honrado y creyente católico de provincia cuando, en realidad, es todo menos eso. Vida de lujos, castillos, trajes a 15 mil dólares, amante de las primeras clases y de los aviones privados, empresas de consejería de dudosa agenda, el hombre que a pesar de las evidencias se mantuvo al frente de la candidatura conservadora es toda una joya de la simulación. El semanario Le Canard Enchaîné, el mismo que reveló la historia de los puestos de trabajo de la familia Fillon, adelanta en su última edición otra información más sobre el tan transparente, limpio y modesto ex primer ministro de Nicolas Sarkozy: según Le Canard, Mister Fillon habría cobrado en 2015 unos 50.000 euros por poner en contacto a un industrial libanés, Fouad Makhzoumi, con el presidente ruso Vladimir Putin. Makhzoumi es propietario de Future Pipe Industries, una empresa con grandes ambiciones de desarrollarse en Rusia y que fue la que pagó los 50 mil euros a Fillon.

El problema no está en el trabajo de intermediario de Fillon sino en lo que declaró con respecto a su empresa consultora, 2F. Según dijo el candidato, entre sus clientes no figuraba “ninguna empresa rusa, ni el gobierno de ese país”. 

François Fillon  no ha sido el único en caer en estos días. Su ejemplo, emplear a miembros de su familia en la Asamblea en puestos “invisibles”, fue seguido por muchos. El ministro del Interior y una de las figuras de peso del Partido Socialista, Bruno Le Roux, se vio forzado a la renuncia luego de que se descubriera que, entre 2009 y 2016, contrató a dos hijas suyas que ni se asomaron por la Asamblea Nacional. La legislación francesa no prohíbe que se contraten a familiares, pero sí exige que, al menos, se hagan presentes en sus puestos de trabajo. Lo del ex Ministro, como el caso Fillon, parece difícil de justificar. Una de sus hijas tenía 15 años cuando la contrató y por esas fechas la chica aparecía haciendo una pasantía en Bélgica. La otra, durante su contrato, debía estar estudiando. La caída del ministro es un golpe duro para el presidente François Hollande. El mandatario, que optó por no presentarse a su reelección, ha ido desapareciendo de a poco, como si su ya tenue mandato pudiera incluso prescindir de su presencia final.

 Hoy, la campaña electoral la llevan los jueces y la lideran dos marcianos:Marine Le Pen, de la extrema derecha, y Emmanuel Macron, el ex Ministro de Economía de Hollande. Macron supo ser el “hijo espiritual” de Hollande hasta que lo traicionó cuando descubrió que tenía una vocación presidencial. Ni Le Pen ni Macron surgieron de una elección primaria y el segundo, Macron, ni siquiera tiene partido. Recién en abril de 2016 fundó En Marcha como una suerte de movimiento molino cuya rotación en el vacío actual podía atraer al centro, a la izquierda y a la derecha. La justicia, una extremista y un indefinido detentan los misterios del futuro democrático del país. La izquierda se suicidó antes de salir a escena y la derecha, con su capitán acosado por todas partes, no sabe cómo subir los peldaños de la primera vuelta del próximo 23 de abril. 

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