El subinterventor designado por el Ejecutivo en Vicentin SAIC, Luciano Zarich --en ausencia de Gabriel Delgado, titular, que no viajó porque aún se repone de una operación de hernia-- pudo asumir ayer el cargo en la planta principal, en la localidad de Avellaneda, tras firmar el acta con las autoridades de la empresa presentes en ese momento. Sergio Nardelli, CEO de Vicentin SAIC, había viajado a Buenos Aires donde se iba a reunir, por la tarde, con el presidente de la Nación en la Residencia de Olivos. La entrega pacífica del control de la planta de la cerealera a la intervención había sido una de las condiciones impuestas por el gobierno nacional para aceptar la entrevista solicitada por Nardelli el martes último, en un diálogo telefónico con Alberto Fernández. 

Ese mismo martes, Zarich y una pequeña delegación de funcionarios que lo acompañan habían concurrido a la planta de Avellaneda con intención de cumplir el paso formal de asunción, pero no lo lograron. El clima en las calles de Avellaneda, ese día, era de fuerte tensión porque tanto el intendente, Dionisio Scarpin, como los directivos de Vicentin, habían convocado los vecinos de esta ciudad y de la vecina Reconquista a movilizarse en rechazo a la intervención. El clima de tensión en las calles se mantuvo hasta el miércoles, cuando se conoció que Alberto Fernández recibiría a Nardelli en Olivos.

"En esta ciudad no hay familia que no tenga un pariente que trabaja o haya trabajado en Vicentin", graficó un vecino de Avellaneda desde esa misma ciudad. "Acá nadie va a discutir si el Mono Nardelli (Sergio, el CEO) es honesto o no, te van a responder que si es un delincuente, es nuestro y basta", subrayó. Las sospechas sobre los manejos del titular de la empresa ayer estuvieron hasta en boca del presidente de la Bolsa de Comercio de Rosario, Daniel Nasini, que señaló el malestar del sector empresario por el tendal que dejó cuando declaró el "estrés financiero". "Por ahí hubo mal manejo empresario, no quiero pensar mal y que hubo fuga", dijo sembrando la duda. 

El intendente Scarpín también es devoto de ese vínculo de pertenencia con Vicentin. Es miembro de una familia de tradición política radical e hijo de otro intendente. Delki Aroldo Scarpín hizo carrera en la administración pública, desde el cargo de auxiliar al que llegó a los 22 años de la mano de Máximo Vicentin, hasta ser elegido intendente en octubre de 1983. Su mujer y madre del actual intendente, Dionisio, ya pertenecía al clan Vicentin cuando contrajeron matrimonio, lo cual estrechó aun más el lazo con la empresa patrona del lugar. 

La firma del acta de traspaso, supervisada por el escribano oficial Carlos Gaitán, se logró recién después de superar algunas objeciones de los directivos de Vicentin presentes en el acto. En principio, pidieron "hacer reserva" de que el traspaso se hacía contra su voluntad, lo cual podía ser interpretado como que se hacía por la fuerza. Una vez que cedieron en ese punto, pidieron que se dejara constancia de que la intervención, al asumir, se hacía cargo absolutamente de las instalaciones, amagando así con abandonar todos los cargos directivos, incluso los operativos, haciendo responsable a la intervención recién arribada de las consecuencias. Finalmente, se logró que los directivos de Vicentin aceptaran firmar primero el acta de traspaso del mando y luego, recién, hacer constar su rechazo o reserva de impugnación a la intervención dispuesta por el Ejecutivo.  

Vicentin SA es la empresa madre de un holding compuesto por no menos de 15 firmas en el país más otras en el exterior. La misma sede de la administración central de la sociedad madre es compartida con otras 12 firmas del grupo. Los directivos de Vicentin pidieron que se dejara expresa referencia a que la intervenida era Vicentin SA y no el conjunto del grupo. 

Zarich también mantuvo contactos con el juez civil y comercial a cargo del concurso de acreedores, Fabián Lorenzini. El miércoles, el magistrado recibió una solicitud de los representantes de la banca pública, como principal acreedor local, para que se nombre una intervención judicial que garantice el funcionamiento y preserve el patrimonio de la sociedad. Si Lorenzini designara al mismo interventor nombrado por el Ejecutivo, Gabriel Delgado, se allanaría el proceso que, en lo formal, algunos objetan. 

Los productores y cooperativas también han pedido participar del proceso y de las decisiones que se adopten con respecto al futuro de Vicentin. La deuda impaga con más de 2500 unidades productivas agropecuarias puede dejar un tendal de quiebras, que abarca a zonas de producción de Santa Fe (sur, centro y norte), Córdoba (este y sur), y Buenos Aires (norte y sur). También hay proveedores de insumos y servicios, principalmente del Gran Rosario, fuertemente impactados. Muchos de ellos ya han adelantado su respaldo a la intervención y a una eventual expropiación. Vicentin, los Nardelli y los Padoan cosechan amores en Avellaneda y Reconquista, pero sembraron odios en Rosario y más allá.