Taglit es un programa educativo cuyo objetivo es que los jóvenes judíos de todo el mundo puedan visitar Israel. Hace un par de años, cuando tenía 26, Sofía Ungar se decidió a aprovechar este viaje y de él surgió Shalom bombón, su debut cinematográfico, filmado en Tiberias, Kineret, Tzafat, Jerusalem, los altos de Golan, Netanya y el Mar Muerto, zonas de altísima tensión geopolítica. Al inicio del film, mientras recorre con su grupo la barrera israelí de Cisjordania, Sofía confiesa que comenzó el viaje con idea de encontrar novio: “De alguna manera es un chiste, porque siempre se dice extraoficialmente que estos viajes están armados para que los de la colectividad formen pareja y se vayan a vivir a Israel”.

Sobre la filmación, cuenta que la empezó bastante comprometida, pero al final ya estaba agobiada. “Ya no podía filmar más. El viaje por un lado es un regalo, es casi gratis, pero está organizado por grupos sionistas: vos sabés a dónde te estás metiendo. Hacía un montón de tiempo que no vivía con mis viejos, además, y trabajaba pero no en relación de dependencia, así que me era raro estar todo el tiempo haciendo lo que me decían. Más allá del conflicto Palestina–Israel me interesaba mostrar qué pasa con los grupos: una manada siempre impone ciertos roles en las personas y eso me hacía sentir incómoda. También habrían surgido tensiones si hubiésemos viajado a España.”

A diferencia del cine documental que parte de una premisa o tesis, Shalom bombón es un viaje en primera persona y sobre una experiencia totalmente subjetiva: “Saco fotos y estuve viajando mucho sola por Perú, Tailandia, Vietnam, Cambodia, Malasia y Hong Kong, llevando siempre un diario personal con imágenes, y creo que todo eso encauzó en esta peli”, dice esta admiradora del cine de Jonas Mekas, Chris Marker o Andrés Di Tella. “Con ese tema del conflicto entre Israel y Palestina ni me meto porque es híper complejo. La mía es una aproximación más emocional. Mi mirada es la de una mujer viajando sola, no es normativa.”

Luego de muchas quejas y denuncias, cuando queda claro que no se puede resolver nada, al final Sofía y sus amigas Zoe y Marian se disfrazan y juegan un poco: “Me gustó mostrar un poco eso de que capaz nos ponemos ropa que está mal considerada, porque mostramos demasiado el cuerpo. Es una rebeldía mínima pero, en ese contexto en el que todo el tiempo nos decían qué hacer, fue una bocanada de aire fresco. Hay algo de empoderamiento, de tomar conciencia de que el único poder que teníamos en el viaje estaba en nuestros cuerpos. Ponerte una mallita y correr por los pasillos del hotel con la complicidad de otras era lo más liberador que podíamos hacer”, analiza Sofía. “Para mí el proceso artístico es lo más parecido a la fe que encontré. Pensé en la película como en poesía: hay imágenes que no se pueden explicar pero que resuenan en tu cuerpo.”

* Shalom bombón tendrá proyecciones gratuitas el sábado 15/4 y el domingo 16/4 en Kino Palais, Posadas 1725. A las 19.