Vive en una calle tranquila, entre árboles y otras casas residenciales, pero la suya se distingue: por fuera tiene un aire a la mansión de Norman Bates, parece un castillo de otra época. Adentro, los sillones son antiguos y cómodos. El living cuenta con cuadros grandes, pisos encerados y un silencio propio de la provincia; pero no de Mendoza, el lugar donde nació; sino de Vicente López, donde vive por elección. Me anoto "preguntarle sobre Mendoza".

“La gente cree que yo ando de fiesta en fiesta pero yo viajo y me dicen ‘la abuela’. Me encanta estar solo en el cuarto del hotel, leer las revistas, los diarios. Ir a dormir y aprovechar el día. No me quejo: hice todo lo que quería hacer. Hice todo lo que se te ocurra… Fui a todos los boliches, en la mejor época de Buenos Aires, a mediados de los 90s, cuando vine a Buenos Aires. Iba a Ave Porco, no tenía un mango, iba al Dorado. Hoy la noche cambió…”. Sí, es verdad, se lo ve más tranquilo que en la televisión, donde habla sin parar y parece estar estimulado por alguna sustancia. Me cuenta que nunca en su vida probó ninguna droga, que ni siquiera probó el porro, aunque está a favor de que la gente sea libre y haga lo que quiera. Ladra un perro, Funes, que antes se llamaba Chongo, ahora le cambió el nombre y se llama como su apellido.

De tu papá no hablás mucho…

Murió de un ACV cuando yo tenía 24 años pero yo no lo veía desde los 8, porque se separó de mamá y se vino a Buenos Aires; él era de acá. Desapareció. No estuvo presente en mi crecimiento ni en el de mis hermanos. Hubo un reencuentro con él en su lecho de muerte. Era un tipo que no trabajaba, que vivía de su madre. Murió al lado mío y yo no había estado con él desde hacía 16 años. Yo estaba sentado en una silla en la sala de recuperación. No tenía nada para recriminarle. No fue una molestia en mi vida, pero sí una ausencia. Cuando murió se cerró un círculo en mi vida.

¿Te ves en pareja? ¿Adoptando hijxs?

No. No. Elegí estar solo. Me gusta vivir la vida solo. Estar tranquilo… Aunque la gente no lo crea soy muy solitario. Tengo pocos amigos, y muy buenos; y miles de conocidos. Vivo solo con mis perros.

Si tuvieras que volver a Mendoza ahora…

De visita, cuatro días como mucho, porque no tengo nada en común con Mendoza más que mis hermanos. Allá no tengo amigos. Derrumbaron la casa de mi abuela, que es parte de mi historia.

¿Tu adolescencia?

No fue muy feliz. Un bicho raro en el colegio. Un pibe bastante introvertido, aunque no parezca. No hablaba mucho con mis compañerxs. No era rugbier, un outsider de todo. Me gustaba la gimnasia deportiva, estar con mis abuelos… Teníamos una situación económica complicada y en Mendoza en esa época era la de "los nuevos ricos", que se regían por la plata. Yo venía de una familia patricia pero venida a menos. No llegaba a cumplir el status de ir a esquiar. Yo usaba zapatillas Flecha y todos las Topper. Ahora se dice bullying. A mí me hicieron bullying de chico; por supuesto…

¿Por qué por supuesto?

Porque les parecía un bicho raro. Porque no iba acorde al sistema que ellos iban. Ahora los y las encuentro y se desviven por saludarme… Y de chico no me dirigían la palabra. Una vez, en un cumpleaños de 15, en Chacras de Coria, un grupo de rugbiers de Los Tordos me tiraron a la acequia, me rompieron la camisa, me escupieron, me lastimaron, me insultaron, me dijeron de todo… Nunca lo conté esto porque medio que lo borré. Era insoportable. Se reían de mí de una manera espantosa. Porque no jugaba al rugby. Fueron muy crueles. Hay una hipocresía absoluta. A mí me marcaron. Los hijos de ellos se dieron vuelta.

La venganza…

¡No! No soy vengativo pero el que mal actúa, mal acaba. Muchos y muchxs de ellos y de ellas, no terminaron siendo muy felices… Es karma. Yo lo único que quería era irme de Mendoza. Se murió mi abuelo y tuve que quedarme un año para acompañar a mi abuela.

¿No te dejaban ser?

No. Siempre fui yo. Por eso mismo no condescendía nada. No cuajaba de ninguna manera. No había onda. Punto.

WORKING CLASS HERO

En el noticiero de Telefé, le puso el cuerpo a un segmento llamado “Contratado por un día”. Una especie de reality donde se presenta en un trabajo para probar suerte. Fue chapista, pizzero, esquilador, parrillero, peón. Dejó su fina camisa en el vestuario para ponerse a trabajar como uno más, eso sí: lo que nunca deja son sus mocasines de salón, su gesto camp. Hace pocos días, mientras conducía, “Sobredosis de TV”, en C5N, canal en el que trabaja desde 2009, relató que fue “apretado” por funcionarios macristas durante el gobierno anterior: “Me entrevisté con una persona que trabajaba en la Jefatura de Medios porque posiblemente ellos querían darme un laburo. (…) Me fui de allí y me mandan un mensaje con una foto mía como diciendo ‘has venido a buscar trabajo a la contra’”, relató Robertito.

¿Tuviste alguna vez en todos los años que llevás trabajando en la TV algún tipo de restricción o censura?

Soy absolutamente libre. Guiones no hay. Lo mío es el humor negro, lo ácido. Si algo me parece que quedó muy grosero, una entrevista, un móvil, trato de que no salga. Jamás reírme de la otra persona, porque no. No me gusta porque se han reído de mí cuando yo era chico. Es muy fácil hacer periodismo a costilla del otro. Del primero que me río es de mí mismo. El límite está. Quizás sí, sea un poco borderline.

¿Qué aprendiste de “Contratado por un día”?

Refleja el oficio de trabajos marginales y desconocidos, te da un baño de realidad. Yo no sabía cómo funcionaba un camión atmosférico. Empecé a limpiar todas las cloacas de una persona que no tenía cloaca, finalmente tenía un pozo séptico. O el sebero, que es el que recoge el sebo de una carnicería. Inseminé una vaca. Me tocó meter la mano en una profunda vagina. ¡En mi vida me imaginé tocar una, pero me tocó la de una vaca!

Los trabajadores que aparecen en el segmento están muy buenos. ¿Hubo alguna vez alguna insinuación?

Al principio se sienten un poco intimidados. Piensan: "éste no puede levantar ni una pala", después se sorprenden. Si bien no tengo mucha fuerza, le pongo garra. ¿Qué me hayan insinuado algo a mí? No, ninguno. Yo los jorobo: “Si te portás mal voy a aparecer en tu casa vestido de La Pantera Rosa”.

En las crónicas que hacés en la calle con C5N se ve cómo la gente te respeta y te quiere… y lo llamativo es que no tenés el estereotipo de un periodista más, con tu personalidad glamorosa llamás la atención por todos lados.

Siento un cariño enorme. Siento “la aprobación”. Que te aceptan como sos. Con tu impronta, a veces un poco avasallante. Yo soy una persona bastante pensante, pero cuando salgo a la calle no pienso. Trabajo con lo que la persona me inspira en ese momento, con lo que me nace... Trato de ser respetuoso.

Pero te metés cuando están comiendo…

No voy a molestar a nadie que no quiera ser molestado. Si le meto un micrófono a un tipo que está comiendo, tenés que saber la manera de abordarlo. ¿Y por qué me quiere la gente? Porque soy un tipo transparente. ¿Para qué vas a fingir alguien que no sos?

Tu primer trabajo en Buenos Aires fue repartiendo pizzas…

Sí, había que trabajar. Fue en Pizza Hutt durante un año. Una vez hacían llevar varias veces las pizzas al mismo lugar y nunca abría nadie; dejaba las pizzas en el ascensor. Un día bajó un señor con su mujer. Él en calzoncillo y ella en babydoll. Entre que yo les daba la pizza y ellos la plata me hacían "Mmmm". (Hace un gesto y arquea una ceja). Le digo: "¿Qué?", "¿Te haces el boludo?", "No entiendo". "Ah, no, no, está bien. No sos el que vino la otra vez", me dijo. No era mi estilo.