Son estos días de vivir con la muerte en la nuca
en esta epidemia de silencios de nunca acabar
seria bien bueno distraerse tejiendo ternuras,
que abran cancha las penas y un milagro nos saque a bailar.

Pero está todo tan raro.
Todo es tan raro.
Nadie sabe que precio colgarse en la rifa de la soledad.

"Los Caballeros de la quema. Todo tan raro."


Las relaciones entre el “individuo” y la sociedad --grupos, instituciones--, son disarmónicas, con lógicas contrapuestas. Pero si algo se cayó sin escalas en este tiempo es la naturalización del individuo, del “YO soy YO y el resto, escenario de mi vida”. La pandemia pone en evidencia, una vez más, que somos sujetos sociales, somos subjetividad contextualizada. La organización social produce subjetividad de época que también es singularidad, es decir, ese plus que cada uno produce sobre una matriz colectiva. En la vida humana lo singular y lo colectivo se presentan entramados, como dos caras inseparables de nuestra condición como especie.

Hoy, en contexto de virus y cuarentena, el tiempo es raro. Interesante palabra que invita a no acostumbrarnos, nos otorga cierta --leve-- rebeldía frente a la adaptación al aislamiento. Para cuidarnos, para ser solidarios claro está, pero el raro nos deja un margen que nos permite decir “así no queremos vivir”.

Raro que no es nostalgia a lo que era, ni a la normalidad. ¿Qué normalidad? Roger Water, días atrás, dio un emotivo homenaje a Ramona Medina , la militante que murió hace algunas semanas por esa normalidad, la de una sociedad profundamente injusta y desigual. En ese sentido, la pandemia es un espejo que, como dijo Alejandro Horowicz, ensayista e historiador en un reportaje televisivo sobre “Coronavirus y capitalismo ”, desnuda “las lacras de lo que existe y las llevan a un punto tal que es imposible negarlas”.

Espejo, radiografía de una sociedad, la del capitalismo global que desenmascara la desigualdad. “El virus es democrático pero la muerte ocasionada por el virus no es nada democrática" sostiene el filósofo coreano Byung Chul Han. La pandemia pone en relieve los problemas sociales y las agudas diferencias que existen en nuestro país pero tambiénen los países “desarrollados” como Estados Unidos --emblema del capitalismo-- donde por covid-19 están muriendo miles, sobre todo personas afroamericanas. Así, enferman y mueren las y los más pobres de todos los países.Los tiempos de la pandemia son tiempos discontinuos, fragmentados, que desnudan realidades. Tiempos raros que invitan a pensar.

Pensemos en los tiempos de los griegos. El tiempo krónos, aión y kairós, cada uno asociado con un dios distinto. Krónos, nuestro tiempo, el que reconocemos, el del reloj, el cronológico que se da entre la vida y la muerte y marca el presente, el pasado y futuro. Aión, que al contrario de krónos, no nace ni muere, es el eterno retorno.Y kairós, que marca el pliegue en el que se unen y entrecruzan el tiempo que transcurre entre la vida y la muerte y el de la vida plena, del eterno retorno.

En griego, el kairós es el “momento oportuno” o la ocasión propicia”. Así, kairós es ese acontecimiento (1) que marca un antes y un después y que hace irreversible lo vivido. Tiempos que no pasan sino que nos constituyen. Este kairós pandémico, cuarentenoso, es un tiempo de incertidumbre. Un REAL, al decir de Lacan --una de las tres dimensiones de lo psíquico junto a lo simbólico e imaginario-- que impide que algo sea metabolizado, tramitado. Tiempo raro que podrá ser una ocasión para encontrarnosy renovar utopías, las de un espejo que nos muestre más comunidad y menos individualidad, más Estado y menos mercado.

Estado como único garante del bien común. Democratizar nuestras sociedades significa desmercantilizarlas, afirmaba hace un tiempo Emir Sader en este mismo diario . Es decir, rescatar como derechos lo que el neoliberalismo impuso como mercancía para que los sujetos más vulnerabilizados recuperen sus derechos universales, entre ellos el principal, el derecho a la vida.

Hablar de sujetos vulnerabilizados (2) remite a los procesos de construcción subjetiva, a las condiciones materiales, simbólicas, discursivas que lo producen. No se trata de la vulnerabilidad propia de la condición humana, sino de la vulnerabilización producida por dispositivos biopolíticos de dominación.

Vulnerabilidad no es, entonces, sinónimo de vulnerabilización. La vulnerabilidad es propia de la especie humana. Nos creemos el centro del Universo, hicimos del planeta nuestro mundo y construimos una institución imaginaria de la sociedad, como diría Castoriadis (3) donde nos creemos potentes y seguros hasta que un virus invisible nos muestra vulnerables. Pero en nuestro mundo, la mayoría de sus habitantes, además de vulnerables son vulnerabilizados por este sistema social.

Los tiempos raros de la pandemia-cuarentena producen efectos en la subjetividad: alteración de lo cotidiano en la organización / desorganización / reorganización de la vida diaria; ansiedad, angustia, aburrimiento, apatía pero, también, tranquilidad y disfrute. Ello dependerá de la historia vital singular, de las condiciones materiales de existencia y de las modalidades subjetivas para lidiar con lo que irrumpe.

Contrariamente al sentido común, algunos pacientes refieren que esta experiencia produjo un efecto inesperado, “les calzó bien”.Por eso debemos sospechar de aquellos discursos universales que establecen lo que nos pasa, que saben de nosotros más que nosotros mismos y se apoyan en ciertas psicologías y lógicas mediáticas llenas de respuestas cerradas, directivas, moralizantes.

Los tiempos raros de la pandemia-cuarentena producen nuevos tipos de lazo social, donde el aislamiento y el distanciamiento físico habilitan otras formas de presencias, como la virtual, una (otra) manera de vivir la otredad y de confraternizar. También generan una fuerte alteración de la temporalidad. Muchas personas sufren sus horarios de descanso perturbados, pero al mismo tiempo se sienten productivas y motivadas. Otras experimentan lo contrario, frustración por no “cumplir” con tareas exigidas, por ejemplo, las académicas. Realidades que invitan a pensar en las prácticas pedagógicas en tiempos raros, en donde cierta lógica eficientista de la “calidad educativa” colisiona con el privilegiar la centralidad de la subjetividad y la continuidad del lazo social.

Nuestra responsabilidad en el trabajo institucional en tiempos raros de pandemia-cuarentena consistirá en ligar, acercar, sostener para que la distancia física no obture la búsqueda de nuevas formas de lazo social con “intervenciones situadas”, en contexto, construidas colectivamente. El lema “nada por nosotros sin nosotros”, que reivindica el colectivo de los sujetos con discapacidad es ahora el de todos. Pensar las prácticas pedagógicas, comunitarias, incluyendo a los sujetos destinatarios como protagonistas en la configuración de dispositivos originales, creativos para la tramitación del sufrimiento, del malestar sostenidos en una ética en relación al otro --como semejante y diferente a la vez-- y en una concepción de sujeto, entendido como sujeto de deseo y como sujeto de derechos.

Sergio Rascovan es licenciado en Psicología (UBA). Magister en Salud Mental Comunitaria (Universidad Nacional de Lanús). La presente exposición fue realizada en el encuentro “Problemáticas subjetivas e institucionales en tiempos de pandemia” organizado por Punto Seguido www.puntosguido.com.

1. Alain Badiou, filósofo francés, sostiene que un acontecimiento no es meramente un evento importante o significativo que pueda ocurrir en el ámbito político, artístico, científico o amoroso. Es un quiebre del campo del saber de una situación, porque con el acontecimiento emerge una verdad no considerada por el saber de la situación misma.

2. Rascovan, Sergio. (Comp). Orientación vocacional con sujetos vulnerabilizados. Experiencias sociocomunitarias en los bordes. Noveduc. Buenos Aires, 2018.

3. Castoriadis, Cornelius. La institución imaginaria de la sociedad. Tusquets, Buenos Aires, 1993.