Un investigación judicial por lavado de dinero puso al descubierto la sospecha de una sociedad que mucho daño le hizo a Central. La del jefe de la barrabrava canaya, Andrés “Pillín” Bracamonte y el ex representante de jugadores, Juan Carlos Silvetti. El nombre de Silvetti es conocido por hinchas de Newell’s y de Central, aunque fue en Arroyito donde el ex agente FIFA ganó ascendencia, asumiendo el control de las inferiores junto a Bracamonte, entre otras facultades. Es que llegó a tener un poder por escribano a nombre de Central para hacer trámites en la Asociación del Fútbol Argentino, le hizo más de seis juicios al club y hasta le embargó la cuenta. El ex presidente Horacio Usandizada lo echó de la institución públicamente en 2007 pero después le pagó parte de lo que reclamó. Hace un tiempo que se retiró del fútbol pero la Justicia ahora dilucida vínculos con Bracamonte que se extendieron mucho más allá del negocio que rodea a la redonda.

Juan Carlos Silvetti se inició en el fútbol a fines de los años 90, con sanas intenciones de hacerse un lugar en el ambiente de la representación de futbolistas, por entonces dominado por Eduardo Soca y Ricardo Schlieper en la ciudad. Fue uno de los primeros "Agente FIFA" del país. Pero en su estreno como tal cayó de bruces en el negocio. Se hizo de un porcentaje de los entonces juveniles de Newell’s, Maxi Rodríguez y Darío Gigena. Eduardo López, por entonces presidente leproso, no se lo quiso reconocer y para devaluar la ficha de ambos, en 1999, prestó a ambos futbolistas a Talleres, en el marco además de la nagativa de Rodríguez y Gigena a firmar contrato con el club en los términos que proponia la dirigencia. De regreso, la Fiera triunfó en Newell’s y rápidamente fue vendido. Silvetti nunca pudo obtener el porcentaje que le correspondía por la venta de Maxi Rodríguez a Europa. Pero de la experiencia aprenderá.

Frustrado en Newell’s, Ingresó en Central durante la última gestión que lideró Víctor Vesco. Fue representante, entre otros, de Paulo Ferrari. Pero fue en la presidencia de Pablo Scarabino donde su poder se extendió en alianza con Bracamonte. Para jugar en Central había que ser representado por Silvetti. Esta decisión unilateral que tomó el jefe de la barra con el agente FIFA no fue acatada por José Aurelio Pascttini, por entonces coordinador de las divisiones inferiores. En Central, con Pascuttini, se intentaba promover a los mejores, aunque no sean representados por Silvetti. Pascuttini empezó a recibir amenazas, Scarabino decidió no hacer frente a los violentos, y su renuncia llegó en 2003. Desde entonces el club quedó en manos de Silvetti y Bracamonte.

Envalentonado por los éxitos, el representante logró que la dirigencia le firme un poder para tramitar derechos de formación en AFA donde se le reconocía el 30 por ciento de todo lo que ingrese al club en ese concepto. Por entonces estas gestiones AFA las hacía sin costo para los clubes. Este fue el primer ingreso de billetes que se aseguró Silvetti. Su omnipresente influencia le permitió participar, incluso, con un porcentaje (700 mil dólares) en la venta en 2006 de Marco Ruben, Cristian Villagra y Juan Ojeda a River. Central estaba camino al abismo. El ex secretario Gonzalo Estévez había sido desplazado del cargo por la Justicia pero Scarabino tenía aún mandato en el club.

Siempre se supo en voz baja que detrás de Silvetti estaba Bracamonte (ver edición del 23 de febrero de 2011). Esa relación recién ahora es investigada por la Justicia pero por negocios ajenos al fútbol. Es que Silvetti perdió su lugar con la llegada de Usandizaga como presidente. Se le prohibió ingresar al club por sus prácticas coersitivas en las divisiones inferiores. Fue allí cuando el ex representante empezó a sacarle plata a Central por medio de demandas judiciales, muchas de ellas sustentadas por lo que le habían firmado ex directivos del club.

A poco de asumir, Usandizaga se encontró con un embargo sobre las cuentas bancarias del club de parte del poderoso representante. El Vasco negoció y destrabó el torniquete financiero de la tesorería. Luego el ex agente FIFA se presentó en los tribunales de Buenos Aires para reclamar el cobro de un pagaré a su nombre por 300 mil dólares, aproximadamente. En otra demanda, Silvetti exigió derechos de jugadores que fueron vendidos por el club, lo que evidenció su poder en Granadero Baigorria.

La gestión de Norberto Speciale, en 2011, firmó un acuerdo por todas las demandas y Central le pagó 700 mil dólares. Desde entonces Silvetti no tiene más relación con Central. Pero no perdió la relación con Bracamonte, según la Justicia. Y como “Pillín”, cuando necesitó un asesoramiento legal, Silvetti se refugió detrás del abogado Carlos Varela.