El mundo se encuentra en una carrera científica e industrial sin precedentes para poder detener al COVID-19, enfermedad que hasta ahora es imparable y cuya única forma de ralentizar es a través del aislamiento y el cuidado sanitario. En este escenario, Argentina es uno de los tantos países que desarrollan herramientas para resistir a la pandemia hasta que se encuentre una vacuna, investigación que también se realiza en suelo nacional.

Una de las herramientas que facilitará la lucha contra el virus es el kit de diagnóstico ELA-CHEMSTRIP, creado por una alianza entre las universidades nacionales de Quilmes (UNQ) y de San Martín, y producido en masa gracias a las pymes locales Productos Bio-lógicos SA (PB-L) y Chemtest. La novedad de este test es que se realiza en una hora y media; puede detectar la enfermedad tanto en personas que tengan o no síntomas, y no necesita de un laboratorio con una gran infraestructura para garantizar su correcto funcionamiento. A principios de julio se estima que tendrán unas 100 mil copias distribuidas en las principales zonas de riesgo.

Básicamente, se pasa un hisopo por la nariz del paciente, se extrae el ARN del virus del hisopo y se expande la muestra con una amplificación isotérmica (llevar el ácido a una temperatura constante) a 60 grados con una polimerasa particular, una enzima que multiplica genéticamente la muestra por más mínima que sea. Al cabo de una hora, el paciente sabe si tiene o no coronavirus. Se trata de una herramienta vital para conocer con precisión los principales focos de contagio del país. Todo surgió gracias a una afortunada casualidad.

El hito de un encuentro casual

“No es fábula lo que te voy a contar”, dice, con un dejo de intriga, Diego Comerci, uno de los coordinadores del equipo que desarrolló el kit. El fundador del Instituto de Investigaciones Biotecnológicas (IIB) de la UNSAM y socio de Chemtest relata que el 8 de marzo, a cinco días de que se conociera el primer infectado en el país, recibió un llamado urgente de la UNSAM en el que le pedían desarrollar “un test que se pudiera producir en el país y que garantizara la cobertura de insumos para la pandemia sin depender de factores externos”. Es así que “desde el Gobierno le manifestaron a la UNSAM el miedo que tenían porque se estaba desatando una guerra a nivel mundial para abastecerse de todos los reactivos, insumos y el material médico para atender la pandemia, y temían que hubiera escasez”, explica. Comerci, que ya tenía una vasta experiencia en el desarrollo de kits de diagnóstico, rechazó la oferta porque “no había manera hacerlo en 6 semanas”. Esa noche no pudo dormir y, mientras daba vueltas en la cama, se le ocurrió una idea que le presentó al rectorado al día siguiente. Consistía en adaptar un kit de diagnóstico rápido de dengue basado en tiras reactivas, similar a un test de embarazo, para que detectara el coronavirus. “Pero no nos alcanzaba con lo que teníamos, faltaba algo más”, sostiene el doctor en biotecnología.

Ese “algo más” era la polimerasa que tenía el equipo de Marcos Bilen, biotecnólogo de la UNQ y socio de Productos Bio-Tecnológicos, que había conocido a Comerci en la Feria Innovar (una exposición científica) del año pasado. El stand de Bilen estaba enfrente del de Comerci, y la tecnología que presentaba era un prototipo de testeo de Clamidia en el que se utilizaba dicha polimerasa para detectarla. Esa polimerasa la encontró Bilen de casualidad, cuando tomó unas muestras de aguas termales en Salta en 2002.

Como una de esas ideas que se tienen en un momento desesperado, Comerci supo que era él a quién tenía que acudir. “Diego me llamó y me dijo ‘Marcos, vamos a tener que hacer algo porque (el coronavirus) está creciendo mucho en el mundo’”, narra Bilen para el Suplemento Universidad. “Presentamos en esos días un proyecto al Ministerio de Producción, que gustó; y en paralelo se convocó al Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación. Entre los dos impulsaron el proyecto”, destaca.

El 20 de marzo se declara el aislamiento preventivo, social y obligatorio en todo el país.

Unos días después, el proyecto recibe los fondos y en 60 días ya estaba listo el ELA-CHEMSTRIP. “Lo pudimos testear, validar y garantizamos la producción y el desarrollo en el país. Tenemos el 80 por ciento de los insumos y la idea es tener 300 mil unidades para agosto”, cuenta Comerci con orgullo.

“Lo que te permite el kit es tener un análisis para las muestras in situ, o sea en el lugar donde ocurre el foco. ¿Qué quiere decir esto? Actualmente la forma de diagnóstico es: o la persona va a la clínica o llama a la guardia porque tiene síntomas y viaja. Entonces toda esa logística es un riesgo porque la persona, hasta que llega a tomar una muestra o se deriva al hospital, pasa tiempo que está en contacto con otras personas”, explica pedagógicamente Bilen.

Por su parte, Comerci señala que en Argentina “hay una red de diagnóstico montada tanto en el sector público como en el privado con cicladores térmicos para realizar la qPCR (un tipo de reacción química que demora horas), que es un equipo sofisticado con un alto costo. No todos los laboratorios clínicos tienen eso: hay muchísimos que quedan fuera. ¿Cómo logramos ampliar la capacidad de diagnóstico? Necesitamos incorporar a estos laboratorios. Hacemos test que tengan la misma performance diagnóstica; el ELA CHEMSTRIP lo único que requiere es un equipamiento básico como una incubadora termoestatizada a 60 grados que tienen todos los laboratorios”.

“Si la pandemia crece mucho, la cantidad de contagiados va a ser tan alta que no va a haber medio para contenerla, pero ahora estamos en un tiempo donde tenemos que usar todas las herramientas posibles para disminuir el impacto que tenga esta pandemia, y el Gobierno tiene un poco esa idea”, remarca Bilen y agrega que “el objetivo ideal era eso, que sea un producto económico, rápido, que se pueda producir en dos meses, cosa que sucedió. Pero también que permitiera una primera línea de detección antes de llegar a los centros de referencia para no saturar los sistemas de salud”.

Cómo se desarrolle la pandemia en estas semanas será clave para dirimir el próximo paso para combatir la enfermedad. Bilen, en ese sentido, puntualiza con un tono esperanzador que “en agosto va a empezar a disminuir”, y añade que “cada día que van pasando cosas nos entrenamos para darle la importancia que corresponde, y solucionaremos todo cada vez más rápido”.

La unión con las pymes

Tanto Chemtest como Productos Bio-Tecnológicos son empresas locales que ya contaban con una mínima capacidad de producción a la hora de crear el kit ELA-CHEMSTRIP. Aunque, enfatiza Comerci, la iniciativa recibió “mucha cooperación del Gobierno a través de la unidad de Presidencia y los aviones sanitarios que fletaron a Shangai, que pudieron traer muchos de los equipos para garantizar la continuidad en la producción. Eso fue lo más difícil”.

“Apostar a la tecnología es un valor que tiene el país. Esto debería ser algo estructural, de todos los gobiernos, no de algunos. Es importante entender la ciencia, la generación de conocimiento que se genera acá no puede ser solamente regalada o entregada libremente al mundo”, sostiene Bilen. En ese sentido, Comerci adhiere y resalta la necesidad de “vincular a las pymes con las universidades, porque no sólo hay que generar conocimiento de calidad, sino que hay que apropiárselo en el país. El mundo está lleno de patentes que citan papers argentinos. Tenemos que hacer que esto lo usen nuestras pymes”.

“El conocimiento tiene que explotarse en Argentina, tiene que ser valorizado económicamente e intelectualmente. Chemtest y Productos Bio-tecnológicos tratan de poder aplicar el conocimiento a productos que satisfagan las necesidades locales como primera instancia y luego del mundo, si existe esa necesidad”, insiste el biotecnólogo de la UNQ y añade que “hay una inversión estatal que es importante rescatar y no que quede en manos de una empresa”.

El rol clave de las universidades

Bilen expresa con orgullo que pelea “por la educación pública”, y asevera que “es un baluarte que no debe entrar en discusión”. Al principio se pone dubitativo, pero luego habla con firmeza sobre cómo se deterioró el apoyo a la educación y a la ciencia en los últimos cuatro años. “No sé cuál es la lógica política que hace que un gobierno apoye o no a la ciencia. Junto a la educación y la cultura son valores de una sociedad. Eso no tiene discusión, forjan la sociedad. Es tu capital. Aunque algunos digan que es un gasto, en realidad estás realizando una inversión, desarrollándote como nación”, opina.

Por su parte, Comerci reflexiona que se está “mostrando cómo se pueden alinear los recursos humanos de máxima excelencia que se forman en la universidad. Todo esto se pudo hacer rápido, bien y sacando un buen producto no porque somos genios, sino que tenemos 30 años de trayectoria donde se prioriza la calidad, la alta tecnología y la alta ciencia”.

En las inciertas épocas del coronavirus, proyectos como el ELA CHEMSTRIP demuestran la capacidad que tiene la ciencia argentina y las universidades nacionales para ponerse al frente de la lucha. “Me encantaría saber que el país tiene bases que no se tocan y si es así es porque vienen cosas mejores. Sin eso no creo que seamos nada”, reflexiona Bilen. 

Ilustración: Reinaldo Cortés