En medio de la pandemia, la secretaría de Patrimonio Cultural del ministerio de Cultura de la Nación anunció un proyecto que hace algo raro entre nosotros, ampliar nada menos que dos entidades culturales. El proyecto implica ampliar la sede del museo más visitado del país, el Cabildo de Buenos Aires, y darle una sede mayor y muy simbólica a la Comisión Nacional de Monumentos, de Lugares y de Bienes Históricos. El Cabildo busca tomar el edificio "de atrás", sobre avenida de Mayo, que hoy ocupa la Comisión, para abrir tres salas nuevas de exhibición y tener al fin talleres de restauración como la gente. Y la Comisión se mudaría al espléndido edificio de Alvear 1690 que ocupaba hasta hace poco el ministerio de Cultura. Para mejor, la idea implica la restauración del maltratado edificio de cultura, que buena falta le hace.

El Cabildo, se sabe, es un lugar de los más simbólicos de este país, el lugar donde de cierto modo empezamos como país. El museo que dirige Horacio Mosquera tiene la doble misión de preservar y explicar el edificio, y también la Revolución de Mayo, justamente el lado que más creció en estos años. El Cabildo fue mochado para abrir la avenida de Mayo y la Diagonal Sur, remodelado, abandonado y maltratado como los argentinos maltratamos tantas cosas. Pero en 1940 fue reconstruido por Mario Buschiazzo como símbolo de una movida histórica importante que también incluyó crear la Comisión Nacional de Museos y de Monumentos Históricos. Buschiazzo le construyó a la flamante entidad un edificio en estilo colonial sobre la avenida, con la misma sencillez estética y material del original.

Pero, como explica la secretaria de Patrimonio Cultural Valeria González, "todo crece y ahora tenemos el muy buen problema de acompañar el crecimiento del Cabildo y de la Comisión". González apunta que, antes de la cuarentena, el Cabildo recibía medio millón de visitantes por año, lo que equivale a la cuarta parte de todos los visitantes a todos los museos nacionales del país y lo coloca en el tope del podio de todos los museos del país, públicos o privados. Y el Cabildo tiene, como indica la interminable fila de buses escolares, una función docente clarísima, la de estremecer a los chicos parándoles en el mismo lugar donde nos empezamos a declarar una nación.

Es justamente ahí donde al conjunto le tira la sisa, en la misión de explicar y mostrar la Revolución. Este lado del mandato implica exposiciones temáticas con panelerías y objetos, y apenas hay una sala fuera del Cabildo en sí para estos usos, la que está en la planta baja del patio, a la derecha de quien viene del edificio principal. Al tomar todo el conjunto, el museo puede abrir nada menos que tres salas de exhibición nuevas al fondo del hermoso patio, crear por fin un taller de restauración apto, y transferir oficinas necesarias pero que ocupan espacios apiñados en el edificio histórico. Hasta se piensa dialogar con la Ciudad para darle un uso estable al patio sobre Hipólito Irigoyen, que está perfectamente integrado al museo pero, por escritura, es propiedad porteña y no nacional. No sólo se puede crear otro espacio de exhibición al aire libre, sino poner un café y una tienda, como esperan los visitantes a cualquier museo del mundo.

A su vez, la Comisión Nacional que preside Teresa de Anchorena recibe la vieja sede de Cultura, que el ministro Tristán Bauer mudó al Centro Cultural Kirchner. Como ahí siguen funcionando dependencias administrativas, la Comisión se quedará con las partes más espléndidas del viejo palacio Casey, el piano nobile decorado a la francesa, el espléndido Salón Cané y buena parte del segundo piso para oficinas, archivo y biblioteca. Anchorena destaca que el cambio es positivo y por varias razones. Una es que "ampliar un museo es siempre una buena noticia, algo muy atendible". Otra, que medido en metros la Comisión gana un aire que le faltaba, sobre todo por el enorme crecimiento de sus actividades. Y tercera, que "aunque yo entiendo que todo cambio es difícil, recibir la sede tradicional de Cultura es un símbolo de la importancia que se le da a las funciones de la Comisión".

La secretaria González agrega que la mudanza implica aportar medios que la Comisión hace rato que andaba necesitando, sobre todo en infraestructura informática. Y, para alegría pública, el proyecto de restaurar el alicaído exterior del palacio Casey que Anchorena ya está tratando con el ministerio de Infraestructura, con firme apoyo del ministro Bauer y la secretaria González. De hecho, esta idea tenía fecha pre-pandemia para fines de año y comienzo de 2021, cuando se planeaba hacer un gran encuentro internacional sobre patrimonio y se quería que la sede de honor fuera el Casey. La última vez que el palacio construido en 1889 recibió un tratamiento completo fue en 1948, cuando el Estado lo compró para la entonces secretaría de Cultura.

En resumen, una trifecta rara de ver en la que el museo del Cabildo crece, la Comisión de Monumentos crece y los vecinos ven uno de sus edificios más bonitos restaurado.