Abrazadas por una multitud de más de 50 mil personas, Norma Vermeulen y Elsa "Chiche" Massa subieron las escalinatas del Monumento a la Bandera con sus pañuelos blancos. A lo largo de una movilización que ocupó más de 40 cuadras -miles esperaban todavía para salir de la plaza San Martín cuando los primeros manifestantes llegaban al acto- los pañuelos blancos se multiplicaron en figuras de cartulina llevadas por jóvenes, niños y niñas, mujeres y hombres. Las fotos y los nombres de lxs desaparecidxs también se diseminaron a lo largo de las cuadras, con la fecha del secuestro, o el asesinato. La primera bandera, la más visible, llevaba sólo un número: 30.000. "A ver Mauricio, a ver si nos entendemos, porque fueron 30.000, los que desaparecieron. Si es necesario, otra vez yo te repito, que no hubo dos demonios, lo que hubo fue un genocidio", era una de las consignas que voceaban desde la primera columna de los organismos de derechos humanos sino también la extensísima sucesión de organizaciones gremiales, sociales, políticas, colegios profesionales, bibliotecas, centros de estudiantes. "El Monumento nos queda chico", dijo en el escenario Juane Basso, de Hijos, uno de los que iba recibiendo a los manifestantes que desbordaron el patio cívico.

"Hoy, el gobierno del presidente Mauricio Macri vuelve a aplicar el mismo modelo neoliberal impuesto a sangre y fuego por la dictadura, con su plan de endeudamiento y sumisión ante el FMI y las grandes potencias mundiales. Por eso no es casual que mientras entrega la riqueza y los intereses nacionales, como nuestra soberanía sobre las Islas Malvinas, o abre las importaciones en perjuicio de la producción y el trabajo argentinos, promueve el perdón de los criminales de lesa humanidad y desmantela las políticas públicas de Memoria, Verdad y Justicia", dice el documento leído ayer, con el Monumento desbordado de gente.

 

Alberto Gentilcore
El Monumento quedó realmente chico para contener a los miles de manifestantes.

 

Macri fue el blanco preferido de una marcha donde la presencia de Amsafé encabezada por su secretaria general Sonia Alesso fue potente, como todos los años, y éste en especial con el calor de la marcha federal del miércoles en los corazones. La multiplicidad de organizaciones de todo tipo que van cada año con su pequeña o gran bandera da cuenta del entramado social que se congrega el 24 de marzo. Radios comunitarias, bibliotecas barriales, colectivos artísticos, organizaciones de todo tipo dicen presente.

Entre las consignas que coronaron el documento, estuvo la libertad a Milagro Sala, el repudio a la "estigmatización de la militancia" que ejerce el gobierno nacional, un nuevo juicio por el asesinato de Silvia Suppo, "viva la patria grande", basta de dilaciones en la causa Feced III, reclamos por los casos de violencia institucional en la provincia. Fueron sólo algunas de las consignas del documento consensuado por decenas de organizaciones.

 

"Les pido desde mi humilde lugar que militen, luchen por lo que crean, la política no es algo malo", dijo Vermeulen.

 

Con el termo bajo el brazo, con pancartas caseras escritas en fibrón sobre cartulina, con pecheras o sólo con su presencia, mujeres y varones se sumaban. Llevaban a sus pequeñxs, y hasta con los cochecitos de sus bebés. Madres y padres con sus hijos adolescentes, juntos o cada uno por su lado. "Estoy llamando a Reni que está con la Federación de Estudiantes Secundarios y está lejísimo", dijo Romina ya sobre el escenario. Este año, la columna de la diversidad sexual se hizo ver y oír con su enorme bandera del arco iris desplegada y los cánticos contra el papa Francisco.

Murgas, redoblantes, bailes, en la marcha hay lugar para todas y cada una de las expresiones que se sumen. Una mujer había hecho su propia pechera doble, en la espalda, con una foto de Rodolfo Walsh y en la parte de adelante, "por la expropiación de la Quinta de Funes".

Marchar es también la oportunidad de encontrarse y abrazarse con otrxs que traman un piso básico de acuerdo sobre la sociedad que quieren habitar. "Construimos memoria, justicia y verdad, por eso te digo, acá nunca más", terminaba la consigna mentada al principio.

Antes del documento consensuado, Norma Vermeulen dijo unas palabras, en honor también a sus compañeras que ya no están. "Aprendimos a reafirmar el estado de derecho, a una mejor calidad de vida, pero fundamentalmente a tener esperanza por una Argentina mejor. Muchas conquistas que hoy vemos se están perdiendo, desapareciendo, vaya paradoja. Por eso les pido desde mi humilde lugar que militen, aún en diferentes partidos, luchen por lo que crean, la política no es algo malo, aunque haya algunos malos políticos que quieran volver a vendernos espejitos de colores pero finalmente muestran su verdadera cara", dijo esta Madre de la Plaza 25 de mayo que comenzó la búsqueda de su hijo Osvaldo el mismo 1º de abril de 1977, cuando se lo llevaron. Terminó su discurso con un "hasta la victoria siempre". Sentada junto a ellas, otro histórico de estas luchas, Oscar Lupori, del Movimiento Ecuménico por los Derechos Humanos. Y una silla con flores en nombre de todas y todos lo que participaron de esa lucha pero ya no están. Pero dejaron un legado, garantizado por la presencia, por ejemplo, de Lucía, de 11 años, que ayer vivió su primera marcha. Más curtido, Fidel, de 6, estuvo al comienzo con su pancharta: "Fueron 30 mil, Marisol y Pucho, presentes". Tomás, de 14, llevaba otra: "Juicio y Castigo". Lara, de 11 y Sofía, de 12, llevaban orgullosas las fotos de los desaparecidos Miriam Moro y Roberto De Vicenzo. Las nietas estaban ahí, para traer al presente a esos abuelos que no conocieron, y para hacer la sociedad mejor que ellos soñaron.