"La poesía mezcla lo fabuloso con lo real y transfigura el mundo. La poesía misma es un viaje”, dice María Rosa Lojo, poeta, narradora, ensayista y académica, la primera mujer que recibirá la Medalla Europea de Poesía y Arte (European Medal of Poetry and Art-Homer), un premio que consiste también en la publicación de una antología literaria de la ganadora, traducida al chino, que será editada en la colección “Homer Medal Laureates Series”, impresa por la East China Normal University Press. La entrega de la medalla será en 2021, en la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires. Los últimos poetas que recibieron esta distinción –-creada en Bruselas en 2016 y otorgada por un Comité Internacional de académicos y poetas, presidido en esta ocasión por Darius Thomas Lebioda (Polonia) y Zhao Si Fang (China)-- son Tim Lilburn (Canadá, 2017), Juan Mestre (España, 2018), Patrick Lane (Canadá, 2019) y Antonio Gamoneda (España, 2020).
“La medalla es un galardón simbólico que reconoce una trayectoria artística con la matriz puesta en la poesía”, cuenta Lojo a Página/12. “Soy la primera mujer que gana este galardón, así que es una doble alegría que vayamos progresando en cuestiones de género”, agrega la autora de novelas como La pasión de los nómades, La princesa federal, Una mujer de fin de siglo, Las libres del Sur, Finisterre y Árbol de familia y Todos éramos hijos, entre otras. Los libros hacen camino al andar y en el mundo previo a la pandemia permitían llegar muy lejos a sus autores. En 2017, por Esperan la mañana verde -traducido al francés por Bernardo Schiavetta y Cristina Madero y publicado en Reflet de Lettres (editorial de poesía franco-argentina dirigida por Schiavetta)-, la escritora recibió el Premio Internacional Antonio Viccaro, que se entrega en el Festival Internacional de Poesía de Trois Rivières (Canadá). Durante ese festival en Canadá, Lojo conoció a la poeta china Zhao Si Fang, quien la invitó, en 2019, al Festival Internacional de Poesía celebrado en la ciudad de Suining (provincia de Sichuan).
“China es un planeta propio; es un mundo deslumbrante, de una extraordinaria potencia tecnológica y cultural, que al mismo tiempo revalora mucho su tradición milenaria. Nos llevan bastante ventaja en eso”, plantea Lojo que está escribiendo un libro de poesía sobre el impacto que le generó ese viaje. “China es un destino poco frecuentado por los escritores argentinos; no hay una gran tradición de escritores argentinos viajeros a China, así como sí hay a otros lugares, como París y Estados Unidos. El primer viajero escritor que llega a China y escribe sobre China es Eduardo Wilde, que por cierto tiene una mirada crítica del sistema político imperial. Una cosa que marca Wilde como un atraso que debía superarse es la situación de las mujeres que llevan los pies vendados. Pero Wilde ve en China muchos indicios que lo llevan a creer que va a ser un país importante para el mundo y que va a llegar un momento en que China va a despertar; cosa que, en efecto, ha ocurrido”.
Lojo precisa que después de Wilde, viajaron a China Jorge Max Rohde y Juan L. Ortiz. “Álvaro Fernández Bravo dice que no se puede leer a Juan L. Ortiz sin tener en cuenta esta profunda relación que él entabla, en determinado momento de su vida, con la poesía china, en particular la de Li Po”, recuerda la escritora. “Me gustan mucho los viajes, he sido siempre una viajera contumaz. El viaje a China fue el más lejano que he hecho en mi vida –reconoce-. Se me ocurrió empezar a escribir un libro que quizá lo voy a llamar Nuevo libro de las maravillas del mundo; hay un libro tardo-medieval con el mismo nombre, atribuido a Jean de Mandeville, en un momento en que los viajes eran aventuras extraordinarias de un mundo poco conocido en que se mezclaban lo fabuloso con lo real”.
La pandemia de Covid-19 le cambió los planes: viajes, congresos y participaciones en diversas ferias fueron cancelados. “Nadie esperaba que llegara la pandemia tan pronto y que nos viéramos en una situación de aislamiento obligatorio. Todo esto fue como entrar de golpe a una película de ciencia ficción, en la cual somos actores de reparto y todavía no sabemos cómo va a terminar. El futuro se abre con muchos interrogantes –advierte-. Tuve un período de desconcierto, de depresión y gran alteración de mi tiempo vital. Me cuesta recordar en qué día estoy; todos tenemos la sensación de que vivimos en El día de la marmota, esa película que siempre es el mismo día y estamos como en una burbuja, suspendidos en un lugar donde el tiempo se ha detenido y no tiene las medidas habituales: se descompone, se desintegra, se vuelve a componer y se estira…”. Más allá del desconcierto inicial, la escritura fue ganando nuevamente terreno. Lojo terminó de escribir un libro de cuentos, Así los trata la muerte, que publicará Alfaguara; y está avanzando en dos ensayos. Uno es un trabajo testimonial y literario sobre el exilio republicano. El otro es su discurso de ingreso a la Real Academia Gallega. El año pasado la eligieron académica de honor, “algo muy significativo para mí porque mi padre era gallego, y es un eje de mi imaginario, de mi vida literaria e intelectual”.