Cada vez que veo una película donde indios en bolas pelean contra un ejército espero que los indios levanten las ametralladoras de los soldados que caen o huyen. A veces grito “largá la lanza y levantá la ametralladora, indio burro, que te van a matar”. ¿Qué me quiere decir, Chiabrando? ¿Qué debemos usar las armas del enemigo? ¡Y claaarooo…! ¿Nadie vio cuando Indiana Jones revienta a los nazis con una bazuca Made in Germany?

Y no solo robárselas, si es posible perfeccionarlas. A un cañón, un cañón más grande. A una buena estrategia, una estrategia mejor. No estoy diciendo que hay que espiarlos o meterlos presos sin pruebas como hicieron ellos con los nuestros. No estoy pidiendo construir un gulag (con lo caro que están los ladrillos). Digo que enfrentamos un enemigo sin límites, al que le sobra plata y paciencia. Y lo hacemos con frases de amor y paz mientras corremos detrás de los acontecimientos y nos agotamos en dar explicaciones.

En el progresismo/izquierda/peronismo ha calado demasiado hondo eso de que somos corruptos o ineptos, fogoneado desde los medios. Debe ser (supongo) la vergüenza de no ser lo suficientemente buenos, de no ser perfectos. Y el esfuerzo se dilapida en parecer mejores que ellos ¡y en ser mejores de lo que realmente somos!

Ellos tiran cañonazos y nosotros proponemos diálogo. Pero el pacifista (el dialogador en este caso) también está en guerra cuando el enemigo se la declara. También es guerra cuando una de las dos partes te tira una bomba en la cabeza. Ahí ser pacifista (o dialogador) es ser tonto o víctima. Lo dijo bien Sun Tzu en “El arte de la guerra: “…no debemos confiar en la posibilidad de que el enemigo no esté acercándose”.

El enemigo siempre va a atacar. O lo entendemos o seguiremos siendo corderitos. Un blanco fácil. Indios que corren hacia las balas. Y mientras los malos siguen perfeccionando sus armas nosotros le decimos al mundo que está mal usarlas.

¿Por qué queremos vernos angelicales buenos si igual el enemigo nos ve diabólicos y perversos?

¿O acaso esperan que el enemigo se vuelva bueno?

¿Y por qué ganamos cada tanto, Chiabrando? Porque hay otras armas, como la política tradicional, porque el azar juega sus cartas, porque el enemigo se regodea en el éxito y pierde el rumbo. Pero es muy obvio es que ya no basta con una radio, un programa de televisión y un par de tuits. No se puede poner todas las fichas en la canasta de la política tradicional. A veces basta. La mayoría de las veces no. No bastó en EEUU ni en Brasil ni en Ecuador, etc.

¿Cómo mostraban las historietas la bravura de nuestros indios? ¡Andando a caballo, arma de los conquistadores! Y no me diga que no estamos en guerra. No es hora de tibiezas, vea. Si le molesta la palabra armas usemos herramientas. ¿Qué herramientas? Todas: usar las redes como corresponde, tener medios nuestros, quitarle las subvenciones al enemigo, leyes que castiguen al que miente, al que difama. ¿No existe, acaso, el Durán Barba de los buenos? Para combatir a los jodidos, hay que tener jodidos en las filas. ¡Qué vuelvan los monjes negros!

A las ideas o proyectos hay que hacerles una puesta en escena. El macrismo te instalaba cinco temas por día, regalaba empresas, bajaba leyes y cambiaba jueces. Y ni te avisaba. Marchábamos contra uno mientras te enchufaban los otros cuatro. Y al día siguiente te abrochaban con otros cuatro. Si el tema Vicentín se hubiera rodeado de una batería de proyectos y no se hubieran transmitido casi por cadena nacional, quizá (quizá) los “je suis…” ni se hubieran enterado.

Tampoco estoy diciendo que el presidente haga la gran Churchill, que hablaba en el parlamento con un alambre dentro del habano para que la ceniza no cayera y distraer a sus oponentes. Estos es imposible e improcedente: Alberto no fuma.

No se puede correr detrás de la agenda de ellos. De esta forma siempre se llega tarde. Hay que decirlo: daba mucha pena ver a nuestros dirigentes ir a los medios a explicar ¡que la vicepresidenta no es una asesina!

El asunto de ser demasiado buenos es que no solamente te está mirando el enemigo. También te están mirando los amigos, que esperan que les mejores la vida.

No todo puede ser la política clásica, movilizar y ocupar los espacios públicos. A pesar de eso, en el 2015 la derecha nos ganó y fundió y empeñó el país. Si volvimos es porque (entre otras cosas) había un cincuenta por ciento de inflación. Si el pan hubiera costado la mitad te quiero ver…

Cuando el gordo del barrio te corría para pegarte no valía de nada recitarle un poema sobre la amistad. Había que pegarle también. O correr… Pero correr no es vencer. Otra vez Sun Tzu: “Quedarse a la defensiva indica falta de fuerza (…) la posibilidad de victoria (radica) en el ataque”.

Usted me dirá que (a manera de ejemplo) no hay que influir en la justicia, que hay que respetar la división de poderes. Uy… qué terrible pecado cometeremos. Qué crimen de lesa humanidad. Qué dirá el mundo de nosotros. ¡Lo mismo que dice ahora!

Hay que volver a la entrañable figura del monje negro, tener trolls para contrarrestar los de ellos, instalar la agenda cada día, pegarles una patada en el culo a los cuadros políticos de ellos que aún están en áreas de gobierno, incluido a sus jueces, modificar las leyes que sean necesarias. Devolver piña por piña, un DNU por cada fake news.

Y por último, y no lo menos importante: que los tipos que vendieron el país vayan presos. No podemos inculcarles valores a nuestros hijos, no podemos hablar de futuro si los traficantes, lavadores y mafiosos caminan entre nosotros como si nada.

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