Desde Buenos Aires

El 23 de junio, en el Facebook “Lito Nebbia Página Oficial”, se posteó la siguiente historia: “Querido Litto, ídolo de mi adolescencia, quiero decirte que hoy viví un momento de alegría inesperada. Soy médica de un hospital público de CABA. Hoy, atendí (con máscara, barbijo...) en consultorio a dos humildísimas hermanas bolivianas, las dos jóvenes. Una de ellas, además, ciega, hasta que la puedan operar de cataratas, imposible en medio de la Pandemia. Todo triste, difícil. En un momento para darle una indicación, le pregunto a la hermana:

- Y vos, ¿cómo te llamás?

- Rosemary.

- Ahhh... ¿Sabías que tenés una canción para vos?
- ¿Una canción? No.

Ahí mismo, la empiezo a tararear, pelo el celular y se la pongo en YouTube. Cómo cambió el clima!!! Fue hermoso verlas tan alegres, sorprendidas...

Antes de irse, me dice:

-Doctora, ¿me anota el nombre del señor de mi canción? Así la puedo escuchar siempre...

Genio, Litto, dando felicidad... Gracias!!!".

En tiempos de cuarentena, a sus 71 años, Litto Nebbia está activo con su público -el cual le es recíproco- y todos los fines de semana comparte temas en su Facebook. Uno de los últimos fue “Canción del Horizonte” (1980), escrita en el exilio de México.

(…) Hay días en que quisiera estar
Como el viento sin conciencia ni espera
Como las hojas que caen
Y no saben de guerras ni olvidos (…)

No usa WhatsApp ni Instagram. La pandemia lo encuentra en un momento “sosegado” donde, además de desempolvar viejos temas, se lo ve nostálgico posteando imágenes de su archivo fotográfico y al mismo tiempo enérgico, con proyectos en el presente como su programa “Planeta Nebbia” -los sábados a las 23 por Radio 10-. En las últimas horas dice que se puso contento con una nueva nominación a los Premios Gardel, esta vez en la categoría "Mejor Álbum Canción De Autor" por el disco "Sólo se trata de vivir, 40 Aniversario".

En los videos suele salir acompañado de la guitarra, del piano y de los teclados en su estudio, abarrotado de máquinas, discos y libros. “Hola amigos. Este sábado me permito estrenar una camisa con un vieja canción que escribí por 1966 y que forma parte del primer álbum de Los Gatos”, dijo hace unas semanas y se acercó a un micrófono para interpretar “El vagabundo” mientras tocaba unos acordes en un teclado.

Dicen que un vagabundo

No puede subsistir

Por eso creen que voy a morir.

Dicen que andando sólo

Mi mente enfermaré,

No saben que jamás puedo morir.

El viento del camino

Mi rostro besará,

La noche y la luna

Mis amigas serán (…)

Para Nebbia, uno de los artistas más prolíficos de la música argentina, la ecuación sigue siendo la misma de siempre, aún en momentos de parálisis mundial: tocar todo el tiempo posible y tratar de no repetir lo anterior. “Así sea un tema antiguo, intentar una versión diferente”, dice, con su look intacto de pelos largos a los costados de su calvicie, anteojos negros y bigote.

--Naciste en Rosario, pero vivís en Buenos Aires hace mucho tiempo. ¿Qué se te viene a la cabeza cuando pensás en Rosario?

--Rosario es mi columna vertebral. Es la ciudad donde mis padres me transmitieron la vocación por el arte. Y lo hicieron contra viento y marea, ya que eran unos músicos excelentes pero muy bohemios y con mucha orfandad material. Así me crié yo. Hasta los 16 años que me fui para Buenos Aires, donde vivimos los tres en una pieza de pensión sin baño. Y por supuesto que no cuento esta intimidad para que se me tenga "lástima". Por el contrario, vivíamos con gran altura por la capacidad cultural que teníamos en nuestras cabezas y corazones. Y Rosario fue donde se gestó todo en mi vida artística.

--Te hemos visto tocando, compartiendo temas en tu fan page. ¿Cómo estás viviendo este tiempo?

--Siempre estoy componiendo temas, no es nada nuevo. La música está en mi vida diariamente. Ahora estoy programando nuevos discos y colaboraciones con otros músicos que estimo, como siempre lo hice. Además, hace unas semanas comencé un programa radial, donde hablo de la música que me gusta. Y trato de pasar este tiempo concentrado en mi parte espiritual. Aunque sea difícil, tomo todo con la mejor calma y serenidad.

--Hablemos de Melopea, que está por cumplir 30 años. ¿Qué significa haber sobrevivido durante décadas con tu sello discográfico?

--Sí, parece mentira. Melopea cumple ahora 30 años y durante todo ese tiempo hemos producido y publicado más de 600 álbumes de música de altísima calidad. La idea fue siempre demostrar que con pocos recursos se pueden hacer muchas cosas genuinas de arte. Lógicamente siempre te quedan cosas afuera, que hubieras deseado realizar. Pero sería injusto mencionarlas como algo "no cumplido". La rueda siempre sigue girando y mucha veces lo que empezó uno lo continúa otro.

“Había gente que decía que yo hice un sello independiente para destruir a las multinacionales. Jamás podría destruir a nadie -contó Nebbia cuando se habían cumplido 20 años del sello-. Cuando yo empecé a grabar quería grabar como cualquiera, tener una guitarra. Hasta que fui entendiendo cómo era hacer un disco. El día que me di cuenta cómo hacerlo, dije, bueno, los hago yo. Pero no porque quiero tener un sello y ser el dueño de la propiedad y ser millonario. Al contrario, tener un sello me trajo más problemas que antes. Me gusta buscar sonidos y cosas pero también me gusta agarrar lo que el tipo da en el momento. Hay un montón de música, específicamente en el rock, que cuando los tipos van a tocar en vivo no puede reproducir ni el 10 por ciento de lo que hicieron en el estudio. Y es porque está la ingeniería de por medio. No hay que olvidar que produjimos mucho tango y folklore, que son géneros acústicos”.

La tienda Melopea Online presenta actualmente más de 300 títulos disponibles, entre los que se encuentran nombres como el Cuchi Leguizamón, Antonio Agri, Gato Barbieri, Susana Rinaldi y Eduardo Mateo, con cedés, vinilos y libros a la venta. “Melopea” es, a la vez, uno de los discos paradigmáticos de la obra de Litto Nebbia, editado en 1974 junto a dos renombrados músicos de jazz, Jorge “el Negro” González en contrabajo y Néstor Astarita en batería, con los cuales había trabajado en su disco anterior “Muerte en la catedral”. Además, participan Rodolfo Alchourron dirigiendo un grupo de cuerdas y el bandoneón de Rodolfo Mederos. Hace poco, cuando en una entrevista le preguntaron sobre “Melopea”, dijo: “Cada vez que vuelvo a escuchar el disco hay temas que te sorprenden, porque no es joda, te sorprende haberlos hecho en ese momento y que no te hayan matado (risas). Y no te olvides que lo que hacía musicalmente no era aceptado por todos, en ese momento se creía que yo me había alejado del rock y además no entraba en el rock ni en el jazz. Sin embargo, tocaba en todos lados y tenía cientos de seguidores. Al rockero clásico, que había nacido con la idea de lo progresivo le gustaba. Y el que había nacido con todo el asunto del rock pesado y la polenta no le gustaba nada”.

--Justamente se te asocia como un ícono del rock nacional, pero has trabajado con el folklore, el jazz, el blues. ¿Cómo te pensás como músico al revisar tu trayectoria?

--Nunca me preocupó demasiado el encasillamiento. Soy un músico del planeta, cuya idiosincrasia pertenece a esta zona de América del Sur. Soy rosarino, nieto de piamonteses y andaluces. He andado por 20 países, siempre de alguna manera representando a nuestro país. Nunca me he tenido que disfrazar de gaucho ni hacerme el guapo del 900. Me gusta pensar que represento una parte urbana de nuestro país, con tanta migración y regionalismo.

Litto Nebbia acostumbra a postear sus canciones los sábados al mediodía en su página de Facebook, donde cuenta anécdotas y se muestra carismático frente a cámara. El 4 de julio se grabó con una guitarra que “había comprado afuera y sólo la usé un par de veces en unas grabaciones. Ahora la desempolvé y suena hermosa”. En esa ocasión interpretó “Nueva Zamba para mi tierra”, tema emblemático de una fuente inagotable, que por estas semanas reavivó en los medios -y su necesidad perpetua de crear polémicas- una vieja leyenda alrededor de “La Balsa”. En medio de la -falsa- dicotomía sobre si fue creada por Tanguito o por Nebbia, el cantautor rosarino sentenció: “Ya expliqué demasiado la completa verdad sobre este asunto. Y lo dije todo. Ahora es trabajo de los periodistas analizar maduramente esta situación”.

La personalidad de Nebbia parece la de un hombre orquesta, cosmopolita, capaz de ocupar varios roles: un poco trovador, otro tanto programador y productor, algo de rock star, bastante de melómano locuaz y de conversador nato, atento tanto al rescate de las raíces como a las novedades culturales. “Acá seguimos por Facebook en el ciclo Siempre en Sábado, y por la noche cierro con una cancioncita en mi programa de radio, donde me divierto transmitiendo la música que quiero compartir con ustedes”.

--¿Cuál es el lugar de la música popular en la cultura argentina? ¿Considerás que faltan espacios y debates en torno a ese tema?

--La música para los argentinos es algo fundamental en sus vidas, en la evocación, la nostalgia, la pasión. Pero los argentinos somos a veces un poco desmemoriados, y no sabemos lo que tenemos, lo que nos pertenece. Tengo la esperanza, las ganas de creer, que a través del tiempo la gente disfrutará de la Música Universalmente -así, con mayúscula-, pero teniendo en cuenta lo que pertenece a su idiosincracia como punto de partida.

--Si tuvieras que hacer un top five de los mejores compositores de la historia y luego otro de músicos argentinos. ¿Cuáles serían?

--Es muy dificil elegir 5 o 10 grandes creadores en cualquier manifestación del arte. Porque cada tiempo tiene su gente, los que representan una época. Si tuviera que nombrar algunos a nivel universal, bueno, serían Antonio Carlos Jobim, John Lennon y Paul McCartney, Milton Nascimento, Burt Bacharach, Brian Wilson. Y podría seguir una hora marcándote gente divina y valiosa. Si fuera una selección exclusiva de Argentina, sin dudas elegiría a Carlos Gardel y Alfredo Le Pera, al Cuchi Leguizamón, la dupla Enrique Cadícamo-Juan Carlos Cobián, los hermanos Homero y Virgilio Expósito, también Astor Piazzolla. Y por supuesto que hay muchos más. Mi criterio a la hora de elegir un compositor está casi siempre centrado en su "originalidad". Para mí, la originalidad, es decir, el no parecerse a otro, el poseer un estilo fuerte que se lo reconozca a través del tiempo, es lo mejor del caudal de un compositor.

--Volviendo a Rosario, ¿cuál crees que es su aporte y su lugar en la música argentina?

--Rosario no es propiamente el interior y tampoco se quiere parecer a Buenos Aires. Esto le da cierto toque de estilo urbano muy original. El paisaje del músico compositor en el área de la canción es muy diverso, sin perder su sello personal. Esta última proliferación de jóvenes que se dedican a una actividad cultural no es nueva. Siempre pasó eso en Rosario. Cuando era chico, había grupos de rock por todos los barrios y aún no habían salido The Beatles. Pero las diferencias con los últimos tiempos son muy notables, la ciudad ha logrado espacios que son irrenunciables. Me refiero a ese ánimo de bohemia, riesgo y pasión para dedicarse a algo que uno quiere. En mi adolescencia era distinto. Lo que te hacía mover era la adversidad. Te dedicabas con amor a algo y no encontrabas eco, tenías ganas de rajar. Hoy siento distinto a Rosario. No sé si estoy equivocado y mi impresión es porque no vivo estable allí. Sólo voy varias veces al año para tocar. Pero no creo estar muy errado. Cada vez que voy noto que se preservan lugares, rincones, características propias de una ciudad que no quiere perder su identidad.

--¿Qué tipo de música te conmueve hoy?

--Escucho música de todo el mundo desde siempre. Soy muy abierto y siempre espero encontrar nuevas tímbricas y bellas melodías que me sorprendan. Pero desgraciadamente en los últimos 15 años el business ha tornado medio aburrida la exposición de la música. Sencillamente porque, de forma banal, de todo lo que sale al mercado se espera que sea un gran éxito y reporte millonarias ganancias. De cualquier manera pienso que cada vez hay mejor música en todo el planeta. Lo que sucede es que no la dejan sonar desde los medios hegemónicos que dominan la industria.

--Sabemos que sos un fan del cine y de la literatura. ¿Qué estás viendo y leyendo en el último tiempo?

--Es imposible hacer lista de todo lo que vemos diariamente en casa con mi mujer. Al punto que por seguir viendo el siguiente capitulo, muchas veces dormimos sólo 4 horas. Algunas series son extraordinarias, como “Vidas paralelas”, que son dos temporadas. O la versión sueca original de “The Brigde”. También están “Fearless”, con Helen McCrory, y “Gangs of London”, ambas de la BBC. Las nórdicas están súper bien, “Sorjonen”, “Bedrag” y “Beck”. Es de no terminar. Y casi siempre voy leyendo 2 o 3 libros al mismo tiempo. En estos tiempos ando con Summa Tecnología, de Stanislaw Lem. Y paralelamente e insólitamente con las memorias de Brigitte Bardot. Ah, y también estoy con Gente poco corriente, que son ensayos del historiador Eric Hobsbawm.

--El último punto es para la política. ¿Cómo ves el panorama actual?

--Tengo claro que no le permite crecer a este divino país ese fragmento de personas que siempre dicen que son "apolíticos". Que finalmente casi siempre son los que usan los términos "negritos", "grasas", "indios" y toda esa línea de cosas peyorativas que nos dividen. Todo ese aparato que divide el país de una manera que no se puede entender. Que los Beatles o los Stones, que River o Boca, que si el peronismo, que la izquierda, que si la derecha, que blanco o negro. Y que finalmente todo termina en el pobre o el rico. Y entonces vuelve a girar la bola y ahí ya sos comunista, ahora Venezuela, y no sé qué porquería más. Nada de todo eso me interesa. Ni siquiera para discutirlo. Es un reloj que atrasa. Soy peronista por educación desde pequeño y por mi realidad social desde que tengo memoria. No me interesa discutir si esto está bien o mal. Ni tampoco me interesa venderle a nadie mi ideología ni mis sentimientos. Sé convivir.