El miércoles 20 de mayo, Rosario anunció el “primer show online del país”: exactamente dos meses después del inicio oficial del aislamiento social, Tiago & los Pájaros salía a volar desde el Complejo Cultural Atlas. Hasta entonces varios artistas ya habían tocado desde la intimidad de su casa y con la artesanalidad del vivo por redes personales. Pero ése fue el estreno del protocolo establecido por el Ministerio de Cultura de Santa Fe que, en efecto, le permitiría a las bandas juntarse y tocar en una sala. Fue una prueba piloto.

Atento a esa jugada, otro colectivo preparó su movida: el Espacio Cultural Distrito Siete, una cooperativa de trabajo que funciona desde 2012 entre la oferta de espectáculos y de gastronomía, y que agrupa a 28 personas. Y a la que la cuarentena la había obligado a desmontar una agenda de shows programada hasta mediados de año entre miércoles y sábado. Primero habilitaron el delivery y el take away, aunque –como toda sala– lo que más les rendía era la producción de conciertos y la barra.

La habilitación de shows vía streaming sirvió como paliativo para una organización beneficiada porque ya contaba con el know how: “En 2016 estrenamos D7 contenidos, una productora audiovisual para el desarrollo de nuestra agenda y de distintos músicos. Por eso a la hora de pensar el streaming teníamos cierto camino y equipamiento que nos evitaron tener que alquilar. El gasto, entonces, no es tan grande, aunque de todos modos lleva mucho trabajo que no podemos terminar de monetizar”, cuenta Marianela Mennelli, ariete de la producción y programación de D7.

 

El sábado 23 de mayo fue la primera experiencia de D7 con La Esencia de la Cumbia, una banda de mucho recorrido en el Litoral y alrededores. Y luego hicieron una suerte de after con DJ Wayra en el Instagram del espacio cultural. Para demostrar que el vivo era también en directo –una combinación que no siempre se da–, la banda dejó en manos del público la decisión sobre las últimas canciones del show.

De ahí en más, D7 mantuvo su oferta de streaming durante todos los findes hasta el último, inclusive, iniciado el feriado del 9 de julio con un recital de Lichi. De momento, cada show ofrece la posibilidad de girar dinero con links de Mercado Pago (que van de $200 a $1000), aunque a voluntad y sin restricciones. Lo recaudado se reparte entre el artista y el espacio.

“Todo esto nos está dando resultados medios para bancar los gastos mínimos, pero no deja resto para nuestro laburo ni para el espacio. Estamos ahí… aunque creemos que es un modelo que se puede desarrollar, sostener y generar una agenda cultural que le dé lugar a expresiones artísticas”, evalúa Marianela.

Misiones, el caso estatal

Parece lejano en el tiempo y el espacio, pero antes de la cuarentena social ya se había aplicado una estrictamente a los espectáculos públicos de todo tipo. Desde partidos de fútbol hasta cines, los eventos de convocatoria empezaron a restringirse. En ese contexto, la Secretaría de Cultura de Misiones olfateó la que se venía, y en sus oficinas se comenzaron a analizar alternativas para poder reaccionar ante lo inminente.

En efecto, las restricciones vinieron para quedarse un largo tiempo, incluso en las provincias que ya desandan la fase 5, como ocurre en la litoraleña. Entonces surgió la idea del evento Cultura x Trabajo: un festival con artistas misioneros de todo tipo organizado y producido por el Estado en espacios cerrados, y con la intermediación de distintos colectivos.

 

El estreno fue el 20 de junio en la disco UMMA, de Posadas, con 16 artistas en una jornada de tres horas transmitida por el canal de YouTube de la Secretaría de Cultura. Por medio de donativos virtuales, recaudaron unos $80.000 a repartir entre los participantes. “La experiencia fue muy positiva y sirvió para corregir algunas cosas”, reconocen desde la organización.

Pensado como una plataforma de prueba, el evento tuvo dos experiencias posteriores en el interior de la provincia: el sábado 4 de julio en un complejo de Oberá y el miércoles pasado en la Unión Cultural de Eldorado. La idea, en todos estos casos, fue poner en funcionamiento una polea de tres cuerdas: la del protocolo, la del soporte tecnológico y la de gestión de links de pagos. La nueva fase de producción consistirá en derramar esta plataformas a las asociaciones y colectivos artísticos para que sean ellos quienes los ejecuten.

El sur también resiste

Más allá del Conurbano, de la Costa Atlántica, de Tandil, la provincia de Buenos Aires se extiende al sur en una especie de tendón de Aquiles que talonea a la Patagonia. En ese rincón alejado de los conglomerados urbanos y turísticos bonaerenses, varios artistas resisten a través de la Unión de Músicos del Sur, una organización que se espiraliza desde Bahía Blanca hasta Monte Hermoso, Tres Arroyos, Coronel Suárez y la fronteriza Carmen de Patagones.

En el contexto del aislamiento social, preventivo y obligatorio, la UMSur reaccionó con repentismo y apenas dos semanas después del decreto inicial se conformó la Red de Emergencia para Músicos Precarizados. El propósito fue la “construcción de espacios virtuales para garantizar la continuidad de los conciertos con posibilidades de remuneración”, indicaron en aquel momento desde la entidad liderada por el músico, docente y periodista Astor Vitali.

 

En principio sólo había sido para artistas, sopesando la prohibición de movilización y reuniones grupales. Así, comenzaron a hostear en las cuentas de YouTube y Facebook estos conciertos solidarios. El primero fue el 11 de abril con el guitarrista bahiense Sebastián Zambrana, y de ahí en adelante ya acumularon más de 40 shows en cuarentena con la opción de link de pago digital a modo de “gorra virtual”.

Pero eso no es todo: la Unión además asistió a sus afiliados con un bono inicial, mientras se ejecutan otros mecanismos de recaudación que van desde el pedido de donativos hasta la venta de pizzas. En la adversidad, toda iniciativa es válida mientras buscan alternativas colectivas.