Como buen anfitrión, Alberto Padoan encabezó a bordo de su suntuosa RAM 2500 la marcha que convocó Vicentin en el pueblo de Avellaneda el 9 de julio en su propia defensa. Saludó a transeúntes y concurrentes a la marcha autocelebratoria desde la cabina del vehículo, acompañado de un adinerado dueño de campos que no es de la lista de perjudicados por el estrés súbito y default de Vicentin.

Al otro lado del arroyo del Rey, en Reconquista, hubo otra manifestación, protagonizada por empleados de Vicentin que pidieron una intervención oficial y expropiación de la empresa. El clima era otro, caras de preocupación y no sonrisas burlonas. Con manifestantes de a pie y no sobre poderosos rodados.