En un momento tan particular como el actual, en el que una pandemia desaceleró las economías a nivel mundial, la economía del cuidado se conviritó, sin dudas, en el sector más activo. La Mesa Interministerial de Políticas de Cuidado que coordina el Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad de la Nación y que integran doce organismos del Estado nacional presentó su primer documento “Hablemos de Cuidados”. El informe describe qué se entiende por economía de cuidado y hace foco en el impacto negativo que genera la inequidad en la distribución y organización social del cuidado en la lucha por la equidad de género. Además, realiza un relevamiento de las políticas ya existentes en los distintos ámbitos del Poder Ejecutivo. "Se trata de un hecho histórico, ya que es la primera vez que el gobierno nacional aborda el tema de manera unificada como política de Estado", celebra el informe.

¿Qué es la economía del cuidado?

La economía del cuidado es la dimensión económica de las tareas que realizamos las personas a diario, tales como hacer las compras, cocinar, limpiar la casa, cuidar a otras personas (niños, niñas, niñes, personas mayores, o con discapacidad que requieren apoyo) y la realización de tareas comunitarias u otras tareas en el barrio. Estas actividades pueden tomar diferentes formas: basadas en lazos familiares o comunitarios y por lo tanto no remuneradas, provisión desde el sector público o pueden estar comercializadas y ser adquiridas en el mercado. 

El concepto se complejiza al entender que "en nuestra sociedad contemporánea las tareas que implica el trabajo de cuidado terminan siendo subvaloradas, altamente feminizadas y, en muchos casos, no remuneradas", explica el informe. Cuando hablamos de cuidados nos referimos al núcleo duro de la desigualdad de género. La distribución del cuidado entre actores sociales es inequitativa, recayendo mayoritariamente sobre las familias y dentro de estas sobre las mujeres, personas travestis y trans u otras identidades feminizadas que, al ocupar tiempo en estas tareas, les resta tiempo para  invertir en sus trayectos formativos y laborales.

La organización social del cuidado actual es factor de reproducción de la desigualdad social. "El trabajo de cuidado no remunerado no sólo está distribuido desigualmente entre varones, mujeres y otras identidades sino también entre los distintos estratos socioeconómicos", analiza el documento. Así como las mujeres realizan más trabajo no remunerado que los varones, las mujeres de menos recursos económicos hacen en promedio más trabajo no remunerado que las mujeres de más recursos. 

En números

Los avances de los últimos años en la transformación del rol que ocupan las mujeres en la sociedad no se vieron reflejados en el plano de los cuidados: a nivel mundial, las mujeres pasan 4,4 horas por día haciendo trabajo de cuidado no remunerado (quehaceres domésticos, apoyo escolar, cuidado de personas) y los varones dedican en promedio sólo 1,4 horas diarias (OIT, 2018). Los datos a nivel nacional son de 2014, pero la Dirección Nacional de Economía, Igualdad y Género calculó recientemente que “si se suman tanto las jornadas pagas como las no pagas, es posible afirmar que las mujeres trabajan 7 horas más por semana que los varones”. 

Durante el tercer trimestre de 2019, se registró una diferencia del 29 por ciento entre el ingreso promedio de los varones en relación al de las mujeres. La Mesa interministerial  explica la brecha salarial que se da en el mercado de trabajo gracias a las paredes y los techos de cristal. Las paredes de cristal tratan la dificultad de acceder a determinadas ocupaciones por un sesgo de género. "Los varones se concentran en actividades de la industria que representan ocupaciones con mayor nivel de ingresos y las mujeres en los sectores de salud, enseñanza y trabajo doméstico; tareas que se consideran extensivas de la función cuidadora", explica el informe. El término más conocido, “techo de cristal”, hace foco en los mayores obstáculos que se les presentan a las mujeres para acceder a puestos de decisión en las empresas e instituciones donde desempeñan sus actividades profesionales. "Ya sea por las trayectorias laborales ´interrumpidas´ por los años dedicados al cuidado como así también por las capacidades de liderazgo que se esperan de uno y otro género también basadas en los mismos estereotipos", aclara el informe. 

El mundo del cuidado es muy amplio y la Mesa Interministerial es central para abarcar a todo ese universo: además de pensar y trabajar en relación a las poblaciones que necesitan ser cuidadas, se hace foco en el trabajo con la diversidad de trabajadores y trabajadoras a las que afecta esta problemática: amas de casa, trabajadores de casas particulares, de la economía popular y comunitaria. "No es el objetivo ´eliminar´ los cuidados sino ponerlos en el centro de la agenda económica y social para que quienes necesiten cuidado lo tengan sin que ello dependa de su nivel de ingresos ni de su composición familiar y para que las personas que libremente -y sin importar su género- elijan dedicarse a cuidar, puedan ser retribuidas por ello y contar con protección social adecuada", concluye.