Un modernista de los Andes

“Aunque provenía de una familia acomodada, fue un iconoclasta rebelde y anticlerical, un bohemio, un epicúreo”, afirman desde el prestigioso Festival La Gacilly, que se celebra por estos días en Francia, al referirse a Emmanuel Honorato Vázquez (1893-1924): un artista mayormente olvidado, a pesar de tratarse de “uno de los mejores fotógrafos de Ecuador”, destaca la organización. De allí que para su 17° edición, hayan decidido rescatar la obra prácticamente ignota de quien muriese demasiado joven, a los 31 años, para que los visitantes “descubran la fuerza creativa de quien capturó el lento despertar de su país a la vorágine de la modernidad”. Es la primera vez, de hecho, que su trabajo se exhibe en Europa, y lo hace en gran escala, al aire libre, emperifollando los muros de este pequeño y encantador pueblo de la Bretaña francesa. “Vázquez nos muestra una sociedad estratificada, compleja y profundamente desigual que, sin embargo, es rica en tradiciones, costumbres y celebraciones rituales, algunas de las cuales no han resistido el paso del tiempo”, señalan desde La Gacilly respecto a una muestra que han bautizado El fotógrafo olvidado de la década del 20. Parte de una programación que, este año, se ha demorado a causa de la pandemia, además de haber tenido que reducir las piezas expuestas: cientos de fotografías de 18 artistas, galos y latinoamericanos, que se ciñen a los dos tópicos que aborda la flamante edición. Como es costumbre, uno geográfico y otro ambiental: en este caso, “América Latina” y “Preservación de la biodiversidad”. Vale decir que la revalorización del legado visual de Vázquez mucho debe al archivista Patricio Tipán Lucero, que trabajó incansablemente para que, dos años atrás, se editase en Ecuador el fotolibro Emmanuel Honorato Vázquez: Un modernista en los Andes, aporte clave para la memoria cultural del país sudamericano, que ya en su prólogo marcaba cómo “la sociedad conservadora de su época hubiese preferido que su obra despareciera: despreciaba a este hombre contestatario, con una irrefrenable pulsión vital”. Por suerte, sus fotografías son hoy meritoriamente apreciadas, aunque el reconocimiento llegue… un siglo después.

Retorno inesperado

Por lisa y llana fatiga, temiendo que “de seguir, mi trabajo acabe enterrado en el Cementerio de las Historietas Mediocres”, el estadounidense Gary Larson se retiró por la puerta grande hace un cuarto de siglo, jubilando el mítico cómic The Far Side. Tras década y media de éxito apabullante, dicho sea de paso, con millones de libros vendidos y ¡cantidad! de tiras publicadas en cientos y cientos de periódicos. Sin personajes recurrentes, sin narraciones continuadas, cada viñeta lo mismo abordaba oficinistas que búfalos, chimpancés que psiquiatras, marcianos que caracoles. Larson, que estudió biología en la universidad, cierta vez atribuyó su visión de mundo a su hermano mayor, Dan, con quien había explorado el estrecho de Puget: “Él me mostró la belleza y lo maravilloso de una medusa”, y también “la belleza y lo maravilloso de golpear a tu hermano en la cara con una medusa”. “Cuando salió a principios de los 80s, el impacto de The Far Side fue sísmico: posiblemente haya sido uno de los cómics diarios más inteligentes e inventivos de fines del siglo 20”, propone hoy The New Yorker, reverenciando un humor oscuro que “supo recompensar al lector que sabía de pulgares oponibles, Moby Dick, los expedicionarios Lewis y Clark o el funcionamiento de un probóscide, en tiempos en los que la cultura nerd aún estaba en pañales”. Pues, tras un cuarto de siglo sin tener noticias de Larson, habemus buenísimas nuevas: no ha publicado una sino tres flamantes viñetas; en formato online, volcado hoy día al medio digital. La tablet, asegura, renovó en él “la sensación de aventura”. “Contra todo pronóstico, bosquejar empezó a divertirme de nuevo, obnubilado por la cantidad de herramientas y el potencial creativo que el formato digital traían consigo. Apropiadamente, lo primero que dibujé fue un hombre de las cavernas”, cuenta Gary, que el pasado septiembre lanzase una web-archivo. Actualizada los pasados días con el apartado “New Stuff ”, donde tras 25 años de hiato, ha colgado las susodichas tres viñetas, con taxi/dermistas, alienígenas al acecho y osos golosos que harán las delicias de su fiel séquito de aficionados.

El cuadernito perdido de Gibson

La orden de captura ya ha sido emitida, con recompensa a la altura de las desesperadas circunstancias: 59 mil dólares para quien entregue… una libretita. Gibson, la histórica firma de guitarras, así se propone encontrar un libro de contabilidad que perdió hace más de tres décadas, cuando la empresa se mudó de Michigan a Tennessee. Detalle en el que recién repararon varios años más tarde, al necesitar la información que, con pelos y señales, se pormenorizaba en el infame cuaderno. Léase todos los detalles de fabricación, números de serie, distribuidores, tiendas y clientes, las ventas originales de sus Les Paul circa 1959. Una guitarra por la que se han derretido personajes como Jimmy Page de Led Zeppelin, Billy Gibbons de ZZ Top o Slash de Guns N’Roses, invirtiendo unos buenos billetitos para sumar el codiciado modelo a sus colecciones. “Ayúdennos a recuperar este libro que documenta un período importante en nuestra historia de 126 años, el pináculo de la Era Dorada de la empresa”, ha sido la apremiante solicitud de la firma, que ya ha compartido un email ([email protected] ) para que se contacte quien tenga el anhelado objeto, sumando fotos y videos que den prueba de vida, amén de que su Comité Histórico revise y valide la evidencia. La aflicción, a la altura del adminículo: la Gibson Les Paul ’59 es hoy considerada una de las guitarras más caras del mundo, y por el despiste de antaño, una de las más complicadas de autenticar. Lo cual ha facilitado que se multipliquen las falsificaciones, generando consecuente berenjenal. Solo se produjeron 643, que se venden habitualmente por hasta medio millón de dólares, según distribuidores y expertos; pero se estiman que hay más de 200 truchas circulando en el mercado. El misterio alrededor de la desaparición del infame libro de contabilidad trae cola: desde Gibson aseguran que solo ese cuaderno se perdió durante el traslado, lo cual los hace sospechar de un posible robo. Versión que corre también entre acérrimos aficionados: en chats, la libretita se ha convertido en una verdadera leyenda. Lo cierto es que la empresa pronto hará circular fotografías de libros de contabilidad similares, a modo de identikit, para así facilitar un potencial “reconocimiento facial” del desaparecido ejemplar. Aunque han hecho intentos en el pasado, es su mayor esfuerzo hasta la fecha por hallarlo, y según Cesar Gueikian, de la oficina comercial de Gibson, “si todavía existe, hay chances verdaderas de que recibamos alguna pista”. El guitarrista de blues Joe Bonamassa, dueño de 18 modelos Les Paul ‘59, no está tan seguro: “Durante aquella mudanza, muchas cosas terminaron en el contenedor de basura. No es como si la libretita estuviera guardada bajo cuatro llaves en una caja de seguridad a prueba de fuego. La tenían tirada por ahí, en unos estantes”. La intriga, ay…