“Yo estaba en casa y escuché un disparo. Cuando salí, Maxi ya estaba en el piso y ahí veo que le da el segundo disparo”. María, la mamá de Maximiliano Zamudio, fue la primera en declarar en el inicio del juicio contra el prefecto Ariel Condori, por el crimen del chico de 16 años, en barrio Tablada. El dolor la atravesó como aquella noche, hace cinco años, y tuvo que interrumpir su declaración porque empezó a sentirse mal hasta necesitar atención médica. En los alegatos, frente al tribunal compuesto por Héctor Núñez Cartelle, Paula Alvarez y Valeria Pedrana, Fiscalía y querella pidieron 20 y 30 años de prisión, respectivamente. Afuera, familiares de otras víctimas de la violencia institucional acompañaron el pedido de justicia del caso que logró salir dos veces del archivo y llegar a debate oral y público.

“Traemos a debate el homicidio de Maximiliano. Esa noche estaba caminando por su barrio y murió a mano de Condori”, comenzó la descripción de la fiscal Karina Bartocci. “Esa noche, llegó en su auto, intercambió palabras con Maxi y tiró la primera vez sin bajarse del auto. El segundo disparo le impacta en la cabeza y queda tirado en la vía pública", dijo. "Vamos a escuchar a vecinos y familiares, y va a quedar comprobado que Condori, numerario de Prefectura, conoce el poder letal de las armas de fuego. Quedará acreditada la autoría", dijo sobre la acusación por el delito de "homicidio simple agravado por el uso de arma", por lo que pidió pena de 20 años de prisión y 10 inhabilitación especial. También destacó el "dolor y lucha" de la madre que "impulsó este juicio".

En tanto, los querellantes Guillermo Campana, Nicolás Vallet y Salvador Vera, fueron más allá. "Este caso es de una elevada gravedad institucional", aseguró Campana frente al tribunal. "Si bien no estaba de servicio, no debemos dejar de advertir que debía cumplir con las obligaciones funcionales. Es un caso de gatillo fácil, abusivo y violento", dijo. "Demostraremos que Condori entró al barrio por calle Patricias Argentinas, en su Falcon blanco. Tras un intercambio de palabras disparó dos veces, primero en zona de las costillas, para luego, cuando Maximiliano estaba indefenso, ejecutarlo mediante un disparo en la cabeza, de atrás hacia adelante", describió sobre lo que consideran una "ejecución ilegal". También recordó que "la coartada del acusado es que fue víctima de intento de robo. No hubo robo, ni tentativa, ni mucho menos posibilidad de una legítima defensa", dijo antes de pedir 30 de prisión e inhabilitación perpetua.

Llegar hasta la instancia de juicio fue un largo camino de cinco años en los que María atravesó y superó obstáculos --como los dos archivos de la causa--, acompañada por el equipo de abogados querellantes y por organizaciones de lucha contra la violencia institucional. Ayer, llegó el momento de declarar y no fue fácil. "Salí de mi casa por el pasillo y vi que Maxi ya estaba tirado en el piso. Cuando me acerqué, el señor le dispara en la cabeza. Después salió hacia Uriburu, a lo de un vecino y yo le pedía que salga. El solo me dijo que no me acerque. Yo le preguntaba por qué, por qué me lo había matado a Maxi", dijo la mujer sobre lo que sucedía mientras "luchaba" con el acusado, esperando una respuesta. La defensa intentó enfrentar sus dichos con declaraciones anteriores que constan en el expediente, pero María expuso su realidad: "No sé leer muy bien…". La defensa insistió y le preguntó por qué había salido de la casa cuando escuchó el disparo, y ella no dudó: “Porque mi hijo estaba afuera”, dijo la mujer que tiene dos fechas tatuadas en el antebrazo izquierdo: 9 de mayo de 1999 y 27 de mayo de 2015. Corresponden al nacimiento y a la muerte de su hijo. Pregunta tras pregunta, María se fue sintiendo peor y su relato tuvo que ser suspendido, por lo que deberá reprogramarse.

En tanto vecinas que estuvieron cerca de donde ocurrió todo aquella noche describieron que vieron llegar al Falcon, que quien conducía habló con Maxi y luego disparó. En tanto, un tercer vecino señaló a Condori como quien entró con su arma a su casa aquella noche y lo atemorizó, porque tenía un arma en la mano. "Me dijo que le querían robar, y yo le pregunté: '¿Con esa pistola te quieren robar?'".