Uno de los primeros recuerdos de Grecia Villalba es en su Santiago del Estero natal, en la siembra de maíz, donde trabajaba con su hermana y su papá. Desde hace 14 años trabaja como maestra rural en La Matanza. No porque ese partido sea “el campo”, sino porque en la jerga docente la “ruralidad” incluye tambien la llamada “desfavorabilidad”, que tiene menos que ver con la distancia desde el Obelisco que con las condiciones de vida que tienen los habitantes de la zona donde está emplazada la escuela

“Soy de Santiago, vine cuando tenía 15 años. Mi situación fue difícil. Me pasó como a todas: lograr formar parte de la mayoría de los espacios de la vida social, laboral y cultural es muy complicado. La barrera es la discriminación. Terminé el secundario en una escuela para adultos de Rafael Castillo y luego hice el profesorado de Arte en Morón. Y apenas terminé empecé a tomar horas como profe. Mi militancia arrancó antes, en una Iglesia de Cáritas del barrio. Hacíamos obras de teatro para recaudar alimentos. Y di talleres de arte con Barrios de Pie”, cuenta esta maestra que desde hace dos años también está trabajando en la Secretaría de Desarrollo de La Matanza y en el equipo de la senadora provincial María Reigada. Desde 2015, está al frente de la organización lgbti Diversidad Transformar, hoy enfocada en la asistencia en el territorio a partir de varias referentes trans que dirigen comedores en distintas localidades como González Catán, Virrey del Pino, Laferrere.

Grecia en 2008, en uno de sus primeros cursos, en Virrey del Pino

¿Qué te parece que significa tu presencia que al frente del aula?

Un quiebre al conservadurismo. Por una cuestión generacional les chiques tienen una mirada más abierta, en comparación a personas de por ejemplo mi generación a las que aun en general les cuesta correrse del binarismo. Mi interacción en el salón con les chiques siempre fue muy natural. Sí tuve momentos feos en otras épocas cuando me tocó ser alumna. Y también de grande de parte de personas de mi edad, comentarios... El peor recuerdo que tengo de alguna situación con respecto a mis alumnos nunca fue algo que hayan hecho en sí, siempre fue algo relacionado con mi propio prejuicio, con lo que yo pensaba que podía mal, pero nunca pasó.

¿Cómo trabajás con contenidos de Educación Sexual Integral?

Salió de mí, en proyectos, y trasladé esa preocupación a la institución. Me gusta más hablar de sensibilización que de capacitación porque la capacitación tiene que ver con bajar información, en este caso, enmarcada en leyes. Lo que realmente importa es sensibilizar porque yo puedo saber mucho de la ESI, pero si sólo bajo información, pero no logro llegar por el lado de afecto a que por ejemplo mis alumnes sepan más de cómo son las vidas de las personas trans, no va a servir de mucho. Les niñes construyen su identidad en la escuela pública. Se habla mucho de las posiciones que toman algunos padres con respecto a la ESI, pero hay de todo. No se habla tanto de que hay docentes que no acuerdan con la ESI. Y deciden no darla. Ponen su moral antes de lo que dicen las leyes. Este enfrentamiento llamado “verde versus celeste” también ocurre dentro de las instituciones y muchas veces hay un acuerdo implícito como si se dijera “Cuanto menos lo toquemos, mejor”.

Decías recién que te sentís más expuesta a la mirada de los padres y madres que de les alumnes…

Mi relación con mis alumnes es siempre muy genial. Hay muches de elles que ya son grandes y militan en mi organización. Algunos incluso ya son profesores. Han pasado muchos años. En mi infancia y adolescencia yo no tengo recuerdo de haber estado en contacto con infancias trans en las escuelas. Y hoy las tenemos y son un tema del que se habla. Más adelante, cuando ingreso al sistema educativo, había mucho ocultamiento con todos los temas relacionados con la sexualidad. Desde el 2010, lo que yo tomo como un pequeño indicativo de cambio es que empezamos a ver las pulseritas con los colores de la diversidad en las muñecas de les alumnes. Durante casi 15 años de experiencia docente yo fui pasando por muchísimas de las escuelas de La Matanza porque nuestro trabajo consiste justamente en tomar horas en diferentes instituciones. Pasé por muchas de ellas sin tener mi cambio de identidad de género. En el 2007, cuando egreso como profe pido que en el diploma fuera mi nombre. Era muy importante. No hubiera ido a recibir ese diploma si hubiera tenido nombre de varón. Yo me hice con dificultad cierta presencia allí. Llegué a ser presidenta del Centro de Estudiantes.

¿Cómo son tus clases?

Soy profe de teatro, así que imagínate que mis clases muy estructuradas no son. Si hace calor, salimos al patio, hacemos una ronda de mate. Si está feo, trabajamos con improvisaciones en algún salón amplio. Siempre trato de llevar temas que sean cercanos a sus realidades y que las puedan exponer a través del arte. Creo que el teatro se presta especialmente a explorar esta mirada social, y también sirve para ver cómo una comunidad se mira a sí misma. Cada barrio de La Matanza tiene su propia identidad.

¿Trabajan con textos teatrales? ¿Improvisan?

Les chiques muchas veces a traviesan situaciones complejas que tienen que ver con la salud, con la alimentación, con la violencia. Sobre todo de alimentación: la mayoría de les chiques almuerzan y meriendan en las escuelas. Pero no nos quedamos sólo ahí: hay muchos niñes con un enorme talento artístico, relacionado con la música, con el teatro, con la danza. Otro tema que aparece mucho y lo vemos en clase son las situaciones de discriminación. No sólo de género sino de nacionalidad, de aspecto físico. A veces en esos temas la familia no puede dar una respuesta inmediata, pero la escuela sí puede, y puede proponer otra mirada. En las clases de teatro trabajamos con improvisaciones sobre lo que son sus historias de vida o historias de la comunidad. Y luego las llevamos a textos. A mí lo que me interesa es que puedan ser autores de sus propios guiones.

Citás en tus redes una frase de Paulo Freire “¿Qué educador sería yo si no me preocupase al máximo de ser convincente en la defensa de mis sueños? Lo que no puedo es reducir todo a mi verdad, a mi acierto”. ¿Qué significa esa reflexión para vos?

Me interesa ir a la escuela y poder ser convincente de los sueños posibles. Trasmitir eso. Como educadora hablar desde mi autonomía personal y trasladarla en un reconocimiento social. Transmitirle a mis alumnes que para elles también eso es posible. Desde el amor de quienes nos abrazan y acompañan desde la infancia. Muchas veces se proyecta y sostienen los saberes transmitidos desde la cultura familiar como una única verdad, sin embargo, esas verdades pueden transformarse y conducirnos a otros modos de mirar la vida.