La vigencia de la teoría de los sueños de Freud es notable. Tuvo la lucidez de observar y advertir mecanismos y regularidades que son pesquisables en los sueños desde el momento de su teorización hasta nuestros días. Con esta teoría nace el psicoanálisis y se inscribe en esta tradición teórica toda una lógica interpretativa, basada en la enriquecedora hipótesis de que en lo que se dice hay más que un contenido manifiesto. Entre líneas, en un enunciado, laten otros sentidos posibles.

El vienés supo escuchar que en los sueños adultos opera una instancia fundamental, que es la represión en tanto mecanismo psíquico, cuya acción desfigura el contenido de ideación de los sueños, presentando un material manifiesto muchas veces absurdo, críptico y desconcertante. De ahí que el sueño pueda resultar, no pocas veces, una experiencia perturbadora. Este lenguaje onírico lo sabe aprovechar muy bien el cine de David Lynch, por ejemplo. Esa desfiguración al servicio de la represión, obliga a la función del sueño Freudiano, aquella de cumplir un deseo inconsciente, a expresarse de forma simbólica, como un jeroglífico.

Otra cuestión interesante que pesquisó el padre del psicoanálisis, es que el sueño en los niños no funciona del mismo modo, ya que la represión no ha terminado de instalarse y está en constitución en esos momentos primarios (aunque puede no constituirse nunca, por lo cual el psiquismo de alguien no mutará a la adultez, permaneciendo vigentes solo esos mecanismos primarios). De este modo el niño que desea fresas, soñara posiblemente con fresas, dejando ver de manera literal el deseo puesto en juego en el sueño.

Un grupo de colegas de Rosario ha llevado adelante la valiosísima tarea de hacer un exhaustivo registro de sueños producidos durante la pandemia. Soledad Nívoli, Flavia Castro y Lucía Brienza, colectaron más de 200 sueños, en los que son recurrentes contenidos pesadillescos: instituciones de encierro, callejones que se angostan, calles y plazas vacías, personas que van fiestas y son arrestadas por policías. En estos contenidos las colegas pesquisan la penetración social que se manifiesta en estos sueños y orientan su investigación desde esta perspectiva fundamentalmente.

Sin dudas es palpable la importancia de los discursos y circunstancias sociales traumáticas en los sueños como vía de intento de inscripción psíquica de las mismas, basta recordar los sueños de guerra y el holocausto para tomar dimensión de estos mecanismos psíquicos del sueño. Pareciera que la dimensión de los sueños de placer parece arrasada en la pandemia, dando lugar a sueños que expresan tendencias psíquicas mas autopunitivas, mas ligadas a la función de lo que Freud teorizó como Super Yo. No deja de ser fascinante el enigma que plantean los sueños, un fenómeno muy rico sobre el cual queda mucho por decir, pero que ha quedado un poco olvidado en la sociedad tecnocrática, tan apegada a la vigilia. Esto me trae el recuerdo de relatos de adultos en los que al modo de los niños, se consume cocaína y se sueña con consumir cocaína, una droga de la vigilia.

 

*Psicoanalista.