Esta es la historia de dos jugadores, uno consagradísimo y otro que recién arranca. El consagrado es el futbolista más ganador de la historia, con 40 títulos en su palmarés; vistió las camisetas de varios de los equipos más importantes de Europa y hasta se dio el gusto de levantar la Copa América con su selección, en su país, siendo capitán. El otro, el juvenil, llegaba al estadio de Independiente con 11 partidos como titular en su carrera. El crack de fama planetaria tiene espalda suficiente como para jugar de lo que quiere: cuando arribó a su equipo, pidió la número 10 y se plantó como mediocampista central a los 37 años, tras moverse toda su vida como lateral derecho. El que recién arranca, necesitó de la lesión del 9 titular para meterse en la formación inicial y tiene que dejar la vida en la cancha para no desperdiciar semejante oportunidad.

Las carreras de Dani Alves y Julián Alvarez son, al día de hoy, dos cosas muy distintas, extremos de un mismo deporte. Tanto como lo fueron los partidos de uno y otro este miércoles. El consagrado, un verdadero contrapeso para San Pablo; y el juvenil, el hacedor de la clasificación de River a los octavos de final de la Copa Libertadores.

Los caminos de Alves y Alvarez se cruzaron en los dos goles de River. El delantero fue el que definió como los que saben la gran jugada colectiva que elaboraron De la Cruz (el asistidor), Borré (el pivoteador) y Suárez (el señuelo que se llevó la marca) a los 11 minutos. El atacante veinteañero le hizo justicia a la dorsal número 9 que lleva en su espalda. Y, entre tanto toqueteo millonario en esta jugada, también apareció Dani Alves.

No fue el que salió a presionar al uruguayo (éste fue el otro 5, Tché Tché), ni el que relevó a su compañero en el medio. Tampoco el que tuvo que presionar a Borré, libre de marca para recibir. Y menos aún el que intentó cruzar a Alvarez antes del remate. Dani Alves salió en la foto del 1-0 pero, al fin y al cabo, no se sabe bien qué estaba haciendo. El brasileño también se había metido en otra imagen antes del partido, una con Marcelo Delgado, Raúl Cascini y la camiseta de Boca, despertando polémica por la violación de los protocolos sanitarios de la Conmebol.


Pero si hubo polémica en la previa, durante el partido lo que hubo fue escándalo. Es que así se podría calificar a la patriada realizada por Alvarez en el segundo gol de los suyos. Con el partido 1-1 (Diego Costa de cabeza había aprovechado una desatención de Pinola para empatar), San Pablo rodeaba el área de River con seis jugadores, por lo que el cordobés bajó a ayudar... Hizo mucho más que eso: recuperó, sacó el pelotazo y fue hasta mitad de cancha para recibir la devolución de cabeza de Borré. Alvarez se bancó la marca de Alves -justamente- y ubicó a Suárez con mucho espacio por izquierda. Su coterráneo provincial avanzó, enganchó para el medio del área y cedió para que el héroe de la noche, de cara al arco y con Borré a su derecha, castigue de derecha.

Alvarez salió, exhausto, a los 69 minutos por el defensor Paulo Díaz: había que cuidar el resultado y Gallardo, pragmático, no tuvo problemas en disimular. Pero ya estaba todo dicho. El cordobés es cosa seria y, los eliminados Dani Alves y San Pablo, bellos recuerdos. River ganó 2-1, llegó a los 10 puntos y se metió en octavos. El 20 de octubre, se debatirá con Liga de Quito (12 unidades) por la punta del grupo, nuevamente como local en la cancha de Independiente.

Síntesis

2 RIVER PLATE: Armani; Montiel, Martínez Quarta, Pinola, Casco; I. Fernández, E. Pérez, De la Cruz; Alvarez, Borré, Suárez. DT: Gallardo.

1 SAN PABLO: Tiago Volpi; Juanfrán, Costa, Léo Pelé, Reinaldo; Dani Alves, Tchê Tchê; Gomes, Hernanes, Bueno; Pablo. DT: Diniz.

Estadio: Independiente (local River). Arbitro: Cristian Garay, de Chile. Goles: 11m y 37m Alvarez (R), 25m Costa (S). Cambios: 46m Brenner por Hernanes (S), 69m P. Díaz por Alvarez (R), 77m Boia por Bueno (S), 80m Pratto por Borré (R), 85 Ponzio por Pérez (R) y Toro por Tché Tché (S), 86m Ferreira por I. Fernández (R).

* Nota del autor: la nota bien podría haberse titulado "el ocaso de Dani Alves", en lugar de "decadencia", un término demasiado negativo.