Con una marcha desde el Congreso hasta la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires, alrededor de 300 trabajadores de la salud porteños volvieron a movilizarse para reclamar por el reconocimiento profesional de su trabajo. “No me voy a callar más”, dijo a Página/12 Clara Biblioni, enfermera del Hospital Fernández, una de las trabajadoras que fue golpeada por la Policía de la Ciudad durante la movilización por el Día de la Sanidad, cuando enfermeros y enfermeras autoconvocados fueron reprimidos ante la Legislatura mientras intentaban entregar un petitorio para exigir que su trabajo sea reconocido en el escalafón de profesionales de la salud de la Ciudad

Sobre Avenida de Mayo, Biblioni cargaba un muñeco vestido con un ambo azul y colgado en una cruz blanca. “Siempre me quedé callada porque cuando trabajás para el sector privado, si te quejás, te echan. Ahora quiero decir la verdad, y que las autoridades nos escuchen”, señaló la trabajadora mientras avanzaba en dirección a Plaza de Mayo. Detrás suyo, enfermeros y enfermeras cortaban la avenida 9 de Julio. “El bono que entrega el Gobierno para profesionales de la salud es de 20 mil pesos, pero para enfermería es la mitad. ¿Nuestras vidas valen la mitad?”, se preguntó Carolina Cáceres, enfermera del Hospital Tornú y referente de la Asociación de Licenciados de Enfermería (ALE). “Hay una cuestión de clase y de género que explica por qué nos dejan afuera”, aseguró. 

Además, dijo Cáceres, “más del 80 por ciento del colectivo de enfermería está conformado por mujeres y sin embargo la mayoría de los cargos jerárquicos en los centros de salud están ocupados por hombres”.

Ante la Legislatura, unas quince velas encendidas rodeaban un cartel ubicado junto a un ataúd negro: “¿vas a pasar a mis colegas a la Ley 6035?”. La norma, sancionada en 2018, establece 24 carreras de salud para los trabajadores de Hospitales y centros de atención primaria, pero excluye a los enfermeros y enfermeras, que quedan clasificados dentro de un escalafón diferente, que implica, entre otras condiciones, un salario más bajo. 

“Estudiamos muchísimos años para hacer el trabajo que hacemos”, relató Nancy Tapia, que hace 10 años es enfermera del sector de terapia intensiva neonatal del Hospital Garrahan. La enfermería “es una actividad de muchísima presión que no se puede hacer con cuatro horas de sueño porque tenemos dos trabajos o porque cumplimos turnos extensísimos. Es realmente agotador”, señaló. En el Garrahan, contó, el personal de enfermería llega a cumplir jornadas de 14 horas. “En vez de reconocernos como trabajadores esenciales, nos quieren callar”, advirtió Tapia en referencia a la agresión policial que sufrieron durante el reclamo de la semana pasada.


"Si me muero, quiero morir como enfermera profesional"

La concentración comenzó cerca de las 11 de la mañana frente al Congreso, donde se reunieron enfermeros y enfermeras de hospitales públicos de la Ciudad para movilizarse hacia la Legislatura. Tanto en las banderas -del Hospital Durand, Fernández, Santojanni, Argerich, Posadas, Gutiérrez y Garrahan, entre otros- como en los barbijos de quienes llegaban a la plaza, se podía leer la misma frase: "pase a la Ley 6035". También participaron agrupaciones sociales y la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE), trabajadores del sector privado y de otros centros de salud ubicados fuera de la Ciudad de Buenos Aires. “El 80 por ciento de los trabajadores de enfermería de nuestro Hospital tiene contratos precarios. Somos personal esencial y no nos cuidan”, afirmó Angélica Brites, enfermera del Hospital nacional Posadas, uno de los centros de salud con más ocupación de las camas de terapia intensiva por pacientes contagiados de coronavirus.

“Si me muero, quiero morir como enfermera profesional” reclamaba el cartel que llevaba una de las enfermeras del Hospital Borda, especializado en salud mental. “Los hospitales públicos hoy están sostenidos por nosotros, los trabajadores”, señaló Nancy Albornoz, enfermera del Borda. "Nuestros pacientes requieren una atención especial, cuesta mucho que mantengan las medidas de prevención ante la pandemia. No compartir el mate, usar tapabocas, mantener la distancia. Con la falta de personal que tenemos estas demandas se no han hecho mucho más difíciles de atender”, explicó.

Si bien hay otros profesionales que reclaman pasar al escalafón profesional -psicólogos, médicos generalistas y trabajadores sociales-, gran parte de las licenciaturas fueron reconocidas dentro de la Ley 6035. Sin embargo, el colectivo de trabajadores de la enfermería quedó afuera, lo que también los excluye de la posibilidad de acceder a cursos de formación, licencias y una retribución económica acorde a la exigencia de su trabajo. “Cobramos 30 mil pesos por debajo de lo que cobra un profesional de la salud”, aseguró a este diario Cáceres, enfermera del Hospital Tornú.

“La mayoría hacemos más de un trabajo, ya sea en clínicas privadas o atendiendo pacientes en casas. A veces necesitamos incluso un tercer trabajo los fines de semana”, relató Edith Sarmiento, enfermera de terapia intensiva del Hospital Fernández, que también trabaja en el Hospital Español. “Nos exigen que hagamos más horas, nos quitan los francos. Es una batalla constante y también histórica”, señaló la enfermera, que advirtió que su carrera "no es reconocida a nivel profesional, pero tampoco está reconocida a nivel social". "No está bien vista porque nadie sabe lo que hacemos realmente en el día a día y lo importante que es”, añadió.

Alrededor de las dos de la tarde, después de rodear Plaza de Mayo, enfermeros y enfermeras llegaron a una Legislatura vallada. Dentro del perímetro, unos veinte efectivos de la Policía de la Ciudad cuidaban el palacio legislativo, mientras los trabajadores de la salud instalaban el escenario sobre Diagonal Sur. “Siempre fuimos explotados, pero estuvimos escondidos por mucho tiempo”, señaló desde el escenario Héctor Ortíz, que es enfermero hace 35 años y delegado de ATE en el Hospital Durand. "El próximo paso es ir a acampar frente a la jefatura de Gobierno”, advirtió.

Informe: Lorena Bermejo