“El único axioma con el que me manejo es: todos dormimos, muchos soñamos, y algunos recordamos. Todo lo demás está por verse. No hay verdades en esto. Es un camino que cada uno, que cada grupo, va construyendo”, dice Beatriz Vignoli. La apuesta es novedosa y atractiva: En la selva del soñar es el taller de escritura de sueños que coordina la escritora, poeta  y periodista de Rosario/12, y que organiza el Centro Cultural Parque de España para los días miércoles 21 y 28/10; 04, 11, 18 y 25/11; en el horario de 18.30 a 20.30. La inscripción es gratis, está disponible en https://ccpe.org.ar/ (hasta el miércoles 14), y admite un cupo de 24 participantes.

Para llegar a esta propuesta, Vignoli tuvo primero sus propios y necesarios sueños. Y si hay que fechar algún momento, sería “más o menos a partir de que empecé análisis y comencé a tener unos sueños muy interesantes. No era el típico sueño confuso, sino que eran muy coherentes y tenían la particularidad de transcurrir en un espacio completamente extraño. Eran experiencias. Como una realidad paralela, algo que no se parecía a nada de lo que estaba viviendo. Posiblemente tuviese que ver con ciertas lecturas y búsquedas que tenía en ese momento. Me llamó la atención y los empecé a escribir. Desarrollé una técnica para recordarlos mejor. Y comencé a investigar qué había en relación a los sueños”. 

Este recorrido llevó a la soñante y poeta a integrar la Asociación Internacional para el Estudio de los Sueños, “fundado por psicoanalistas junguianos o posjunguianos que trabajan el sueño de una manera diferente a Freud”. Aquí viene bien una aclaración para toda y todo interesado: “En ningún momento mi enfoque respecto del sueño y soñar pretende ser psicoanalítico o terapéutico, no estoy capacitada para eso”.

Lo que se persigue es soñar y atrapar lo soñado. Las herramientas son las palabras pero, antes bien, hay que recordar y saber cómo: “He leído todo lo que pude encontrar. En la cultura mapuche existe la categoría de pewma, y me fui enterando que es un tipo especial de sueño. Ellos no revelan mucho hacia afuera sobre estos aspectos, pero lo poco que pude llegar a saber me permitió situarme en una perspectiva que trasciende dos cosas. Por un lado, la estrechez de un punto de vista eurocéntrico al que amplía, tratando de analizar nuestra experiencia, en este caso onírica, con categorías de este continente. Por otro lado, me sitúa en una perspectiva más colectiva y social, en consonancia con experiencias que se han hecho en Europa". 

"La más influyente de la cuales es el trabajo que hizo Charlotte Beradt, una periodista alemana que durante la época del nazismo y antes de emigrar, se dedicó a preguntar a sus vecinos, amigos y familiares, qué habían soñado. Le contaban unas pesadillas espantosas. Ella las guardaba y las iba codificando, en papelitos que escondía en libros de su biblioteca, que fue enviando a amigos que estaban en el exilio. Luego los recupera y a partir de ese acervo da una conferencia por radio y escribe un libro, que se llamó El Tercer Reich de los sueños. Ella plantea la categoría de ‘sueño político’: cómo un sueño puede, de alguna manera, hacerse cargo de cuestiones que ya no son las de la biografía individual. Es otra búsqueda muy distinta a la de Freud, quien decía que para interpretar a un sueño hay que conocer muy bien al soñante y ser su terapeuta. Ella plantea que esos sueños aparecen en esos soñantes independientemente de cuál sea la situación individual, lo único que encuentra como posible correlación es cierta disposición de carácter, donde las personas más conformistas tenían sueños en los cuales estaban más dominados por el opresor, mientras quienes militaban en la resistencia o tenían más sentido de agencia en la vida también lo tenían en el sueño. Es otra forma de pensar el sueño”, apunta Vignoli.

El taller tendrá su recorrido respecto de las instancias aquí esbozadas, con el fin de lograr la escritura de un diario de sueños. Allí es donde radica el logro personal, pero también el desafío colectivo. “El soñar no deja de ser una cuestión privada, con quien sea que te acompañe en el sueño, pero cuando despertás estás solo. Para poder compartirlo hay que contarlo, y para poder contarlo tenés que recordar. Fui practicando y encontrando otras personas que también lo hacían, y me puse a sistematizar técnicas para recordar mejor los sueños. Hay cosas que te conviene hacer antes de dormir, y maneras de despertar que te permiten tener un acceso más fluido al sueño, con suficiente grado de precisión como para anotarlo. El texto resultante no pretende ser un producto literario sino simplemente un documento, un informe, por eso tiene que estar escrito lo antes posible, con el sueño bien fresco, y constituir una práctica diaria”.

-¿Seguís haciendo tu diario?

-Todos los días, desde 2016.

-¿Y revisás los sueños anteriores?

-Sí, hay que hacerlo. Y también cuando hay un sueño recurrente. Una cosa que propongo en los talleres es dejar en suspenso la interpretación, soportar la incertidumbre respecto del sentido. Tiene que ver con dos razones. Una, que el sentido del sueño se va aclarando en el andar. Te puede llevar mucho tiempo entender de qué se trata o qué está pasando en ese sueño recurrente. Yo no tengo ninguna autoridad para decirle a nadie qué pasó en su sueño. Hay todo un marco ético muy importante, que lo tomo de la Asociación Internacional para el Estudio de los Sueños, que incluye confidencialidad y autoridad del soñante para interpretarse. Lo interesante es que una vez que lograste producir un relato, día tras día, lo podés compartir. Porque algo pasa cuando lo compartís. Di una serie de talleres en los últimos dos años y lo que he podido comprobar es que lo que aparece es una posibilidad muy especial de generar comunidad a partir del relato del sueño.

El taller proveerá de una bibliografía específica, y también de la posibilidad de acceder, a quien así lo desee, a cuadernos especialmente diseñados para la ocasión, con todo lo necesario para hacer más cómoda y propicia la escritura del sueño.   Vignoli cita el abaton griego, “un lugar íntimo, seguro, tranquilo, donde ir a dormir y soñar”. Ahora la experiencia es obligadamente otra, y “el desafío será intentar compartir un sueño virtualmente”. 

La comodidad, en todo caso, está en la organización de Parque de España, que Vignoli elogia y subraya en la tarea de su coequiper, Virginia Russo, “quien trabaja con muchísimo respeto, amor, paciencia y cuidado. Estoy muy contenta y agradecida con una institución que se adapta tan creativamente a estos tiempos”.