¿Cuántas vidas pueden concentrarse en una vida? ¿Cuántos amores confunde la memoria? ¿Qué diferencia hay entre los pensamientos, los sueños, los recuerdos y la vida presente? Pienso en el final, la última película de Charlie Kaufman, está muy lejos de responderlas, pero sí deja flotando en el ambiente estas preguntas tras dos horas de una concatenación poética de imágenes en clave onírica, con una lógica bien alejada del relato clásico y de las convenciones que dominan el cine masivo. 

Hay dos personajes, sí, encarnados ella por Jessie Buckley y él por Jesse Plemons. Según parece en las primeras escenas, es una pareja que emprende un viaje hacia la casa de los padres de él. Se desplazarán en el espacio y el tiempo, y será una oportunidad para revisar los hilos que atan las relaciones entre las personas con una firmeza que sobrepasa las voluntades de quienes las encarnan. La violencia contenida, la cuestión del consentimiento, la relectura de películas y libros, aparecen en la boca de Lucy, la protagonista femenina, un ser fantasmático que forma parte de la misteriosa complejidad del film dirigido por el guionista de Ladrón de Orquídeas, Quieres ser John Malkovich y Eterno resplandor de una mente sin recuerdos. Antes de Pienso en el final, Kaufman dirigió Anomalisa. Sus creaciones le declaran su amor a un cine de la ambigüedad, de los contrastes y la fragmentación. 

Pienso en el final está basado en la novela homónima (el título original es I'm thinking in ending things), de Iain Reid. Hay dos instituciones que estructuran el relato, pero de una forma desconcertante: ¿quién es el hombre que limpia la escuela a la que el protagonista se empeña en volver? ¿Cuántas aristas tiene el vínculo entre un hijo único, su mamá y su papá? Nada está predigerido, y por momentos resulta abrumadora la cantidad de guiños (no sólo cinematográficos) que la película siembra como claves de lectura y de interpretación de una historia que viene a conmover la sensibilidad y desafiar la comprensión. Toda historia puede tener muchas lecturas, pero esta abre un abanico que no conviene cerrar. 

Pienso en el final, dirigida por Charlie Kaufman. Disponible en Netflix