Es un lugar íntimo, la cámara mira como si llegara de otro lugar. Hay alguien, la acompaña su sombra. También imágenes recortadas y superpuestas: fotografías, una proyección, la notebook abierta. Como si se intentara capturar recuerdos, entre retazos y diálogos en fragmentos. La toma nunca corta, su movimiento parece perseguir algo que es evanescente. Delante suyo, por fuera de cuadro, a veces con palabras, siempre es ella, volátil, la protagonista.

Ella es Jésica Biancotto, responsable también, junto a Matías Martínez, de la dramaturgia y dirección de Onírica (inPerfaz), la obra que se presenta los domingos a las 21 –hasta el 01 de noviembre- a través de Teatro UAIFAI.

“La propuesta arranca a principios de la cuarentena, cuando comencé a hacer un trabajo de collage. Empecé a recortar imágenes y figuras de programas de museos, y realicé pequeñas instalaciones en mi casa, con esas figuras fuera de su marco y puestas en relación al patio, las plantas y diferentes objetos de la casa. Luego surgió el Concurso Nacional de Actividades Performáticas en Entornos Virtuales, impulsado por el Instituto Nacional del Teatro, y surgieron así las ganas de presentarme. Quería trabajar en relación a objetos y fotos de mi familia, y hacer un cruce metaforizando cuestiones más personales, vivencias, en relación con mi lugar, mi casa, y en resonancia con la casa del pasado”, explica Jesica Biancotto a Rosario/12.

Onírica tiene un lugar fundante, como se señala, en la técnica del collage. Una construcción plástica que evoca de maneras yuxtapuestas, que encontró un vínculo en la propuesta de la dramaturga chilena Manuela Infante, “ella plantea una dramaturgia fragmentada y la asocia con una dramaturgia feminista, en oposición a un relato lineal, unidireccional, donde haya una causa-consecuencia en relación a los conflictos y la resolución. Eso me disparó a pensar la idea de ciertos mecanismos del sueño y el inconsciente, como la simultaneidad, el desplazamiento, la concatenación, pero desde un lugar más asociativo de imagen visual y sensorial. Ese fue el universo que me atrajo: poner en función esos objetos y al mismo tiempo ficcionalizar”, continúa.

A partir del streaming, la técnica audiovisual supuso otro desafío. De esta manera, la elección del plano-secuencia surgió adecuada. Allí se inscribe la tarea de Matías Martínez: “Yo estaba más volcado a la dramaturgia, y empecé a escribir sin darle mucha pelota a lo espacial. Pero miraba lo que sucedía a mi alrededor, todo lo que ella producía, y me daba cuenta que había un universo muy rico ahí. Lo que creo que aporté fue más que nada esa sucesión sin duda vinculada con la dramaturgia, de qué iba primero, segundo y tercero. El plano secuencia apareció porque nos cayó este artefacto que se llama gimbal, que es como una especie de steadycam. Ese lugar técnico le daba una ligazón a la secuencia, y además el plano secuencia tiene algo muy relacionado en un punto a lo teatral, en el sentido de que se necesita de una configuración coreográfica, no existen cortes. Todos estos elementos hicieron que pudiéramos comenzar a encontrar un relato”, señala.

La toma de imagen reencuadra y recorta imágenes ya intervenidas por superposiciones y una tijera previa. El hacer de Biancotto y Martínez coparticipa, y la cámara pasa de uno a otra en un movimiento que deja lugares a llenar, para relaciones fortuitas y palabras imprevistas: “Una cicatriz perdida entre las cosas que no pueden ser dichas de otras maneras”, se escucha decir a Biancotto durante Onírica. Pero ella no lo recuerda, son momentos en donde sus palabras están obligadas a pronunciarse, lo que hace de cada función una experiencia distinta. “Los únicos dos textos que se repiten son los poemas de mi sobrina Francesca, que tiene 9 años. Y cuando hablo, la palabra no aparece en función de mi rostro, no se me ve, como cuando uno sueña y después agrega el relato. Uno no sueña en palabras”. De igual modo la cámara: “Hay un recorrido trazado, pero en ese recorrido existen variables, y en todas las funciones va cambiando”, dice Martínez.

Jesica Biancotto: --Cada vez te encontrás con algo diferente. El collage que armo en la pared es enorme, pero a veces elijo un recorrido y a veces otro, más allá de que hay una estructura.

Matías Martínez: --Hay una concatenación, una sumatoria de planos, que son justamente lo que termina engrosando la imagen y su sentido. Si uno lo extrapola a la idea de la pintura, se podría pensar una serie no sé si infinita pero no detectable de capas de pintura, que aunque no se vean tienen vestigios de esa primera pincelada. O cuando se escucha un concierto, donde la sumatoria y ensamble de instrumentos termina generando un sonido muy grueso. Sería similar en la imagen, donde se pierde la lógica aristotélica y aparece ese otro mecanismo, vinculado con el sueño; pienso en Borges, cuando dice que soñamos de una manera simultánea pero luego no tenemos otra posibilidad que contar ese sueño más que de manera sucesiva, así es el habla.

El teatro en tiempos de streaming generó discusiones quizás inevitables. Antes que quedarse en el si es o no es teatro (¿es o no es cine?), Onírica se anima al salto experimental, y como dice Biancotto, “para dar cuenta de que existen otros modos de creación. Eso es vital. Poder probar otras formas. Es algo que habilita a una apertura, a pensar la creación desde otros lugares, donde se empiecen a cruzar algunas formas de composición. No sé bien lo que es, pero me interesa andar navegando por esa duda, que hace que uno siga experimentando”.

Martínez: --Hay algo de la hibridación. El teatro siempre ha sido un lugar de cruce, de convivencias. Que nos toque esto, con lo lamentable que es lo pandémico, puede que sea un lugar que ayude a pensar el futuro teatral de una manera mucho más abierta y complementada por una serie de disciplinas artísticas.

Biancotto: --Y por esta misma necesidad de crear, como sea. Algo tengo que hacer, porque también no queda otra para sostener esto.

Martínez: --Esto que es el cuerpo. No se concibe otra forma de poder seguir adelante sin lo que a uno lo construye como ser.

Biancotto: --Y de no tener prejuicios. Para investigar o experimentar desde otros lugares, y ver cómo pensar una composición.

Martínez: --No es teatro desde unos parámetros establecidos, ¿pero quién te dice que no lo es?